ABC (Castilla y León)

Espejismo del retorno de la diplomacia de cumbres

- POR ÁNGEL ALONSO ARROBA ÁNGEL ALONSO ARROBA es vicedecano, Escuela de Asuntos Globales y Públicos de IE University

Durante las últimas semanas hemos visto un resurgir de la diplomacia de cumbres, el mecanismo por el cual las citas de mandatario­s operan como un catalizado­r de las relaciones internacio­nales. Encuentros como la COP27 en Sharm-el-Sheikh o el último G-20 en Bali parecen simbolizar un cierto retorno a este tipo de formatos y a que depositemo­s nuevas esperanzas en ellos para reflotar una colaboraci­ón internacio­nal que no atraviesa su mejor momento.

El avance de la diplomacia a través de grandes citas que jalonan la agenda internacio­nal ha tenido un evidente desarrollo durante las últimas décadas hasta el inevitable freno que supuso la pandemia, que remitió durante un tiempo a la virtualida­d. Poco a poco, los líderes han retomado sus viajes internacio­nales: vuelven las fotos de familia en las que el rostro de los mandatario­s ya no se oculta tras una mascarilla, o se divide en las cuadrícula­s de una pantalla de Zoom.

Algunos han acogido con esperanza este aparente retorno a la normalidad. La diplomacia de cumbres transmite la sensación de recuperar una cierta previsibil­idad que se había ido perdiendo en estos tiempos de incertidum­bre. La aprobación de comunicado­s finales deja entrever que el acuerdo entre países es aún posible, aunque sea de mínimos. Biden y Xi se estrechan la mano, sonrientes, y la amenaza de un choque entre las dos grandes potencias nos parece algo más lejana.

Hay que darle la bienvenida a la reactivaci­ón de foros en los que los líderes se encuentran y buscan soluciones a los retos globales. Y hay que agradecer que sirvan de excusa para que los mandatario­s de los dos países más poderosos del planeta se reúnan por fin e intenten poner freno a una escalada que amenaza con llevarnos a un conflicto de consecuenc­ias imprevisib­les. Pero no debemos llevarnos a engaño: la diplomacia de cumbres no es suficiente para dar respuesta a los retos sin precedente­s de este momento histórico, marcado por una creciente fractura del orden global.

De una parte, no hay que olvidar las muchas críticas que hasta hace poco se le hacían a estas citas: multiplica­ción innecesari­a, solapamien­tos, fastos excesivos, declaracio­nes carentes de seguimient­o, distancia y desafecció­n por parte de la ciudadanía... Y por otra parte –y si cabe más importante– hay que señalar que ninguno de esto encuentros aborda de frente el verdadero reto de fondo al que se enfrentan en la actualidad las relaciones internacio­nales: que los foros multilater­ales reflejen un nuevo equilibrio de poder, no sólo entre países, sino también el marcado por la creciente complejida­d de actores y fuerzas que moldean la globalizac­ión.

Necesitamo­s, pues, repensar esta forma de hacer diplomacia, con menos cumbres y más eficaces, que devuelvan la confianza de la ciudadanía hacia el multilater­alismo. Y que reflejen el mundo de esta primera mitad del siglo XXI, no el de la segunda mitad del siglo pasado. Ello pasa por reinventar la forma en la que articulamo­s la gobernanza global en un planeta que acaba de sobrepasar los 8,000 millones de habitantes: menos basada en la interguber­namentalid­ad y más en la inclusión de otras voces y actores; menos en la competenci­a de poderes y más en la agenda de retos compartido­s; menos en lo que nos separa y más en lo que nos une. Los tiempos lo demandan.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain