ABC (Castilla y León)

Lenguaraz, ignorante y pusilánime

Franco estaba en el olvido excepto para quienes le odiaban o adoraban y Pedro Sánchez le ha devuelto a los titulares

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HACE falta ser engreído para presumir de haber exhumado de un mausoleo a un muerto hace medio siglo, para enterrarle donde posiblemen­te se encuentre más cómodo, al ser el panteón de su familia. Y, encima, reclamar ser incluido en la historia por ello. Imagino que habrán adivinado a quién me refiero. Pedro Sánchez alardea de haber trasladado el cadáver de Franco del Valle de los Caídos al cementerio de El Pardo. Como si se tratara de la última batalla de la Guerra Civil ganada, ¡al fin!, por los republican­os. Aunque conociéndo­le ya no nos extraña tanto. Se trata de un narcisista de libro, aunque no parece haber leído muchos, al preferir que se los escriban, para quien la realidad es líquida y la verdad elástica; por no hablar de la lealtad, que la reserva para sí mismo no dejando nada para los demás, como muestra la cantidad de colaborado­res que ha quemado, con tal de lograr su única norma de gobierno: mantenerse en el poder a toda costa. Y cuando algo sale mal, a otra cosa mariposa. Franco estaba en el olvido excepto para aquellos que le odiaban o adoraban y él le ha devuelto a los titulares. Que esté en un lugar u otro no afecta a la inmensa mayoría de los españoles ni resuelve sus problemas; pero no importa, ya que así no se habla ni del alza de los precios, ni de la reforma de la Selectivid­ad ni de ninguno de esos problemas que nos están fastidiand­o a todos por arriba y por abajo. Pero alancear muertos ha sido siempre el deporte favorito de ignorantes y pusilánime­s.

Por no hablar de los problemas estructura­les de la nación y del Estado. La amenaza de volver a hacerlo de los independen­tistas catalanes si no se les da el derecho de la autodeterm­inación, Sánchez quiere resolverla de la forma más simple y catastrófi­ca: cambiando el delito de sedición por otro mucho más etéreo de ‘desórdenes públicos agravados’ sin concretar qué agravios son esos. Algo parecido ocurre con la ley del ‘solo sí es sí’ que pronto va a cantarse como ‘La parrala’. Ya que unos jueces lo interpreta­n aplicando la pena máxima y otros la mínima. Por este camino pronto buscaremos la Comunidad o el tribunal más favorable a la víctima o al acusado como antes se buscaban las universida­des menos exigentes para los suspensos.

Menos mal que Felipe González parece haber pensado que las cosas han ido demasiado lejos y advertido que la ley del ‘solo sí es sí’ está mal hecha y que la sedición que ha quedado no es homologabl­e con la de los países europeos, como dice el Gobierno. Podría haber añadido que el Código Penal alemán incluye la alta traición, y que los juicios al asalto al Capitolio estadounid­ense han empezado con las primeras condenas. Siete y diez años de cárcel. El delito, sedición.

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