ABC (Castilla y León)

Dubái, santuario vip de narcos, blanqueado­res y fugitivos

▶La UCO detuvo allí hace dos meses a El Harraj, jefe del cartel del Sur, que se fugó en junio tras un chivatazo policial ▶«La mayoría de los que buscamos han elegido ese refugio», reconoce la fiscal Antidroga del Campo de Gibraltar

- CRUZ MORCILLO MADRID // ABC

En la mesa de uno de los restaurant­es más caros del mundo, se sientan a cenar, rodeados de rascacielo­s, holandeses, italianos, británicos, serbios, colombiano­s, franceses... El menú ronda los mil euros. Hacen negocios mientras algunos de sus hombres se torturan, se roban droga y se matan a tiros en Ámsterdam, Málaga o Marsella. Ellos son capos de la Mocromafia, de la Camorra o del cartel de los Balcanes. Se han refugiado en Dubái donde siguen ensanchand­o su imperio criminal. «Había una lista con diez de los tipos más buscados del planeta y todos estaban allí», cuenta un mando de la Brigada Central de Drogas de la Policía. El emirato, con unos 3,4 millones de habitantes, y el lujo aparcado en cada esquina, es un santuario vip para delincuent­es de todo pelaje y nacionalid­ad.

«Sabemos que una gran cantidad de objetivos de alto valor planean y permiten sus actividade­s delictivas mientras residen en países (por ejemplo, Dubái, Emiratos Árabes Unidos y Turquía) que son particular­mente atractivos para los delincuent­es expatriado­s europeos», reza un informe de la Unión Europea de 2021. Ese análisis señala que el emirato «se ha convertido en un lugar clave para actividade­s de lavado de dinero asociadas con el tráfico de cocaína en la UE».

Entre esos expatriado­s europeos hay criminales españoles y otros internacio­nales, reclamados por delitos cometidos en nuestro país. Para narcos, traficante­s y blanqueado­res es escondite y paraíso de sus negocios, pero algunos de la lista ya han caído.

El último, Hajli El Harraj, español de origen marroquí y cabecilla de una organizaci­ón a la que se atribuyen 150 toneladas de hachís y 16 de cocaína. El jefe del cartel del Sur, como le llaman, fue detenido el pasado 15 de septiembre por la Guardia Civil que viajó hasta Dubái para colocarle las esposas, quizá un síntoma de que algo está cambiando.

Sus toneladas de droga camuflada entre tomates y melones pasaban por el puerto de Algeciras sin problema. El capo tenía ‘en nómina’ a guardias civiles, policías y aduaneros que facilitaba­n la salida de la mercancía y le daban chivatazos. Gracias a una delación escapó en junio al operativo conjunto Imperium-Corsini, se refugió en Marruecos y de ahí voló a Dubai donde vivía a cuerpo de rey.

Macarena Arroyo, fiscal delegada Antidroga del Campo de Gibraltar, azote de ‘castañas’, ‘messis del hachís’ y una larga lista de narcohorte­ras fundidos en lingotes, hace un diagnóstic­o rotundo: «La mayoría de los que estamos buscando han elegido ese refugio». Dispara nombres y operacione­s, algunas aún en la recámara.

Vida de prófugos

En su lista de objetivos está Alejandro S. V., conocido como ‘el Tigre’, un madrileño hasta ahora en la sombra que ha despuntado en las investigac­iones (gracias a la tecnología encriptada) como un importantí­simo capo con un emporio en el emirato. Se le responsabi­liza de dos contenedor­es de cocaína que llegaron a Algeciras y se ha pedido a Dubái su extradició­n. Está en la cárcel porque la policía dubaití lo pilló consumiend­o droga.

«Es peor la vida del prófugo que estar en prisión. Eso nos lo ha dicho alguno de los que hemos detenido. ‘Yo no vivía, ya no podía más, todo el día pensando que una mañana me despertarí­an cuando me tiraran la puerta’. El Tigre es un ejemplo, un tipo de nivel que sabe que antes o después va a caer porque está en nuestra diana o en la de la Policía», explica un oficial del departamen­to contra el narcotráfi­co de la UCO de Guardia Civil.

Son varias las razones, a su juicio, por las que Dubái es vista como esa especie de lujosa cueva de Alí Babá. «Me dedico a una actividad criminal y estoy perseguido. ¿Dónde me puedo ir que sea intocable, que pueda llevar un altísimo nivel de vida y exhibirlo, que no me extraditen y que además me permita blanquear mi dinero? Dubái reunía todas esas condicione­s».

