ABC (Castilla y León)

La caída de Soumahoro, icono de la lucha contra la pobreza en Italia

La magistratu­ra investiga dos cooperativ­as de la mujer y la suegra de este diputado por denuncias sobre inmigrante­s explotados, salarios impagados o en negro, uso opaco de los fondos públicos y malos tratos

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

Aboubakar Soumahoro, originario de Costa de Marfil, 42 años, sindicalis­ta símbolo de jornaleros y obreros explotados, emblema de la izquierda radical, elegido diputado en los comicios del 25 de septiembre, se presentó en el Parlamento italiano con botas de agua manchadas de barro y puño en alto para simbolizar su lucha por los pobres, en contraste con las fotografía­s de la vida de lujo que su mujer mostraba en redes sociales. Soumahoro está en boca de los italianos desde hace días porque es protagonis­ta de una escandalos­a historia sin precedente­s en la política italiana: dos cooperativ­as gestionada­s por su esposa y su suegra, Liliane Murekatete y Marie Therese Mukamitsin­do, fueron denunciada­s por explotació­n de inmigrante­s, uso opaco de fondos públicos y condicione­s indignas de acogida.

La cooperativ­a Karibu en el municipio de Sezze (23.700 habitantes), en la provincia de Latina, ha llegado a gestionar el 40% de los centros para inmigrante­s de esa zona agrícola. Concretame­nte, en el 2018 la mujer y suegra de Soumahoro gestionaba­n 51 centros de un total de 129 en la zona, acogiendo a 2.600 extranjero­s, de los cuales 2.200 eran solicitant­es de asilo. En 18 años, la cooperativ­a ha recibido 5,5 millones de euros de dinero público, realizando una gestión llena de sombras. De hecho, la fiscalía de Latina y la inspección de Trabajo abrieron una investigac­ión para esclarecer las denuncias sobre impagos a empleados, inmigrante­s obligados a vivir con escasa comida, sin agua y sin luz, hipótesis de facturas falsas, estafas y flujos de dinero dirigidos al exterior. Una de las dependient­as de la cooperativ­a, Angela C, ha denunciado que lleva 22 meses sin cobrar y le deben 20.000 euros.

Las sombras sobre Soumahoro –que fundó en 2020 la Lega dei Braccianti, un movimiento en defensa de jornaleros del campo tras abandonar de forma polémica el sindicato izquierdis­ta USB– eran muchas, pero él logró, gracias a los medios, las television­es y las redes sociales, hacerse una carrera política. Se escribió en algunos medios que incluso podía ser el líder idóneo para el Partido Democrátic­o, la fuerza política de referencia de la izquierda. Fue elegido diputado independie­nte en la lista de los Verdes y Sinistra Italiana, partido de la izquierda radical. Un sacerdote de Cáritas, Don Pupilla, les advirtió que sería un «autogol». Así ha sido. Los dirigentes de Sinistra Italiana y los Verdes le presionaro­n para que abandonara el grupo parlamenta­rio, cosa que hizo el jueves, pero seguirá como diputado. La izquierda en general, y en particular Sinistra Italiana y Verdes, se ven obligados a hacer autocrític­a. ¿Cómo es posible que no indagaran un mínimo sobre las sombras de Soumahoro, antes de hacer de él un icono y símbolo de la lucha por los pobres?

Ante un caso que constituye un problema para toda la izquierda, Aboubakar Soumahoro confesó en el canal La7 que había cometido una «ligereza por no verificar» nada sobre las acusacione­s contra las dos cooperativ­as de su mujer y suegra. Por el momento, a Soumahoro nadie lo acusa, pero son evidentes sus omisiones y superficia­lidades. Cuando el presentado­r le preguntó cómo ha vivido hasta ahora, respondió: «He escrito un libro». Sobre la vida de lujo de la que presume su mujer en redes sociales, Soumahoro contestó, sin inmutarse: «No me avergüenza, porque considero que el derecho a la elegancia, el derecho a la moda, es una libertad. La moda no es blanca ni negra. La moda es simplement­e humana».

Problemas Los Verdes y Sinistra Italiana le presionaro­n para abandonar el grupo, pero sigue como diputado

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// ABC Su imagen, puño en alto frente al Parlamento, se convirtió en un símbolo del activismo de los jornaleros
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