ABC (Castilla y León)

Vuelve el debate de la posesión estéril

▶España se acerca al millar de pases por partido, más que nadie, pero eso no se traduce en ocasiones de gol, donde tiene a siete seleccione­s por delante

- JAVIER ASPRÓN

Japón ha quebrantad­o lo que hasta ahora era una plácida estancia de España en Qatar, donde la ausencia de conflictos, más allá de la salida por lesión de Gayà, mantenía al personal más pendiente de los ‘streaming’ de Luis Enrique que de otra cosa. Hoy el debate ya es otro más futbolísti­co, porque vuelve a estar en cuestión la efectivida­d del juego de la selección. El mismo estilo que se ensalzó tras la goleada a Costa Rica empieza a generar dudas apenas una semana después. Son dilemas lógicos, porque el equipo repite un patrón ya conocido que no ha salido demasiado bien en los últimos tiempos. España domina, se queda con el balón, pero salvo contadas excepcione­s no muerde. En el pasado Mundial de Rusia batió el récord de pases en el encuentro de octavos en el que se fue para casa, en donde solo tiró una vez entre los tres palos. También fue la mejor en ese apartado en la Eurocopa del año pasado. Ahí su efectivida­d de casi el 90% en las entregas le dio para alcanzar las semifinale­s y que la afición volviera a enganchars­e a la selección, pero se fue de ahí con solo una victoria en los noventa minutos reglamenta­rios (Eslovaquia).

Hoy vuelve a ser el equipo con mayor posesión con muchísima diferencia sobre el segundo, que es Argentina, pero empieza a percibirse que esa pertenenci­a de la pelota es algo estéril. En la Euro, España sí fue capaz de traducir su dominio en ocasiones de gol, algo que no está ocurriendo en Qatar, donde es la octava en número de disparos y la novena en ocasiones claras. Con todo, los siete goles ante Costa Rica mantienen a la selección como la más goleadora del Mundial junto a Inglaterra, lo que no deja de ser un argumento para desmentir esa falta de profundida­d.

Ante Japón se volvió a rozar el 80 por ciento de control del juego y a superar los mil pases. Solo Rodri dio 215, lo que le convierte en el primer jugador que supera los 200 pases en un partido de la Copa del Mundo desde que hay datos fiables. En la primera mitad, la cosa funcionó, porque la presión de España era buena y el balón apenas le duraba a los asiáticos unos segundos. Solo un par de errores defensivos de Busquets y los riesgos habituales al jugar con Unai Simón desestabil­izaron a un equipo que, por otro lado, tampoco forzó la máquina después del gol de Morata.

Aquel hubiese sido un plan fantástico de haberse repetido en la segunda mitad. Pero entonces ocurrió algo que, pese a que era previsible, sorprendió a los chicos de Luis Enrique. Japón se lanzó a la desesperad­a a por el empate y le quitó el control del partido. España es una gran selección con el balón en los pies, pero alcanza tintes mediocres cuando se queda a merced del rival. O como decía el entrenador, cuando entra «en modo colapso».

Tras la remontada, Japón volvió a su cueva y España recuperó el control. Pero para entonces el desgaste físico y mental en los jugadores, que durante un tiempo se vieron en el avión de vuelta a casa, había pasado factura. Aumentaron las imprecisio­nes y las pérdidas en el centro del campo. Faltaron, en cambio, el desborde y los uno contra uno. Se fue, otra vez, un equipo encorsetad­o.

«A ver cómo explico que hemos dominado 80 minutos a Japón y perdimos», se decía el técnico asturiano en la rueda de prensa posterior al partido, donde nunca consiguió relajar el gesto. «Intentarem­os buscar soluciones», repetía. Y cobra importanci­a lo de «intentar», porque ante Alemania ya se trabajó y analizó sobre esa pérdida de control en la zona de creación, el origen de todos los males. «Estas situacione­s se van a volver a repetir», reflexionó el técnico, consciente de que el partido ante Marruecos planteará retos similares.

Ayer seguía el buen ambiente en el equipo el primer entrenamie­nto después de la derrota. Una sesión suave en la que faltaron Azpilicuet­a y Dani Olmo. Nada preocupant­e. Hubo risas entre los internacio­nales bajo la atenta mirada de Luis Enrique. Todos ellos tienen claro que vencerán o morirán con la idea que les llevó a Qatar.

La selección regresó al trabajo con risas y buen ambiente y las ausencias por precaución de Dani Olmo y Azpilicuet­a

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// REUTERS Los futbolista­s de la selección, analizando en corro durante el entrenamie­nto de ayer

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