No es nuevo, pero fue hace cinco o seis años cuando policías de todo el mundo repararon en que era un centro de operacione­s desde el que se coordinaba­n inversione­s y blanqueos masivos, además de un santuario de criminales. Europol, la agencia policial conjunta de la UE, ha creado una lista de HVT (objetivos de alto valor) instalados en Dubái, Emiratos y Turquía. El objetivo, que los ‘intocables’ dejaran de serlo y confiscar sus activos criminales.

Fikri Amellah era uno de esos HVT. Marroquí, nacionaliz­ado español, él se quedó en Barcelona, pero utilizaba Dubái para invertir y blanquear. En diciembre del año pasado, la UCO detuvo a este narco, uno de los más buscados del mundo. Vivía en el Raval y manejaba un emporio capaz de meter 117 toneladas de hachís en 5 meses y en poco tiempo más 3,4 toneladas de cocaína. Se codeaba con los jefes de los carteles colombiano­s y cuando entraron en su piso estaba coordinand­o varias operativas en alta mar con cinco teléfonos encendidos y dos cuadernos de notas. Desde la sólida estructura montada en el emirato se dirigían todas sus actividade­s económicas, incluida una red de ‘mulas’ que traían relojes de hasta 800.000 euros.

«Tengo un millón, lo gasto»

«Es una operación sencillísi­ma. Tengo un millón de la droga, me lo gasto en relojes o en un par de coches. Nadie me va a pedir explicacio­nes allí y además lo puedo lucir», insiste el oficial de UCO. «El nivel de vida y ostentació­n es infinito, compiten en eso también. Hay tipos que tienen una planta entera de un hotel de ultralujo reservada todo el año, a su disposició­n, y pagan la seguridad de policías de forma continua», añade el mando policial de la Udyco.

Las agencias policiales están al tanto. Inversione­s multimillo­narias, sistemas de compensaci­ón de dinero (la ancestral hawala), brokers que mueven fortunas manchadas sin que apenas haya evidencia física. Y como colofón, los monederos fríos, es decir, la inversión en criptomone­das que aparece en cualquier operación de cierto nivel. El resumen: toneladas de dinero cruzando el mundo en viajes de ida y vuelta con un rastro casi impercepti­ble.

Para constituir una empresa en Dubái solo se requiere que haya alguien de allí en la misma. Es la forma que tiene el Gobierno de los Emiratos de proteger a sus ciudadanos. Muchos han logrado enriquecer­se, «incluidos policías que también pueden hacer negocios sin cortapisas». Gana el país y

España ha pedido al emirato la extradició­n de un capo madrileño al que se relaciona con dos contenedor­es de cocaína

El cabecilla alicantino de una red de viagra peligrosa organizaba los envíos desde Dubái donde fue arrestado

El ‘objetivo de alto valor’ Fikri Amellah (con camiseta azul) durante una cita en Barcelona con varios miembros de su organizaci­ón ganan los extranjero­s que solo ven ventajas para colocar su dinero. Nadie pregunta de dónde viene, aunque en los últimos dos años el horizonte se ha complicado. Una de las razones es esa certeza extendida de acoger a los expatriado­s del crimen o su dinero.

La operación Jumita acabó en junio del año pasado con una de las redes internacio­nales de cocaína más activas en el sur de España. Hubo 28 detenidos, que tenían contactos privilegia­dos en el puerto de Algeciras por el que se les atribuye haber introducid­o más de 5.000 kilos de droga. José Carlos S. C. era quien contrataba los contenedor­es, camuflando la cocaína en otras mercancías. Funcionaba como una cooperativ­a con su socio, el supuesto jefe de la trama española. La Guardia Civil le acusa de ser el dueño de un enorme tejido humano y empresaria­l capaz de blanquear cantidades astronómic­as (a la red se le intervinie­ron 16 millones en metálico). Parte de su emporio está en Dubái, adonde viajaba su mujer una vez al mes en teoría a adquirir ropa de lujo para una tienda que regentaba. «Los narcos saben sortear todos los resquicios», afirma la fiscal Antidroga del Campo de Gibraltar. El pasado marzo lograron reunir en dos días los 300.000 euros de fianza impuestos a cada uno.

El eco futurista y permisivo de Dubái resuena en otra relevante operación policial conjunta: Vigorman. Ángel Díez Gamboa, el supuesto cabecilla fue detenido allí en enero de 2020. Tenía tres órdenes internacio­nales de detención por varios delitos. La red importaba desde Malasia potentes fármacos para la disfunción eréctil, como si fueran plantas naturales y complement­os alimentari­os, y los distribuía­n en gimnasios y sex shop. Seis meses después, la Policía logró arrestar también allí a Amir Mekky, un sicario miembro relevante de la Mocromafia, acusado de matar a un narco ‘Maradona’, en San Pedro (Málaga) cuando salía de la comunión de su hijo y a otro rival en 2018. La lista negra tiene aún muchos más nombres.

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