Educando a mi cuñado
He tenido una discusión con mi cuñado. Es un cuñado inventado, pero sirva para el caso, porque de cuñados está lleno el mundo. El caso es que he discutido con una de esas personas que no solo lo saben todo, sino que, además, lo saben antes que nadie. Una maravilla, señoras y señores. Dice mi cuñado que «jo, qué suerte tienen los discapacitados de tener plazas de aparcamiento». Que tal y como está la ciudad, que «quién pudiera dejar el coche en un ‘sitiazo’». Yo, la verdad, a la primera frase ya estaba eligiendo armas para la lucha. De las dialécticas, se entiende. Pero como últimamente, por recomendación médica, estoy muy ‘zen’, he pensado que entre ‘fight or flight’, lo mejor era salir volando de allí. Mi cuñado inventado seguía erre que erre con lo de que «si es que tienen muchas ayudas»; «si algunos están mejor que yo…». Vamos, una revisión pormenorizada del argumentario cuñadil. Pero como hoy es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad –que promueve los derechos y el bienestar de estas personas en todos los ámbitos de la sociedad– he pensado que qué mejor momento para explicarle cuatro cosas, la primera de las cuales es la empatía. Esa que no tiene él para con las personas con discapacidades distintas. Y me he quedado tan a gusto, oye. No me sean cuñados. Sean personas.
ADELA REQUENA BOLUDA VALENCIA