La mujer del César
Lo mismo que poner la zorra a cuidar del gallinero, colocar a un pirómano como jefe de bomberos o nombrar a Herodes conserje de un jardín de infancia. Existe algo que es el decoro institucional e incluso la virtud pública que pasa por respetar la separación de poderes y preservar la independencia de sus distintos miembros. Filfa para el presidente del Gobierno. Si puede cubrir las vacantes del Tribunal Constitucional que no haya dudas de que designará dos subordinados directos, sin autonomía. El primer elegido es Juan Carlos Campo, exministro y autor de los indultos de excarcelación a los golpistas del ‘procés’. La otra es Laura Díez, antes de trabajar para Sánchez fue asesora del Estatut tumbado por el TC y partidaria de erradicar el español en las aulas catalanas. Vía libre a los nuevos intentos secesionistas. Campo primero fue humillado y despedido en apenas dos minutos de conversación telefónica; ahora es rehabilitado y caben serias dudas de que no vaya a prestar nuevos servicios al independentismo.