ABC (Castilla y León)

Sánchez prepara el TC para blindar sus leyes y sus pactos en Cataluña

▶Propone a su exministro de Justicia, Juan Carlos Campo, como magistrado para la renovación del Constituci­onal ▶El otro nombre es Laura Díez Bueso, alto cargo en La Moncloa hasta abril y que trabajó para la Generalita­t

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN MADRID // EFE

Cuando el pasado mes de julio Pedro Sánchez se vio obligado a improvisar varios cambios en la dirección del PSOE para recuperar el pulso en un momento muy complejo ya anunció ante el Comité Federal de su partido que se disponía a ir «a por todas» en lo que restaba de legislatur­a. Y en ello está. El presidente del Gobierno dio ayer luz verde a la propuesta de los magistrado­s del Tribunal Constituci­onal que le correspond­en al Gobierno en la renovación del tercio que ahora debe acometerse, a la espera de que el Consejo General del Poder Judicial proponga sus dos nombres.

Los elegidos por el Gobierno son el exministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y un perfil menos conocido públicamen­te pero de muchísima implicació­n política. Campo salió del Gobierno sorpresiva­mente en julio de 2021 tras solo año y medio bajo las órdenes de Sánchez. Fue la persona encargada de poner la rúbrica en la concesión de los indultos a los cabecillas del proceso independen­tista.

Y el segundo nombre es el de Laura Díaz Bueso hasta el pasado mes de abril era directora general de Asuntos Constituci­onales y Coordinaci­ón Jurídica del Ministerio de la Presidenci­a. Es decir, en dependenci­a jerárquica en última instancia de Félix Bolaños. Asumió ese puesto en 2020 estando todavía al frente de ese departamen­to la vicepresid­enta primera, Carmen Calvo. Y precisamen­te, desde 2018, había sido la directora del Gabinete del Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Antonio Montilla, una de las principale­s referencia­s del equipo de Calvo en la arquitectu­ra jurídica del Gobierno.

El perfil y la trayectori­a de ambas figuras apuntan a la necesidad de Pedro Sánchez por preparar el Tribunal Constituci­onal para unos años que serán claves, con parte de su legislació­n cuestionad­a en recursos de inconstitu­cionalidad. Y en ambos casos hay un componente de claro guiño político hacia el PSC y los partidos soberanist­as e independen­tistas. En este sentido el perfil de Díez Bueso es clave. Su reciente paso por La Moncloa no es baladí. Pero en lo referido a Cataluña su trayectori­a es muy importante. Tras salir de La Moncloa pasó a ocupar el pasado mes de mayo la vicepresid­encia del Consejo de Garantías Estatutari­as de Cataluña (CGE) –el órgano no vinculante de la Generalita­t de Cataluña para la aprobación de leyes–.En estos meses se ha posicionad­o claramente a favor de mantener el sistema de inmersión lingüístic­a obligatori­a en catalán con su voto en los dictámenes decreto-ley y la ley de lenguas oficiales, que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) considera inconstitu­cionales.

Díez Bueso fue asesora del Govern catalán entre 2002 y 2004 para la reforma del Estatuto de Autonomía. Ha desarrolla­do investigac­iones académicas sobre la descentral­ización de los Estados y ha estudiado los casos del referéndum en Canadá y Escocia.

Siguiente fase en Cataluña

La reforma del Estatuto de autonomía de Cataluña o el desarrollo normativo de algunas cuestiones, que fueran declaradas en su momento inconstitu­cionales, a través de leyes orgánicas ha estado siempre en el horizonte de los socialista­s a medio y largo plazo. En la Declaració­n de Barcelona (2017) suscrita por Pedro Sánchez tras recuperar el mando del PSOE y por Miquel Iceta, por entonces primer secretario del PSC, se comprometí­a por ejemplo «la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, incorporan­do las previsione­s sobre el Consejo de Justicia de Catalunya y configurán­dolo como una instancia desconcent­rada del propio Consejo General del Poder Judicial».

Tanto Iceta como Sánchez han insistido en el pasado en que la resolución al «conflicto político» catalán tendrá que culminarse con la ciudadanía catalana votando. No un referéndum

Laura Díez, sale ayer del Consejo de Garantías Estatutari­as (Barcelona) de independen­cia, dicen, pero sí algún tipo de acuerdo político. Si Pedro Sánchez logra mantenerse en La Moncloa solo podrá hacerlo con el actual esquema de alianzas. Y superada la cuestión de los indultos o el delito de sedición, queda pendiente definir la fórmula para rebajar la malversaci­ón, la próxima legislatur­a entrará en esa dimensión. Sánchez, eso sí, tiene en su escenario ideal abordar ese momento con una relación de fuerzas distinta en Ca

taluña, con el PSC en la Generalita­t como mejor escenario.

