Ana Calvo, la española que ha dado luz a San Patricio
La fachada de la catedral católica de Nueva York, uno de los iconos de la ciudad, se ilumina por primera vez en su historia
Una multitud miraba ensimismada la otra noche el despliegue navideño de Saks Fifth Avenue, los grandes almacenes en la Quinta Avenida, con su fachada tatuada de luces en movimiento. «Creo que ahora hacen un espectáculo», decía una turista. Eso fue la semana anterior, cuando Elton John cantó aquí en directo para inaugurar el montaje. La joven debía haberse confundido con la actuación esa noche de Alicia Keys –un especial televisivo– en la plaza de Rockefeller Center, ahí mismo, con su árbol navideño a punto de encenderse y un público jovial con gorros de Papá Noel en tonos rojos y verdes. Antes de llegar allí, una entrada estaba tomada por una masa de neoyorquinos y visitantes arremolinados alrededor de tres intérpretes –parecían robados de algún musical de Broadway– cantar villancicos cursis.
Es probable que nadie –o casi nadie– de la marabunta navideña en estas manzanas del Midtown neoyorquino –capital del ‘jingle bells’– se diera cuenta de un acontecimiento: por primera vez, uno de los iconos de la ciudad se contagiaba de la luz navideña en las señaladas fechas.
La catedral de San Patricio es una bomba lumínica en su interior, con sus naves inundadas de luz para el disfrute del turista y del feligrés. Por fuera, en invierno, su fachada neogótica es como un fantasma que se asoma a la Quinta Avenida, con la única luz del reflejo que emite la ciudad. Eso cambió el pasado martes por la noche, y una española ha tenido mucho que ver con ello. Es Ana Calvo, cuya consultora de arte, Coolture, ha impulsado la idea de iluminar la catedral, terminada de construir en 1879. «Todo empezó con un proyecto de videoproyección sobre la fachada», explicaba la responsable a este periódico pocos minutos después de que encendieran las luces.
La idea le pareció demasiado ambiciosa a las autoridades del arzobispado de Nueva York –«yo les dije que el Papa ya había permitido algo así en el Vaticano», dijo sobre un proyecto similar en la plaza de San Pedro– pero sí vieron con buenos ojos empezar a llenar con luz la fachada de su
catedral. También porque Coolture, con experiencia en la transformación de otros lugares emblemáticos de Nueva York, consiguió hacerlo sin coste con las donaciones de sus socios en el proyecto: la firma de diseño de iluminación L’Observatoire International y Nanometer Lighting, que junto a Color Kinetics han proporcionado las luces. «La luz da la bienvenida y sirve también para recordar a los millones de personas que pasan por aquí que Jesucristo también está en medio de la Quinta Avenida», aseguraba delante de la fachada el padre Enrique Salvo, rector de la catedral.
La iluminación es sobria, sutil y temporal: se apagará el próximo febrero. Emite luz desde dentro del templo, con una presencia tan contenida que quizá no reparen en ella los viandantes despistados.
Pero, por primera vez, asoman hacia fuera los colores de su rosetón y se ilumina la cruz que remata la portada. El conjunto no tiene nada de la espectacularidad de la decoración navideña de las tiendas de lujo de alrededor o del majestuoso árbol de navidad de Rockefeller Center.
La bomba lumínica «La luz da la bienvenida y sirve para recordar que Jesucristo también está en medio de la Quinta Avenida»