Muere Hans Magnus Enzensberger, gran pensador alemán de la posguerra
El escritor fue reconocido en 2002 con el premio Príncipe de Asturias
Con Hans Magnus Enzensberger se marcha una de las figuras literarias fundadoras de la República Federal de Alemania. Resulta difícil apuntar un área en este ámbito en donde no haya dejado su huella desde finales de la década de 1950. El pensador ha muerto a los 93 años, según ha informado su editorial Suhrkamp.
Junto con Günter Grass, Martin Walser, Uwe Johnson y Heinrich Böll, Enzensberger fue uno de los autores más influyentes de la literatura alemana de posguerra. Enzensberger se dio a conocer con su primer libro, ‘Defensa de los lobos’, un volumen de poesía publicado en 1957.
Fue poeta, coleccionista, ensayista, ilustrador, reportero, traductor, crítico, pedagogo. A veces agitador y a veces apaciguador. Su elocuente poesía se alzó contra la generación que había luchado por la bandera nazi y había ignorado los campos de concentración. Nacido en 1929, «en el momento del crimen, simplemente no tenía la edad suficiente para estar involucrado en el crimen», según él mismo escribió lacónicamente en el volumen autobiográfico ‘Eine Handvoll Anekdoten’ (2018). Vivió los días de la derrota alemana como «una de las épocas más bonitas de su vida», porque la disolución del viejo orden le ofreció «una libertad inagotable».
‘Enfant terrible’
Se doctoró con una tesis sobre Clemens Brentano, se convirtió en editor de radio, trabajó en Suhrkamp Verlag y después se retiró a una isla en un fiordo de Oslo. Antes que él, nadie tenía un perfil de intelectual como el suyo, a lo que se sumaba su reputación de ‘enfant terrible’. Transformó el antiguo ensayo de estilo alemán, un género por sí mismo, en un ensayo moderno en el que la disputa se convirtió en algo primordial.
Fue miembro del club literario ‘Gruppo 47’ y de la oposición extraparlamentaria Apo. Fundó la revista cultural ‘Kursbuch’, publicada en la década 1965-1975. Vivió en varios países del mundo, con estancias en Cuba, Italia, Noruega, México, EE.UU. y Berlín Occidental. En 1979 se trasladó a Múnich. Entre los numerosos títulos de sus polifacéticas y extensas publicaciones podemos mencionar: ‘Detalle’, ‘Mausoleo’, ‘El diablo de los números’, ‘El hundimiento del Titanic’ o su crónica ‘Conversaciones con Marx y Engels’, de 1981, en donde se reunían escritos del más diverso origen: cartas, memorias, autobiografías, polémicas, reportajes, informes de policía, interrogatorios y actas judiciales con la norma de que los autores de los textos conocieran personalmente a Marx o Engels (Bakunin, Hess, Kautsky o Lafargue, por ejemplo). En ‘El perdedor radical’ reflexionó sobre los atentados de Madrid en 2004.
Fue sido uno de los principales escritores alemanes de la segunda mitad del siglo XX, indudablemente, y mantuvo el nervio intelectual de la República Federal. Era su representante más viajado.
Al cumplir 90 años, publicó ‘Fallobst’ (fruta caída) en el que habla, sobre otras cosas, de la migración. El autor señala que, pese a todos los conflictos y dificultades, sin migrantes se despoblaría cualquier sociedad. «Nuestra literatura y nuestra lengua habrían sido un triste juego en casa sin sus emigrantes e inmigrantes», escribió.
En 2002, recordemos, obtuvo el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. También la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, otorgada en 2002. Y en Francia, en 2009, recibió la Orden de las Artes y las Letras.