OTRO JARRO DE AGUA FRÍA SOBRE LA LEY DEL ‘SÍ ES SÍ’
Cuando el Gobierno aseguró días atrás como mecanismo de defensa que antes de opinar sobre las excarcelaciones de abusadores sexuales o la aplicación de la ‘ley del solo sí es sí’ había que esperar a que el Supremo sentara jurisprudencia, sabía que faltaba a la verdad. Sabía que no existiría una suerte de doctrina universal aplicable a todos los supuestos y que los magistrados examinarían la ley caso a caso, y en beneficio del agresor cuando la pena le beneficie. Era impensable que el Supremo rescatase al Gobierno de una pésima ley que ha generado un caos jurídico notable y una contradicción insalvable para el Ministerio de Igualdad. Pero no por ideología o por esa acusación de que los jueces son «fachas» machistas, sino porque la técnica legislativa, la imprevisión y la sordera ante los expertos de la ministra Irene Montero, y de todo el Gobierno, han actuado más como palanca de soberbia que de protección de las víctimas.