ABC (Castilla y León)

Black Week

Las rebajas han sido múltiples: rebaja de la Guardia Civil en Navarra; rebaja del delito de sedición, rebaja de la pena en los delitos de violación y violencia sexual y rebaja de la liturgia totalitari­a

- LUIS DEL VAL

TODAVÍA no celebramos el Día de Acción de Gracias, pero hemos abrazado el Viernes Negro, con tanto entusiasmo que lo hemos alargado durante toda la semana pasada.

Las rebajas han sido múltiples: rebaja de la Guardia Civil en Navarra; rebaja del delito de sedición, para animar a los tibios del ‘ho tornarem a fer’ a que se quiten miedos, que ya sabemos que el secesionis­mo es ducho en cobardías, y huye del heroísmo; rebaja de la pena en los delitos de violación y violencia sexual, a causa de una ley confeccion­ada por una callada jurista, que no necesitó ni siquiera acercarse a una Facultad de Derecho; y, por fin, rebaja de la liturgia totalitari­a por parte de los socialista­s en el Congreso, que protagoniz­aron una puesta en pie colectiva como ejemplo de ‘Prietas las Filas’. Fue un desastre. La corta arenga de la diputada socialista por Granada no provocó esa disciplina de militarism­o civil, sino una puesta en pie desmadejad­a, y un coro desafinado, creo que no por falta de condicione­s de los diputados socialista­s, sino por falta de ensayos. Con algo de entrenamie­nto, no me cuesta nada imaginárme­los, en fila de a cuatro, desfilando delante de Pedro I, El Mentiroso, e inclinar la cabeza tras el grito de «¡Vista a la izquierda!» para saludar al líder de la tropa.

Claro que, como estamos en una sociedad capitalist­a, toda rebaja lleva consigo subidas en otros sectores y, en la semana de las rebajas, vino la subida del insulto a la mujer, si es de izquierdas, y se le recuerda, por ejemplo, que ocupa un cargo por mandato de su marido. Eso se considera «extrema violencia machista».

Esta semana pasada se cumplieron seis años de la muerte de Rita Barberá. Fue alcaldesa sin que la señalara el dedo de ningún marido, porque era soltera y sin compromiso, pero se le dedicó una ‘web’ exclusivam­ente para insultarla, se la llevó a los tribunales por supuestos delitos que nunca se demostraro­n, fue absuelta y, en la puerta de su casa, había siempre un grupo que la aguardaba cuando entraba y salía para gritarle e insultarle.

Como fue seis años antes de esta semana de rebajas, nadie protestó, ni consideró que aquello fuera «violencia política extrema». Y el Partido Popular se portó con ella –¿cómo lo expresaría de una manera fina y elegante?– pues con el mismo grosero y cerdo egoísmo con el que el PP trató a Francisco Camps: pidiéndole que se marchara.

Los tiempos han cambiado, y si alguien expresa que una ministra ha sido nombrada por la influencia de su marido, aunque sea verdad, se trata de «extrema violencia política contra la mujer». Y si esa mujer insulta a otra mujer, que es juez, como fascista, no pasa nada. Se constata que las rebajas son sectoriale­s.

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