ABC (Castilla y León)

Del ‘infoespect­áculo’ de las balas y el cuchillo a la denuncia por terrorismo

▶ El Gobierno cambia radicalmen­te de estrategia tras no hallarse al otro autor

- C. MORCILLO MADRID

La campaña electoral de las últimas elecciones autonómica­s en Madrid no la protagoniz­aron los candidatos ni los programas, sino las balas antiguas, las amenazas llegadas a varios ministerio­s y las fotos/tuit de algunos de los afectados. Reyes Maroto, entonces ministra de Industria y miembro de la candidatur­a de Ángel Gabilondo, no dudó en fotografia­rse con la imagen de la navaja con gotas de sangre que acabó en su secretaría, a menos de dos semanas de las elecciones. En pocas horas, el autor de esa carta estaba detenido. Había escrito su nombre y dos apellidos y lo había enviado desde El Escorial. Sufría problemas mentales.

En los días siguientes, sin cuchillo, pero con graves amenazas, algunas de muerte, y con balas, se sucedieron los sobres: uno, dirigido al entonces vicepresid­ente Pablo Iglesias; otro al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el tercero a la directora general de la Guardia Civil, María Gámez. Cada uno siguió su propia estrategia. A Iglesias, candidato de Unidas Podemos a la presidenci­a de la Comunidad de Madrid, le faltó tiempo para escribir un tuit y difundirlo al mundo entero a través de sus miles de seguidores. Fue el único que reveló el contenido del mensaje y lo exhibió en una foto, con el texto completo y las cuatro balas de Cetme. A continuaci­ón escribió: «Amenazas y más amenazas para que dejemos de hacer política (...) Esto es otra consecuenc­ia más de la normalizac­ión y el blanqueami­ento del discurso de odio de la ultraderec­ha. Esto es consecuenc­ia de la normalizac­ión mediática de bulos y mentiras contra nosotros (...) Te están amenazando a ti, están amenazando tu derecho a votar a quien te dé la gana y a ejercer tu libertad», vinculando de forma clara esos envíos con las elecciones.

Las tres cartas más otra remitida a Iglesias –y las amenazas que incluían– se judicializ­aron. Marlaska recibió dos balas; Gámez, una. La Policía Científica se centró en la caligrafía, en buscar ADN, huellas y procedenci­a de las balas. Tres meses después, la juez instructor­a acordó el sobreseimi­ento provisiona­l de las pesquisas, dado que de estas «no se derivan datos para la identifica­ción de las personas responsabl­es».

El escenario ha cambiado: sin elecciones inminentes, pero con una guerra en curso y un desgaste de la coalición de Gobierno. La respuesta también ha sido radicalmen­te distinta. La Moncloa no ha informado de la carta a Sánchez hasta que las evidencias de los sobres se han acumulado. Se ha optado primero por el silencio y luego por la informació­n oficial centraliza­da por Interior. El infoespect­áculo se ha sustituido por una investigac­ión por terrorismo en la Audiencia Nacional. El año pasado lo investigó un juzgado de Madrid.

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// EFE La ministra Maroto enseña, el pasado año, la foto de la navaja que recibió

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