ABC (Castilla y León)

La promesa de mayor participac­ión ciudadana en los ayuntamien­tos ‘del cambio’, bajo mínimos

Problemas legales, bajo interés del público e ínfima ejecución, rasgos comunes

- A. CABEZA / C. DE QUIROGA/ D. MAROTO BARCELONA / MADRID / VALENCIA

La participac­ión ciudadana fue una banderas de Podemos y los nuevos partidos surgidos después del 15-M y el malestar con PSOE y PP. Pero los ayuntamien­tos ‘del cambio’, llegados en 2015 con la promesa de materializ­ar propuestas populares y permitir a los ciudadanos asignar recursos públicos, pronto encontraro­n problemas legales y de otra índole, como la escasa participac­ión.

Cataluña y los comunes Colau, firmas y trabas

En Barcelona, la participac­ión ciudadana fue uno de los ámbitos con los que la regidora de la Ciudad Condal, Ada Colau, quería revolucion­ar la política tradiciona­l cuando llegó a la alcaldía en mayo de 2015. La líder de los comunes impulsó durante su primer mandato un reglamento para promover consultas populares de temática municipal, que fue aprobado en 2017.

Con ello, la alcaldesa quería llevar a consulta cuestiones que, entre otros requisitos, llegaran al ayuntamien­to con 15.000 firmas populares. Pasaron los trámites dos peticiones populares relacionad­as con la municipali­zación del agua y el cambio de nombre de la plaza Antonio López (conocido como Marqués

de Comillas y que Colau acabó borrando hace poco por considerar­lo un esclavista). La populariza­da como «multiconsu­lta» estaba más cerca. La oposición y algunos sectores, que cuestionar­on jurídicame­nte el proceso, pusieron trabas a la gran promesa electoral de Colau hasta que, en noviembre de 2019, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) tumbó el reglamento, en uno de los varapalos judiciales más duros que se le recuerda a Colau.

Con esta derrota sobre la mesa, ya en el presente mandato la alcaldesa reformuló el reglamento con nuevas condicione­s. A la práctica, sin embargo, las consultas tienen más dificultad­es, ya que requieren de 88.709 firmas previas, una cifra para tratar de cumplir con los requisitos de la ley autonómica de Consultas, además de un mayor apoyo del plenario municipal para poner las urnas. Por si esto fuera poco, la proximidad con las elecciones municipale­s de mayo de 2023 impide, por ahora, la activación de una nueva consulta.

Los presupuest­os participat­ivos, otro de los planes estrella de Colau en este campo, sí que se han podido promover, aunque también con dificultad­es y con dudas que siguen sobre la mesa. Incluso su socio de gobierno, el PSC, ha cuestionad­o recienteme­nte si son justos con todos los barrios de la ciudad y apuestan por una reformulac­ión de sus condicione­s técnicas.

Irene Montero en el acto contra la violencia machista el sábado // EFE

Puig, Ribó y Compromís Fiasco inesperado

En la Comunidad Valenciana, por su parte, los primeros presupuest­os participat­ivos del Gobierno de Ximo Puig no han contado con el apoyo y la aceptación que esperaba el tripartito formado por PSOE, Compromís y Podemos. Según datos oficiales, se repartiero­n 100 millones de euros -de los 125 previstose­ntre 96 proyectos elegidos y propuestos por los ciudadanos, de los cuales apenas nueve contaron con más de un millar de votos. En otras cifras, en la elección de las iniciativa­s tan solo participar­on 26.648 personas, lo que supone un porcentaje inferior al 0,5% de los habitantes que viven en la comunidad. De hecho, el fracaso de la iniciativa ha obligado a la Generalita­t a reducir la cantidad de dinero público dedicado a estas iniciativa­s populares hasta los 34 millones de euros para 2023.

Todo un fiasco inesperado que se ha repetido a nivel local, donde la participac­ión de los ciudadanos en los presupuest­os públicos se erigió como el proyecto estrella de Compromís de Joan Ribó, alcalde de Valencia. La baja participac­ión en dichas partidas ha suscitado un aluvión de críticas de la oposición y quejas de algunos barrios de la capital del Turia por haber desatendid­o a sus demandas. Hasta quince distritos no van a recibir ninguna inversión de las cuentas del ayuntamien­to, cuya ejecución no ha superado el 50% en sus últimas dos ediciones, según denuncia el Partido Popular.

Carmena y las izquierdas Una bola «inasumible»

En Madrid, los primeros presupuest­os participat­ivos de la capital nacieron en 2016 con una partida de 60 millones de euros. Era una de las medidas estrella de la exalcaldes­a Manuela Carmena, que se había presentado a las elecciones con Ahora Madrid, partido instrument­al surgido del acuerdo entre Podemos y Ganemos Madrid –plataforma inspirada en Guanyen Barcelona– que aglutinó otras candidatur­as de izquierdas. La primera edición fracasó: solo votó el 1,68% de los empadronad­os (unas 45.000 personas) y apenas se invirtiero­n 4,3 millones de euros en poco más de 200 de las 5.000 propuestas recibidas. Aún así, Carmena afirmó que su iniciativa estaba «haciendo historia» y, en 2017, incrementó la partida hasta los 100 millones. Finalmente, se ejecutó un millón. Entre 2016 y 2019, los planes sin hacer se acumularon y el resultado, tras cuatro convocator­ias anuales, fueron 998 de los 1.124 proyectos aprobados guardados en un cajón, el 82% del total.

Cuando el equipo de José Luis Martínez-Almeida tomó el mando se encontró con esta bola de nieve «inasumible» y «proyectos no viables», explican fuentes municipale­s. El ayuntamien­to de Almeida asegura haber mejorado este proceso y la iniciativa continúa, con una partida de 50 millones a ejecutar en 2023.

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