El aliado infinito de la economía circular
El aluminio y el acero son materiales que pueden reciclarse siempre sin perder sus excelentes propiedades
Mientras en los laboratorios de I+D buscan novedosos materiales con los que fabricar futuros envases, en las estanterías de los armarios de cualquiera de nuestras cocinas ya se esconde uno de los materiales más verdes: el metal. Con él se fabrican envases –latas de conserva y bebidas, aerosoles, envases industriales como el de pintura o envases decorativos como una caja metálica de galletas– y cierres metálicos –chapas (tapón corona), tapas o el precinto metálico del vino– que pueden ser infinitamente reciclados. De hecho, el 80% de todo el metal producido hasta ahora en el planeta todavía se utiliza en la actualidad. «Por sus características, el metal ha demostrado ser el material de envasado idóneo ya que, además de los beneficios relacionados con la sostenibilidad, los envases y cierres metálicos son un claro ejemplo de eficien
cia y rendimiento en la cadena de producción y suministro. Además, esta solidez permite que el llenado, almacenado y posterior transporte se realice sin riesgo alguno de rotura o pérdida del producto», señalan desde la Asociación Metalgráfica Española (AME), la mayor organización empresarial del sector de la fabricación de envases y cierres metálicos.
Sostenible y competitivo
Denominado como «material permanente», el metal es uno de los más sostenibles que existe ya que puede reciclarse infinitamente sin que pierda sus propiedades físicas o químicas. Por ello, bajo el lema «El Metal se recicla para siempre», AME busca transmitir a los consumidores los múltiples valores de los envases y cierres de metal.
Envases que también ofrecen a las marcas una gran ventaja competitiva: «la adaptación de tamaño, forma y diseño permiten escoger la que mejor se adapte a las necesidades de cada empresa», señalan desde la Asociación Metalgráfica Española.
Seguros e inocuos
Poseen, además, características que los convierten en los más seguros e inocuos: son irrompibles, soportan temperaturas y presiones extremas, ofrecen una barrera total frente a la luz y el oxígeno y no necesitan refrigeración, por lo que resultan perfectos para conservar en un estado óptimo los productos que contienen, manteniendo los alimentos frescos y preservando sus nutrientes hasta cinco años.
Todas estas características de versatilidad, maleabilidad, homogeneidad y reciclabilidad hacen que el metal pueda ser considerado como un supermaterial que permite revolucionar los procesos industriales; una auténtica caja fuerte que aporta eficiencia a la cadena de suministro, y una solución fácil y cómoda para el consumidor final.