Confiar en la Iglesia hoy
En España hay actores empeñados en sembrar la desconfianza en la Iglesia
Corren malos tiempos para la Iglesia española en lo que a investigaciones demoscópicas se refiere. Esta semana se hizo público el estudio de confianza de la sociedad española elaborado con el patrocinio de la Fundación BBVA. Los españoles confían en la familia, los amigos y los sanitarios. Sindicalistas, políticos, sacerdotes e ‘influencers’ entre los menos confiables. Sorprende el hecho de que precisamente la Iglesia se presente como una familia, los sacerdotes suelen convertirse en amigos y confidentes, preocupados por la salud espiritual de las personas, y sin embargo socialmente no se perciban como tal.
El informe concluye que «el tríptico ciencia, medicina y tecnología se sitúan en la parte más alta del mapa de confianza, seguidos de la democracia, el Estado de derecho y el mercado. La religión presenta una pauta claramente diferencial, en el que la desconfianza es el patrón dominante». Un dato más, el ejército y la Iglesia católica resultan más confiables entre quienes se sitúan a la derecha ideológicamente y quienes tienen mayor religiosidad, mientras que los sindicatos son mejor valorados entre los de izquierda y los más jóvenes.
No voy a seguir profundizando en los resultados de esta investigación, que se puede encontrar en internet. La hipótesis de que la desconfianza en la Iglesia se haya asentado como marco cognitivo en la mentalidad social de los españoles colocaría a la comunidad eclesial en un escenario complejo. Es evidente que, al margen del histórico debate sobre el anticlericalismo, en España hay actores empeñados en sembrar la desconfianza en la Iglesia. Principalmente los que actúan desde determinadas ideologías, también políticas. Habría que estudiar con más detalle si el permanente goteo de informaciones negativas sobre la Iglesia –véase el caso de la pederastia– está minando la confianza que le prestan los españoles. Pero la clave es qué está haciendo la Iglesia para que ser confiable y, por tanto, creíble. Quizá no hagan falta fórmulas mágicas. Una persona coherente, sincera, trasparente, desinteresada, preocupada por los demás, siempre genera confianza. ¿Acaso no son así los sacerdotes? ¿Entonces?