La actividad operativa se enfría
Las operaciones en los diversos frentes del teatro ucraniano parecen enfriarse sin modificaciones reseñables. Las tropas rusas, al noroeste de Svatove, tratan de contraatacar en dirección al río Oskil, para recuperar algo del terreno que perdieron tras la ruptura del frente de Járkov. Y, simultáneamente, las ucranianas intentan rodear Svatove por el sur para acceder francamente hacia Lugansk. En el Donbass ambos bandos intentan arañar ganancias territoriales al otro. En la zona de Bajmut, por ejemplo, las tropas rusas no han logrado hacerse con esa población que, a su calidad de nudo de comunicaciones, añade la de centro logístico coordinador ucraniano. Su caída supondría una amenaza contra el flanco sur de las posiciones ucranianas en Kramatorsk. En Donetsk, las tropas rusas siguen intentando, sin conseguirlo, alejar el frente de combate de la capital del óblast.
En el sur, las unidades, puestos de mando e instalaciones logísticas ucranianas desplegadas sobre la recuperada ribera oeste del Dniéper son objeto de constante fuego de hostigamiento de la artillería de campaña rusa –obuses y lanzacohetes–. Ello impide a los ucranianos desarrollar acciones en fuerza contra las tropas rusas del otro lado del río. Y la artillería ucraniana, con sus menores alcances, se muestra incapaz de hacer fuego de contrabatería eficaz. De ahí que se esté especulando con la posibilidad de nutrir a Ucrania con sistemas artilleros de mayor alcance, principalmente norteamericanos.
Mientras se mantiene el trasvase de armamentos, municiones y equipamientos militares a Ucrania por EE. UU., Reino Unido y Alemania, perduran las acciones de guerra ‘energética’ rusas. Siguen destruyéndose instalaciones eléctricas, sistemas eólicos, plantas solares y depósitos de combustible, así como las correspondientes redes de distribución. El Ministerio de Energía reconoce que la destrucción alcanza al 50% de la infraestructura energética del país, lo que se traduce en continuos cortes, o incluso carencia, de electricidad, luz, calefacción y agua potable. Es una estrategia de desgaste a las puertas del invierno que, dirigida contra la voluntad de resistencia ucraniana, endurece las condiciones de vida de la población, aparte de suponer una carga adicional de provisión de materiales, sistemas y equipos humanos para abordar las correspondientes reparaciones.