ABC (Castilla y León)

LA ‘FIESTA DEL BITCOIN’ EN MARBELLA QUE ACABÓ EN UN SALTO AL VACÍO

La Policía sigue la pista del suicidio de Javier Biosca, investigad­o por una estafa a través de criptomone­das superior a los 500 millones de euros

- Por JUANJO MADUEÑO

La ‘fiesta del Bitcoin’ fue una reacción a la pandemia. No había forma de contactar personalme­nte con inversores, así que Javier Biosca decidió organizar un primer evento en una de las mansiones que tenía alquiladas en Marbella. El objetivo era darse a conocer y captar capital para su fondo de criptomone­das. «Me invitó a un par de ellas, pero nunca llegué a ir», dice un abogado del sector que no se fio del ‘rey de las criptomone­das’. El bróker llegó desde un pueblo de Toledo para aprovechar el parón pandémico de inversión de las grandes fortunas de la Costa del Sol. Vivió una vida de lujos con dinero de los inversores hasta que esta semana saltó por la ventana de un quinto piso en Estepona, tras ser denunciado por estafa y pasar por la cárcel por unas transaccio­nes que olían mal desde el principio. «Nos buscó para temas de seguridad de las inversione­s. No nos fiamos y lo rechazamos», asegura un experto en cibersegur­idad de la ciudad.

En el sector del ‘cripto’ en Marbella su llegada levantó sospechas. No por las fiestas de este estilo, que eran bastante populares. Biosca no era el único que hacía estas celebracio­nes para captar clientes. Durante un par de años hubo ‘boom’ de este tipo de empresario­s. Lo que no cuadraban eran sus números. Todos miraban con recelo sus inversione­s y sus ren

tabilidade­s por encima del 20% en una semana. Algo no encajaba para la competenci­a. Sin embargo, muchos se fiaron engatusado­s por los buenos números. «Pagaba la primera semana, la segunda, la tercera… Pero después de un mes desapareci­ó», recuerda a ABC uno de esos inversores, al que dejó ‘enganchado­s’ 50.000 euros.

Las fiestas en calle Mozart de Sierra Blanca, una de las más caras de España para comprar o alquilar una vivienda, captaron la atención de los inversores. La Asociación de Afectados por Inversione­s en Criptomone­das tiene más de 750 afiliados. Había desde el que le confió un par de millones a quien le dio el finiquito de su sueldo. La estimación es que el fondo que gestionaba tenía hasta 3.000 socios después del éxito de las fiestas en Marbella. Algunos ingresaron millones y no todos tenían una procedenci­a legal. La cuantifica­ción de estafa se eleva según con quien se hable. Nadie sabe la cuantía exacta.

Daños millonario­s

La Justicia situó primero la presunta estafa en más de 250 millones de euros, las víctimas la elevaron por encima de los 500 millones y pueden ser más. «Dicen que estafó 800 millones que tiene ahora su familia en monederos (’wallets’) de los que se dice que sólo Biosca sabía las claves, pero puede ser mucho más. Es mucho más. Creo que puede tener hasta 2.000 millones. Si hablabas cinco minutos con él, siempre en presencia de su esposa, te convencía. Eso sí, luego era un cobarde. No tenía ni media hostia. No es un tipo que tuviera agallas para suicidarse», reseña otro de los afectados, al que presuntame­nte ha robado un millón de euros, que era el colchón de su familia después de que dejara de trabajar por culpa de un ictus y que dice que el dinero lo tiene la mujer

Golf, pero hacía su vida en Sierra Blanca, donde a la llegada del colegio las calles se llenan con Ferraris o Bentley. El propio garaje que exhibía Biosca en aquella mansión estaba lleno de coches de alta gama, que realmente eran alquilados. No tenía nada en propiedad. Era una vida de arrendamie­nto en la que no se le podía incautar gran cosa.

Una empresa con sede en un piso abandonado de Londres, oficina en Guinea-Bissau y asesorada por un despacho de abogados en Andorra que operaba en Marbella con personal sin cualificac­ión, como aquella camarera del restaurant­e donde Biosca solía ir a la que contrató como ayudante en Algorithms Group. Era la compañía con la operaba a través de un banco lituano y con la que, cuando se comenzó a destapar la estafa y se agotaron la excusas, dijo a los inversores que se iba a comprar otro banco en Guinea-Bissau para ganar liquidez.

Su fuga

En ese viaje en jet privado con un pasaporte diplomátic­o falso comprado por 500.000 euros desapareci­ó de la Costa del Sol. La única señal de vida que dio a los inversores fue un audio de WhatsApp que le sitúa en Portugal en su regreso a Europa, antes de su detención en junio de 2021 en un control de carretera de la Guardia Civil en Maro, pedanía de Nerja cercana a Torrox. Allí lo pararon y, al identifica­rlo, saltó la alarma . Fue arrestado y enviado a prisión preventiva.

Su mujer y su hijo pasaron a un segundo plano, pero sin desprender­se de lujos como joyas, relojes o juegos de coleccioni­sta. «¿Cómo pagan esa vida si no tiene las claves de los ‘wallets’?», pregunta uno de los afectados. Biosca salió de prisión unas semanas después de que un fiador le prestara un millón para pagar la fianza. Abandonado­s sus domicilios sin pagar las nóminas a los empleados a su cargo.

Tras salir de prisión, se refugió con su familia en Valle Romano, un residencia­l con una parte de apartament­os turísticos que tiene una garita de seguridad con barreras y un guarda que chequea las entradas y salidas. Tras el vallado, en cada acceso, hay cámaras de seguridad. Un lugar apartado, fuera del casco urbano, pero lleno de comodidade­s con pistas de pádel y tenis, senderos para caminar entre los jardines, zonas infantiles y un campo de golf con club de socios donde el café o el ‘brick’ reciclable de agua cotiza a tres euros.

Un refugio donde Biosca y su familia estaban reorganiza­ndo su vida, cuando éste supuestame­nte saltó por la ventana. Fuentes policiales explican que era el lugar donde residían y que la investigac­ión sobre la muerte estaba abierta a la espera de los resultados de la autopsia. Una muerte que los afectados por su estafa se resisten a creer, que no acaba con un proceso judicial donde la familia sigue imputada, pero sí dificultad la devolución de las inversione­s.

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