La OSCE aborda los crímenes de guerra rusos y la OTAN insiste en enviar armas a Kiev
▶ Para Polonia, cualquier acuerdo beneficioso para Rusia sería «una bomba de relojería»
La vicesecretaria de Estado de EE.UU., Victoria Nuland, celebró ayer que «Putin haya fracasado en su esfuerzo por dividir y destruir a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)». En Lodz, Polonia, donde se reunían ministros de 55 países, destacó la enorme «unidad y resiliencia» mostrada por los participantes, respondiendo así a las amenazas rusas por haber negado los anfitriones polacos el visado de entrada a su titular de Exteriores. Pero el caso es que sí hubo discusión al respecto. El ministro de Exteriores de Austria, Alexander Schallenberg, consideró «desafortunado» el gesto y advirtió que «si no usas una plataforma que ha estado ahí desde la Guerra Fría, desde 1975, para lo que realmente fue creada, para el intercambio, incluso en tiempos difíciles, caeremos en la trampa de pensar que solo queremos sentarnos con aquellos que funcionan como nosotros, que piensan como nosotros».
«No destruyamos esta plataforma única que fue nuestra respuesta colectiva a las tensiones de la Guerra Fría, a la profunda división entre Oriente y Occidente», enfatizó Schallenberg en su discurso, mientras el ministro ucraniano, Dmitro Kuleba, reiteraba la petición de su Gobierno para que la OSCE revoque la membresía de Rusia. «Si un país ha decidido atacar a la OSCE en sus valores, entonces 56 países estamos juntos defendiéndolos», zanjó la ministra alemana Annalena Baerbock.
Ya en 2020, Rusia y los estados de Asia central bloquearon la extensión del mandato de los cuatro puestos principales de la organización, lo que llevó a una crisis institucional durante meses. Schallenberg teme una situación similar que bloquee la aprobación del presupuesto, pero la aplicación del denominado ‘mecanismo Moscú’ permitirá la toma de decisiones sin unanimidad. La organización, en todo caso, pierde influencia en este estado, como lo demuestra el hecho de que Nuland sustituyese a Antony Blinken, que alegó problemas de agenda.
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, anunció que promoverá una propuesta para la creación de un tribunal especial para los crímenes en Ucrania y prometió estudiar «todas las posibilidades legales» para conseguir que los 20.000 millones embargados a oligarcas rusos y los 300.000 millones del Banco Central de Rusia que controla ahora mismo la UE «sean utilizados para la reconstrucción de Rusia».
Canales de comunicación
Pero el melón de la reconstrucción no se abrirá hasta el alto el fuego y en Lodz se escuchan opiniones diversas sobre la posibilidad de negociaciones. Hungría pidió abrir y mantener canales de comunicación con Moscú porque «el invierno se acerca y miles de familias ucranianas no tienen ya acceso a electricidad, calefacción o agua», dijo el ministro Péter Szijjártó. En su opinión, «renunciamos a la esperanza de paz si renunciamos a la comunicación». Szijjártó recordó que hace dos semanas, cuando varios misiles disparados desde Ucrania cayeron en suelo polaco, podría haber comenzado la tercera guerra mundial «si los dirigentes polacos no hubieran tratado el tema con tanta sangre fría y tanta responsabilidad».
Pero precisamente el presidente polaco, Andrzej Duda, restó importancia al diálogo y subrayó que cualquier acuerdo beneficioso para Rusia a expensas de Ucrania sería una bomba de relojería para el sistema de seguridad en Europa. Esa fue también la posición del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que a primera hora en Berlín había insistido en la necesidad de volcarse en el apoyo militar a Ucrania, que reporta falta de municiones y fallas en los sistemas de artillería suministrados por Alemania y Holanda, Panzerhaubitzen 2000, argumentando que «si los sistemas totalitarios ven ahora que pueden tener éxito, todos pagaremos un precio mucho más alto».
Stoltenberg ha pedido expresamente a Alemania que aumente sus envíos de municiones a Kiev y ha prometido por su parte el establecimiento de un puesto de control específico para monitorear la infraestructura gasística costera y mar adentro, como las plataformas de producción, tuberías y cables.
El caso es que Alemania tiene sus propios problemas de equipamiento. Hay informes que sugieren que, si el país entrase hoy en guerra, su Ejército tendría municiones suficientes para dos días de contienda. Después el alto el fuego sería forzoso. Berlín ha implementado una partida presupuestaria extraordinaria en 2023 de 100.000 millones de euros para cubrir esa carencia y EE.UU. está ofreciendo sugerencias sobre cómo invertirlos.
Países como Austria o Hungría pidieron abrir canales de comunicación con Moscú porque «el invierno se acerca»