Las pensiones subirán un 8,5% el próximo año pese al frenazo del IPC después del verano
La caída del 10,5 al 6,8% desde agosto ahorrará 360 millones a la Seguridad Social
La escalada de precios en que la economía española lleva sumida cerca de dos años ha ido a moderarse justo cuando más falta le hacía al Gobierno, cuando ha llegado el momento de calcular la inflación media que servirá de referencia para revalorizar el próximo año las prestaciones que cobran nueve millones de pensionistas y cumplir así el imperativo legal que impide que pierdan poder adquisitivo.
Según el dato de avance difundido ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que deberá ratificarse en quince días, el IPC se moderó en noviembre por cuarto mes consecutivo hasta quedar su tasa interanual en el 6,8%. Hace solo cuatro meses, en agosto, el índice estaba en el 10,5%.
Con este dato, la tasa media de inflación de noviembre a noviembre –la fórmula que la nueva ley de pensiones establece como referencia para calcular la subida de las pensiones– quedó en el 8,46%, en línea con la revalorización del 8,5% prevista por el Gobierno en el proyecto de Presupuestos del Estado para 2023.
Bajo estos parámetros, la Seguridad Social deberá asumir en concepto de revalorización de las pensiones una factura de unos 15.300 millones de euros, que se sumarán al gasto de más de 190.000 millones presupuestado por el Estado para el próximo año.
El golpe podría haber sido aún más duro. Hace apenas tres meses, el IPC apuntaba a una inflación media del 8,7%, lo que habría elevado la factura a asumir por la Seguridad Social en 360 millones de euros extra.
La presión remite
Si la cosa no ha ido a más es porque el IPC inició tras el verano una tendencia a la moderación que aún no ha abandonado. En parte se debe al efecto comparación con el último tramo del año pasado, en el que el índice de precios se disparó del 3,3% al 6,5% en apenas cuatro meses por el encarecimiento de la electricidad y, en menor medida, del combustible.
Según analistas consultados por
ABC, alrededor de una tercera parte de la moderación del IPC en los últimos meses se explicaría porque el índice empieza a comparar con un momento en el que los precios de determinados bienes ya empezaban a estar por las nubes.
La nota publicada ayer por el INE señalaba al precio de la electricidad y a los carburantes para explicar la ralentización de la inflación en noviembre, en el que los precios habría experimentado una caída de una décima respecto al mes de octubre.
Habrán influido también las medidas aprobadas por el Gobierno. El Ejecutivo lleva empleados cerca de 20.000 millones de euros de recursos presupuestarios, entre menores ingresos por las medidas fiscales de alivio aprobadas para rebajar el precio final de la electricidad y el gas y medidas de gasto para apoyar a los hogares más vulnerables y las empresas más afectadas por la crisis. Según el Banco de España este esfuerzo explica al menos dos puntos de la caída del IPC en los últimos meses.
Incertidumbre por el futuro
La significativa desaceleración que ha mostrado el índice general de precios en otoño no se ha visto secundada por el comportamiento de la tasa subyacente, la que elimina los elementos más volátiles del índice y muestra el comportamiento del núcleo duro de la cesta de precios. Es cierto que desde agosto, en que marcó un máximo del 6,4%, esta tasa no ha vuelto a crecer, pero en noviembre se quedó en el 6,3% lo que revela una persistencia considerable a la baja.
El dato de avance difundido por el INE sorprendió favorablemente a los analistas que esperaban una tasa más elevada en noviembre, incluso por encima de la registrada en octubre.
Menos claridad hay sobre lo que puede ocurrir a partir de ahora. El Servicio de Estudios de CaixaBank avanzaba ayer que las presiones inflacionistas van a continuar durante los próximos meses y que el dato de noviembre no varía en ningún caso las expectativas de futuro.
La cuestión es si la inflación continuará la tendencia a la baja marcada en los últimos meses hasta aproximarse ya a finales del año que viene a los niveles del 2% que el Banco Central Europeo marca como zona de equilibrio o, por el contrario, seguirán una tendencia más similar a la que señaló la OCDE y se estancará en el entorno del 5% incluso hasta el año 2024.
Cuando se conozca el dato definitivo se verá el impacto sobre la cesta de la compra. El INE puso cifra a la escalada de los alimentos en los últimos meses con un nuevo récord en octubre. Los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas se situaron en el 15,4%, la mayor cota desde enero de 1994. Esto convirtió en prohibitivos alimentos como las legumbres y hortalizas, la leche, los huevos, la carne (vacuno, ovino, porcino) y, sobre todo, al azúcar, y mantiene la carestía de la cesta de la compra en el punto de mira.