España deja de ser católica
Solo el 11,7% de los jóvenes entre 18 y 24 años y el 8,9% de los que tienen entre 25 y 34 se declaran creyentes
Los datos de creencia religiosa, según la encuesta del CIS del mes de noviembre, ratifican una tendencia que, seguro, habrá ocupado a los obispos reunidos esta semana en Madrid. Según este organismo demoscópico, el 55,4% de los españoles se confiesan católicos, el índice más bajo de la serie histórica. Se dicen católicos practicantes el 18, 2 por ciento de los españoles; católicos no practicantes, el 37, 2 por ciento. Es decir, que el 44,6 por ciento de los españoles se inscriben entre quienes creen en otra religión (2,6), son agnósticos (12,3), no creyentes (12,5) ateos (15,5) y no contestan (1,8).
Al margen de la comparación de estos datos en la serie histórica, que nos ofrece un acelerado e intensivo proceso de pérdida de fe en España, lo más llamativo quizá sea que sólo el 11,7% de los jóvenes entre 18 a 24 años, y el 8,9 % de los que tiene entre 25 y 34 años, se declaran católicos. Esto supone que sólo uno de cada diez jóvenes españoles se confiesa creyente católico. ¿Cuál será por tanto el futuro de la presencia de la propuesta de la Iglesia?
No sé si los obispos españoles han analizado y conversado sobre estos datos, que coinciden bastante con la percepción de lo que se ve en las Iglesias. Tampoco sabemos aún si en el documento que acaban de aprobar, «Persona, Familia y sociedad», que aborda la situación de la sociedad española, se trata esta cuestión. Lo que sí parece claro es que los católicos españoles están a punto de dejar de ser una mayoría social para convertirse en una minoría.
A la pérdida de la fe en España, ¿se está respondiendo con un renovado impulso misionero, evangelizador? Este cambio implica que no se puede seguir articulando la propuesta cristiana con modelos y formas de una sociedad que ya no existe. Y también que la Iglesia católica no puede caer en la tentación de obsesionarse por reconquistar el terreno perdido, pretender convertirse en un poder social para ser relevante o aliarse con las formas de emergentes poderes, sean de la naturaleza o signo que sean.