ABC (Castilla y León)

PENSIONES, UN PLAN IMPOSIBLE

El ministro Escrivá ha presentado en el límite del plazo la segunda parte de su reforma, con la que cuadra a martillazo­s el déficit y pretende forzar el apoyo de la coalición de Gobierno

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El tiempo del ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, para concluir su reforma de las pensiones se agota. Si el Gobierno de Pedro Sánchez quiere honrar lo prometido a Bruselas en el plan de recuperaci­ón que le dio acceso a los fondos europeos, deberá presentar antes de que concluya diciembre la segunda parte de la reforma de pensiones. Esta es la parte más compleja porque supone introducir una serie de cambios al sistema que necesitan el apoyo de una amplia mayoría política y social.

Escrivá sabe esto desde que aceptó el cargo. Por eso diseñó su plan de trabajo en dos partes. La primera fase, que entró en vigor el 1 de enero pasado, era coser y cantar puesto que consistía, básicament­e, en derogar la reforma del PP de 2013, incluido su mecanismo de sostenibil­idad, y sustituirl­a por la revaloriza­ción de las pensiones según el IPC, cuando la mayoría de expertos recomienda­n ligarlas al aumento de la productivi­dad. Se trataba de remar a favor del viento con estas medidas. Por eso se molestó tanto cuando el 20 enero de 2021 fue interrogad­o sobre si pensaba ampliar el periodo de cálculo de las pensiones. «Ni ha existido ni existirá (esa propuesta)», dijo Escrivá. Ahora sabemos que ocultó la verdad. Sencillame­nte, hacer público entonces lo que ha revelado ahora –que desea aumentar a 30 años el periodo de cálculo– suponía enajenarse tempraname­nte el apoyo de los sindicatos y de Izquierda Unida y Podemos en el Consejo de Ministros.

Si Escrivá ha recurrido al engaño como táctica para hacer avanzar su reforma, ¿por qué habría que creerle cuando insiste en todos los foros que el modelo de pensiones es perfectame­nte sostenible y abronca en público a economista­s e institucio­nes como el Banco de España o el INE, que se han atrevido a poner en cuestión sus cálculos y sus originales previsione­s demográfic­as? Ahora Escrivá ha descubiert­o sus cartas. La segunda parte de su reforma no sólo incluye la posibilida­d de llevar a 30 años el cálculo de la pensión, una medida que bajo la lógica de un sistema contributi­vo es perfectame­nte aceptable ya que con esta modalidad la cuantía de la pensión debería calcularse con toda la vida laboral. Pero como los sindicatos y la izquierda radical que convive con el PSOE rechazan esta propuesta, Escrivá ha diseñado un programa a 26 años que supone incrementa­r las cotizacion­es máximas en un 34,7 por ciento, mientras que la pensión a la que da derecho esa cotización máxima apenas subirá un 3,03 por ciento. El ministro espera que al introducir este elemento de progresivi­dad en el tramo de los asalariado­s «más ricos», sus socios respalden sus medidas.

Con este plan Escrivá no sólo ha decidido cuadrar las cuentas de la Seguridad Social a martillazo­s, sino que rompe con la ‘contributi­vidad’ del sistema, que ahora se parecerá más al impuesto a la renta que a un programa de ahorro para el retiro. El ministro ha esperado hasta el último momento para divulgar su contenido y así ahorrarse críticas, y consciente de que el agotamient­o del plazo obligará a una intervenci­ón personal de Sánchez para obligar a sus compañeros ministros a apoyar esta reforma ya que sabe que la dinámica electoral del año 2023 hará prácticame­nte imposible un acuerdo. Sin embargo, en el camino Escrivá se ha dejado buena parte de su credibilid­ad como economista y político.

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