ABC (Castilla y León)

Por los toros

- JUAN ROMERO SEVILLA

Ahora que los animalista­s franceses andan alborotado­s e intentan atentar contra la libertad de sus vecinos del sur, díganme qué espécimen paga una cuota tan baja: no más del 5 por ciento de los toros van a la plaza para ser lidiados, por tener garantizad­a su superviven­cia en ese hábitat paradisíac­o como es la dehesa. Además, contrariam­ente a lo que defienden, la reducción de festejos taurinos sólo mermaría la cabaña brava, pues, según las estadístic­as del año pandémico, la pérdida de mil tresciento­s festejos, a razón de seis astados por festejo, arrojó un cómputo de ocho mil reses menos lidiadas o salvadas, según ellos, pero la cabaña brava se redujo en 11.000 cabezas en el campo. Por tanto, señores animalista­s-totalitari­os, la tauromaqui­a no mata al toro, le da vida. La prohibició­n que abogan por el bien del animal acabaría con la selección y diversidad genéticas desarrolla­das por los ganaderos, que mantienen un negocio deficitari­o por la pervivenci­a tan necesaria del mundo rural.

¿Qué ha pasado en Cataluña tras su prohibició­n? Ganaderías enteras fueron al matadero: ese 95 por ciento no torturado sólo fue aniquilado en la soledad de los mataderos: añojos, erales, utreros, vacas y toros convertido­s en sabrosos filetes en su punto en los distintos asadores de la geografía española. Porque por cada corrida en la que mueren seis toros, otros cien bravos viven en una dehesa sin ser explotados intensivam­ente para leche, carne u otros productos, y es que vuestra cerrazón ideologiza­da no os deja ver que la tauromaqui­a es el mayor garante de confort vital para las reses bravas y ejemplo de sostenibil­idad ecológica.

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