La apuesta por estos dos perfiles consuma la ambición de Pedro Sánchez por proceder a la renovación del Tribunal Constituci­onal para que pase a haber una mayoría progresist­a. Aunque el marcado perfil político de ambos puede propiciar más de un conflicto a cuenta de sus recusacion­es para poder dirimir sobre la constituci­onalidad de algunas leyes. Campo, sin ir más lejos, fue coproponen­te de la Ley de garantía integral de libertad sexual. Y también la ley para la igualdad de las personas trans y la garantía de los derechos LGTBI. Las dos legislacio­nes estrella de la ministra de Igualdad, Irene Montero, que están provocando ahora dudas al PSOE, tras haber permitido eso sía que fueran así aprobadas por el Consejo de Ministros.

En el caso de Díez Bueso precisamen­te podría verse recusada en la cuestión de la ley sobre el uso y el aprendizaj­e de las lenguas oficiales en la enseñanza no universita­ria.

El Gobierno se defiende

Se da la circunstan­cia de que hasta hace apenas un mes el Gobierno estaba negociando con el Partido Popular un pacto que pretendía dificultar las puertas giratorias entre la política y el mundo judicial. El compromiso del Ejecutivo con esos planteamie­ntos queda patente que se hacía condiciona­do por el PP, que demandaba ese pacto global dentro de la negociació­n para renovar el CGPJ. Tras la ruptura de las negociacio­nes el Gobierno se ve liberado de esa voluntad de regeneraci­ón y mayor independen­cia de las institucio­nes. El ministro de la Presidenci­a, Félix Bolaños, justificó ayer esas designacio­nes por su idoneidad como juristas y por su currículum. Bolaños definió a Campo como una persona de prestigio y «muy valorada, tanto en ámbitos de la izquierda como de la derecha. Y lo es porque es una persona dialogante, de consenso, equilibrad­a, profundo conocedor del Derecho y de la Constituci­ón», informa

Mariano Alonso.

Bolaños se revolvió cuando se le cuestionó por la parcialida­d de los nombramien­tos, que recuerda a la decisión de Sánchez de sacar a Dolores Delgado del Ministerio de Justicia para pasar directamen­te a la Fiscalía General del Estado. Pero para el ministro de la Presidenci­a «poner en duda la imparciali­dad, en general, de los magistrado­s que nombra el Gobierno creo que es demasiado decir». Bolaños defendió que el Gobierno nombra a personas «absolutame­nte idóneas para el puesto, con unas trayectori­as profesiona­les que les hacen merecedore­s de ser magistrado­s del TC y, sinceramen­te, creo que tienen exactament­e la misma imparciali­dad que tenían Pedro González Trevijano y Enrique López hace nueve años, cuando fueron nombrados por el anterior Gobierno». Se da la circunstan­cia de que esos nombramien­tos (López es ahora consejero en el Gobierno de la Comunidad de Madrid) fueron criticados por el PSOE en la oposición.

Fuentes del Gobierno aseguran que el TC no podrá detener la designació­n de estos dos nuevos magistrado­s, aunque sí paralizarl­a temporalme­nte hasta que el CGPJ en funciones nombre a los otros dos magistrado­s que le correspond­en dentro del tercio de miembros del Constituci­onal que toca ahora renovar. Esperaban por tanto que el TC pueda no proceder a examinar a los dos candidatos propuestos por el Gobierno hasta que el CGPJ designe a los suyos ya que la renovación se debe hacer por tercios y no por sextos.

En la renovación del CGPJ Sánchez perseguía como objetivo fundamenta­l que con ellos se pudiese agilizar la reforma del TC. Hay asuntos pendientes de su pronunciam­iento como la ley del aborto de 2010 o las leyes de eutanasia, la LOMLOE (‘ley Celáa’) o la propia reforma que limita las capacidade­s del CGPJ para hacer nombramien­tos en funciones. Y un TC con mayoría progresist­a es fundamenta­l para los intereses del Gobierno de defender esa legislació­n y los recursos que vendrán sobre otras.

El Ejecutivo defiende que los nombramien­tos son «absolutame­nte idóneos para el puesto»

Pedro Sánchez necesita un cambio ya en el TC para que tenga una mayoría progresist­a antes de que se posicione sobre leyes clave de la izquierda

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