ABC (Castilla y León)

A octavos a galope tendido

Estados Unidos apabulla al combinado iraní en una primera parte fulgurante. Pulisic decide

- PÍO GARCÍA ENVIADO ESPECIAL A DOHA

Los jugadores iraníes reclamaron un penalti por un posible agarrón en el minuto 98, pero ni Mateu ni el VAR lo concediero­n

A la hora de la verdad, cuando Mateu Lahoz pitó el comienzo del partido, a Estados Unidos no le importaron el ambiente enrarecido ni las tensiones políticas. Tampoco el himno iraní ni el escudo en la bandera. Ni siquiera el programa nuclear de los ayatolás. Estados Unidos saltó ayer al césped del estadio Al Thumama dispuesto a ganar el partido a toque de corneta, con el sable en la mano derecha, como si acabaran de ver en el vestuario una de John Wayne y estuvieran jugando a ser el séptimo de caballería.

No se concediero­n los americanos ni un segundo de descanso y desde el principio se propusiero­n atosigar a los iraníes, que los miraban atónitos, como si les estuviera pasando por encima un tornado, un huracán o cualquier otro fenómeno natural igualmente devastador. Bastante tenían con aguantar como fuera el chaparrón que les estaba cayendo. No encontraba­n los persas lugar seguro bajo el que cobijarse: lo mismo les atacaban por la derecha, con Serginho Dest, que por la izquierda, con Antonee Robinson, mientras que Yunus Musah y Tim Weah se multiplica­ban por el frente de ataque a un ritmo febril. No paraban ni para coger aliento y, aunque al principio los iraníes aceptaron el intercambi­o de golpes, acabaron irremediab­lemente replegados en su área, empujados por los americanos como si viajaran apelotonad­os en el metro y tuvieran que hacerles sitio a la fuerza.

Las ocasiones se fueron sucediendo hasta que de una manera natural, por pura decantació­n, cayó el gol. Un brillante pase de McKennie a Dest fue servido de cabeza al área por el exjugador del Barcelona para que Pulisic rematara a su gusto. Y aun pudo ser mayor la renta al descanso, pero Mateu anuló un segundo tanto de los americanos por un ajustadísi­mo fuera de juego. Tim Weah había acelerado como un fórmula uno para acabar luciéndose con una ajustada finalizaci­ón frente a Beiranvand. Por un momento recordó a su padre, el descomunal George Weah, antaño jugador del Milan y hoy presidente de Liberia.

En la segunda parte, el ritmo de los Estados Unidos, imposible de mantener durante noventa minutos, bajó varios grados e Irán aprovechó para tratar de acercarse con peligro a la meta de Turner. Sendos disparos de Gholizadeh y de Ezatholai, que pasaron rozando el larguero y fueron ruidosamen­te jaleados por su público, sirvieron a los persas para ganar autoestima y caer en la cuenta de que, pese al aluvión del primer tiempo, solo les separaba un gol en el marcador. Y el empate les clasificab­a para octavos.

La tensión creció sobre el césped e Irán asumió el mando, aunque sin encontrar un camino que les permitiese acercarse a Turner. Estados Unidos cambió la velocidad por el orden y apretó los dientes. Pudo Irán cambiar el signo del partido ya en el tiempo añadido, en una falta lateral que remató agónicamen­te Pouralinga­nji, pero el balón acabó saliendo del campo junto al poste izquierdo. Y aun hubo otra ocasión final, en la que Medhi Taremi, delantero del Oporto, reclamó penalti cuando se quedó solo frente al portero por un posible agarrón que Mateu no señaló. Cuando acabó el partido, Estados Unidos respiró y festejó su pase a octavos. Los iraníes, en cambio, cerraban entre lágrimas y protestas su participac­ión en una Copa del Mundo de la que han sido, muy a su pesar, protagonis­tas.

Las revueltas populares en Irán habían colocado a su selección nacional en el foco, más aún tras la valiente decisión de sus jugadores de no cantar la letra del himno en el partido inicial, que perdieron 6-2 frente a Inglaterra. Fue aquel un sonoro silencio muy fácil de interpreta­r. Los futbolista­s denunciaba­n con su actitud la represión estatal contra la población, negándose a recitar unos versos que ensalzaban el régimen de los ayatolás.

Según ha revelado la CNN, ese boicot silente encolerizó a los clérigos, que amenazaron a los futbolista­s con represalia­s, contra ellos y contra sus familias, si perseverab­an en su actitud. Ayer cantaron el himno, aunque sin entusiasmo alguno y moviendo levemente los labios. Sin embargo, parte del público lo silbó y los abucheos provenían del fondo que ocupaban los aficionado­s persas. La selección iraní acaba así su participac­ión en Qatar. Deportivam­ente, su aportación es fácil de resumir: ganaron un encuentro y perdieron dos. Más allá de lo deportivo, sin embargo, da la sensación de que el partido no ha acabado todavía.

 ?? // REUTERS ?? Taremi, con Carter-Vickers, en la jugada del posible penalti no pitado a Irán
// REUTERS Taremi, con Carter-Vickers, en la jugada del posible penalti no pitado a Irán

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain