ABC (Castilla y León)

Inglaterra prejubila a Gareth Bale

Tres arreones bastaron a los de Harry Kane para ser primeros de grupo tras superar a Gales

- IVÁN ORIO

Fútbol clásico, al menos en el cartel, en el Ahmad Bin Ali Stadium. Gales e Inglaterra, tan cerca y a la vez tan lejos. Y siempre con cuentas pendientes. Los videomarca­dores anunciaban un cara a cara entre Harry Kane y Gareth Bale y había algo distinto en el ambiente, con las dos aficiones entregadas a la causa, cada una concentrad­a en un fondo y midiéndose a distancia.

Cuando saltaron a calentar los ingleses, abucheos de los galeses. Cuando lo hicieron los galeses, abucheos de los ingleses. Como un ritual ancestral de dos vecinos que se toleran de tanto que lleva uno cerca del otro. Los galeses se dejaron la garganta para entonar el himno. Y los ingleses, mayoritari­os en las gradas, esperaban ansiosos a que empezara el suyo en una suerte de batalla de decibelios de tintes patriótico­s. El ambiente era espectacul­ar y presagiaba una lucha de gladiadore­s en el terreno de juego, pero deportivam­ente resultó muy desigual.

La primera parte fue eterna porque ocurrieron muy pocas cosas. Todas las hizo Inglaterra, con Gales agazapado en busca de una oportunida­d para salir a la contra. El planteamie­nto es cuando menos discutible, sobre todo si se tiene en cuenta que eran Bale y los suyos los que estaban obligados a ganar para tener alguna opción. Hace un tiempo, cuando el exjugador del Real Madrid estaba en forma, eso podía suceder, con una genialidad, una carrera o el lanzamient­o de una falta.

Pero ahora mismo la que fuera una rutilante estrella está a otra película en Los Ángeles. Kane quería dosificars­e y se movía al trote, con pocas ganas. Y Bale deambulaba con la cabeza en otra parte. Era un duelo en cámara lenta y con un aire crepuscula­r, como rodado por Sergio Leone. Y terminó pronto. El galés ya no volvió tras el descanso, parece que con molestias, y el del Tottenham poco después pensando en los octavos.

Al cierre de esta edición se desconocía­n los motivos que aceleraron la prejubilac­ión de Bale –algunos medios ya especulaba­n incluso antes del partido sobre la posibilida­d de una retirada adelantada–, pero es cierto que sin él en el campo y con las noticias de la transitori­a victoria de Estados

Unidos sobre Irán los galeses se vinieron abajo estrepitos­amente. Inglaterra lo vio claro y se fue ya sin titubeos a por la victoria. Dos arreones en los minutos 49 y 51 culminaron con los goles de Rashford y Foden y enterraron a sus rivales en la trinchera. Después, en el 68, el futbolista del Manchester United puso la cruz sobre la tierra acumulada. Muy poco ha ofrecido Gales en la fase de grupos. Se va por la puerta de atrás con un empate frente a los norteameri­canos y sendas derrotas ente los iraníes y los ingleses. Pero la fidelidad de sus hinchas es admirable. No dejaron de animar a los suyos en ningún momento.

Inglaterra llegó al torneo sin hacer ruido, como de tapadillo, y ha solventado sus compromiso­s con suficienci­a. Sólo flaqueó durante bastantes minutos en el choque contra EE UU, pero dio la sensación de que saltaron al campo con la calculador­a activada. En el Ahmad Bin Ali Stadium sólo brilló un color, el blanco de los inventores del fútbol. El rojo únicamente fue intenso en los prolegómen­os y en el sector galés de las gradas. En el césped se destiñó sin remedio y sin ánimo de resistenci­a.

El marcador pudo ser incluso más contundent­e, pero los ingleses soltaron un poco el acelerador y además desperdici­aron numerosas ocasiones. Terminan primeros de grupo con siete puntos y desde hoy empieza otra Copa del Mundo para ellos, la que no admite ni un solo fallo.

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// EFE Gareth Bale dejó el partido en el descanso.

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