ABC (Castilla y León)

Urdangarin debería renunciar a la seguridad

Prepotenci­a y chulería son aliados

- LO QUE ME APETECE JOSEMI RODRÍGUEZ-SIEIRO

H«El presidente del Gobierno ha estrenado un traje raro de ver y propio de los tratantes de ganado en ferias»

oy no me apetece hablar de política, porque todo es un disparate mayúsculo, que solo se solucionar­á cuando haya un revulsivo en la sociedad y se vea, una vez más, que después de la tempestad llega la calma y para eso falta un tiempo, que alcanzará más pronto que tarde. Luego habrá que deshacer lo hecho, porque aunque la memoria de los españoles es muy débil, no lo será cuando se recuerde todo y se les refresque lo olvidado.

A mí que una ministra llore en el escaño del Congreso de los Diputados no me da ninguna lástima, ni sensación de pena y mucho menos intención de consolarla. No pasará a la historia de España con gloria, ni admiración y me imagino que desastrosa será su caída.

El Rey se ha ido a Qatar para apoyar a los jugadores de la selección española y al deporte. La Reina Letizia se ha quedado en España para entregar los premios periodísti­cos Cerecedo y ha dejado a la Reina Camila sin su presencia en la cumbre real que se ha celebrado en Londres.

La Reina Doña Sofía recibió un largo y caluroso aplauso en el Teatro Real, al que llegó acompañada de la Princesa Irene de Grecia, para presidir la entrega de los premios de pintura BMW, donde tuvo la elegancia de departir, en el cóctel posterior, con los premiados, artistas participan­tes y los numerosos invitados después de ver, desde el palco real, la soberbia actuación de la cantante Luz Casal, con un imponente montaje de Ramiro Jofre.

La Reina Doña Sofía se mostró radiante, elegante e interesada por todo y con todos los que le presentaro­n sus respetos.

El presidente del Gobierno ha estrenado un traje marrón, hoy raro de ver y que antiguamen­te era propio de los tratantes de ganado en las ferias de los pueblos de nuestro país. Hacía años que no veía nada parecido. Indudablem­ente es muy innovador y si se lo pone sin corbata y se abrocha el botón superior de la camisa, les estará haciendo un homenaje a esos señores que vendían vacas, cerdos, caballos y animales en general. No quiero pensar que nos considere a todos su rebaño y se interprete como tal.

A Iñaki Urdangarin se le mantiene la escolta, como si fuese marido de la Infanta Doña Cristina. Razones habrá y yo no entro en ellas, pero lo que no encuentro normal es que si va a esperar a su amada a la puerta del despacho de abogados en el que trabaja, no se les permita hacer fotografía­s a la pareja, impidiendo ¿la instantáne­a de un beso de amor en la vía pública? O ¿la fotografía de ambos juntos? Después del indudable daño que, con su comportami­ento, ha provocado a la institució­n, lo menos que se le puede pedir es que renuncie a la seguridad y tenga libertad para vivir su «yo te quiero tú me amas», sin poner cortapisas, a los que están realizando su trabajo en la calle. Quiera o no, el señor Urdangarin es un personaje público, que indudablem­ente con su conducta, no ha sabido gestionar adecuadame­nte. Prepotenci­a y chulería son aliados, pero no muy recomendab­les.

Estoy en contra del acoso, pero también de las provocacio­nes innecesari­as. Una vez que regule su situación, pasará una temporada con cierto interés y después caerá en un olvido sin apenas ningún atractivo para recordar.

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