China se infiltra en las universidades europeas a la caza de investigación
Un informe desvela cómo el país financia a científicos europeos a cambio de resultados de estudios
En noviembre de 2021, la Universidad de Darmstadt, en Alemania, publicó una investigación que mejora la tecnología de monitorización de personas en movimiento. El equipo científico estaba compuesto por un profesor del Instituto Fraunhofer, alemán, y cuatro investigadores chinos becados por la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa (NUDT), que pertenece al Ejército chino. Uno de ellos es ahora profesor en esa universidad china con sede en Changsha e imparte esa información, que seguramente sirve para optimizar las capacidades del ejército asiático.
Europa ha ido torpemente blindando sus sectores estratégicos contra la inversión china e inmunizando a sus empresas contra el espionaje industrial, pero tanto las universidades europeas como numerosos centros de investigación siguen desprovistos de protección contra la declarada ambición de China de convertirse en la primera potencia en ciencia y tecnología a mediados de este siglo. A simple vista, se puede observar en las universidades centroeuropeas la creciente presencia de estudiantes chinos y algunos escándalos sirven de alarma contra una estrategia china bastante generalizada.
Uno de ellos ha sido el cierre del Centro Cultural de Derechos Humanos de la Universidad VU de Ámsterdam, que el rector Jeroen Geurts decidió suprimir después de que un comité independiente estableciese que había recibido 300.000 euros de China para una investigación cuyos resultados blanqueaban la situación de los derechos humanos en ese país. La comisión señaló en su informe que «el mundo académico debe demostrar que está lidiando con el hecho de que el riesgo de influencia no deseada o incluso de interferencia se ha convertido en una realidad».
China proporciona dinero a científicos de la UE a cambio de los resultados de su investigación, haciéndose con tecnologías duales civil-militares que podrían usarse para modernizar el ejército de Pekín o suprimir derechos humanos. Según un primer estudio publicado por la Asociación para Asuntos Internacionales, con sede en Praga, «los documentos chinos son muy claros sobre las áreas en las que el país está interesado en el extranjero: inteligencia artificial, tecnologías cuánticas, circuitos
integrados, investigación espacial, investigación de nuevos materiales, neurociencia y biotecnología». A la autora del estudio, Ivana Karásková, le preocupa que la UE carece de un enfoque coherente para proteger la ciencia y la investigación del espionaje chino. El estudio ha identificado 203 proyectos de investigación en la República Checa con financiación exclusivamente de fuentes chinas. Varios de ellos se nutren del programa ‘Thousand Talents’ (Mil Talentos), cuyo objetivo es reclutar investigadores extranjeros en campos científicos clave y uno recibe directamente dinero de la Comisión Militar Central, la máxima autoridad de las fuerzas armadas chinas. Además de la República Checa, el estudio se centró en los ámbitos académicos austriacos y eslovacos.
Los datos muestran que 284 académicos
austriacos trabajan en investigaciones financiadas exclusivamente desde China, mientras que en Eslovaquia el número de investigaciones en esta situación es de solo 18. Hasta aquí llega el estudio, pero la analista de datos Veronika Blablova, que ha colaborado con la auditoría, está segura de que en el resto de países europeos se dan proporciones iguales o mayores de estos casos. El problema, de hecho, no pasa inadvertido para las autoridades europeas.
Protección desigual
El pasado mes de enero, la Comisión Europea publicó un conjunto de herramientas para comenzar a abordar la interferencia extranjera en el sector de la investigación y la innovación, que debería ayudar a las instituciones a salvaguardar su libertad académica, incluidos los resultados de la investigación y los activos intelectuales. Finlandia ha tenido muy presente ese documento y, según la asesora del Ministerio de Educación y Ciencia, Tiina Vihma-Purovaara, algunas universidades e instituciones científicas finlandesas han interrumpido ya definitivamente la cooperación con China y el resto limita su presencia a proyectos multinacionales para limitar su influencia.
Otros países europeos, sin embargo, viven más ajenos el riesgo de la cooperación con China. Italia fue uno de los primeros países occidentales en firmar un acuerdo intergubernamental de cooperación científica y tecnológica con China en 1978, formalizada en un Memorando de Entendimiento en 2019. Ejemplos de esa cooperación son la Agencia Nacional de Nuevas Tecnologías, Energía y Desarrollo Económico Sostenible (Enea) y la Academia de Ciencias de China (CAS).
En el caso de España, muchas universidades tienen prohibida la cooperación en investigaciones orientadas a fines militares, pero a menudo los objetivos de los proyectos son híbridos en su finalidad. Según los datos de ‘China Science Investigation’, 149 publicaciones españolas entre enero de 2000 y febrero de 2022 están firmadas o cofirmadas por investigadores chinos becados por la NUDT y están focalizadas en sectores como la inteligencia artificial, la robótica, los semiconductores, los vehículos no tripulados y la tecnología de radar, bastante por detrás del Reino Unido (1.389), Alemania (349), Holanda (288), Suecia (230) y Francia (175). «Creo que cualquier cooperación europea con universidades chinas debería ir acompañada de una evaluación global de los riesgos para la seguridad nacional», advierte el eurodiputado neerlandés Bart Groothuis, miembro de la comisión de Industria, Investigación y Energía.
149 publicaciones españolas, entre enero de 2000 y febrero 2022, están firmadas o cofirmadas por científicos chinos
El interés de Pekín está en inteligencia artificial, neurociencia, nuevos materiales y biotecnología