El español: segunda lengua universal, quinta de traducción
▶Comparada con la que se lleva a cabo en otros países, España carece de una política oficial de traducción y promoción de su literatura
En 1961 la editorial francesa Gallimard, la italiana Einaudi, la alemana Rowolth y la española Seix Barral crearon el premio Formentor. Aquella primera edición distinguió a Jorge Luis Borges y Samuel Beckett. Entonces, la literatura en español –la literatura a secas–—, generaba interés y gozaba de prestigio. Más de medio siglo después, se cumple una década sin Nobel hispanohablante; mientras Francia ha hecho doblete, Javier Marías ha abandonado este mundo sin reinar en Estocolmo y el idioma de Cervantes padece la sequía sueca.
La relevancia de una literatura proviene de la calidad de los libros que la conforman y del interés que suscita en la conversación cultural. La traducción es la constatación de ese fenómeno. El 60% de las traducciones proceden del inglés, que constituyen un coste añadido en el proceso de publicación de un libro. De ahí que la mayoría de los países impulsen programas para promocionar su literatura en el extranjero.
Los noventa fueron la década dorada para la traducción de la literatura española. En aquellos años explotó la obra de Arturo Pérez-Reverte, también aquel Javier Marías rotundo de ‘Corazón tan blanco’, el Carlos Ruiz Zafón cuya ‘Sombra del viento’ aún sopla en las ferias, la eclosión de Javier Cercas, Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina e Ildefonso Falcones.
Los derechos de traducción de un libro tienen dos canales. El primero y más importante opera en las transacciones comerciales que ocurren entre actores privados, por ejemplo, editores y agentes literarios, intercambios que ocurren en determinadas citas y ferias. La más importante, la de Fráncfort, donde se negocia el 80% de los derechos. El segundo canal, que puede favorecer al primero, son los incentivos y políticas oficiales de traducción.
Camila Enrich lleva más de doce años trabajando como ‘scout’ literario especializada en literatura española para distintos sellos internacionales. Representa el eslabón más importante, acaso el más veloz, en la trepidante cadena que convierte un manuscrito en un fenómeno literario. «Antes, las traducciones españolas eran más demandadas. Había más subastas, se pagaban sumas más altas por los derechos, pero de un tiempo a esta parte, la literatura española está de capa caída. Supongo que son ciclos. Influye un buen libro y un buen agente, pero hoy tengo más productores que editores interesados».
María Lynch, directora de Casanovas & Lynch, una de las agencias literarias más importantes de España, tiene una opinión distinta. «La venta de derechos de traducción sigue estando en muy buena forma; por supuesto que hay ciclos, y quizá se ha dado mucha visibilidad a la literatura de autores latinoamericanos, entre otras cosas, porque ha recibido muchos premios, pero la literatura española se sigue traduciendo, mucho y muy bien. En mi agencia están, por supuesto, Javier Marías, también Irene Vallejo, Andrea Abreu, Manuel Vilas, Aroa Moreno... Fuera de mi catálogo hay autores españoles traducidos a muchísimas lenguas».
Sin soporte institucional
Los casos de éxito atienden a la contundencia de un autor y, por supuesto, al engranaje de una industria bien engrasada, pero sin un soporte institucional y una política oficial de incentivos a la traducción, resulta mucho más complejo fortalecer el tejido de una literatura en el exterior. «Las políticas públicas importan. Hay editores extranjeros que, si dispusieran de una ayuda para traducir, lo agradecerían», asegura Daniel Fernández, editor de Edhasa y presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE).
A día de hoy, no existe en España una política sistemática en la materia, al menos si se compara con la que se lleva a cabo en otros países de Europa. Ese es el punto de vista común entre los editores, autores, traductores, agentes y demás actores dentro del mundo del libro global consultados para este reportaje. España se ha ocupado poco de la traducción en su industria más importante, sobre todo cuando se trata de un idioma que hablan 580 millones de personas en el mundo.
«El español es la segunda lengua universal, pero la quinta o sexta en traducción. El apoyo y el fomento deberían de ser una política de Estado. España ha perdido el liderazgo demográfico del ámbito hispanoamericano, pero tiene la primacía editorial y todavía podría, como mínimo, acompañar la presencia latinoamericana en el mundo», insiste Fernández en una conversación con ABC.
Ayudas
Desde 1984, el Ministerio de Cultura y Deporte concede ayudas a la traducción. «Con motivo de la participación de España como invitado de honor en la Feria del Libro de Fráncfort, en 2019 el ministerio aumentó en casi un 45% el presupuesto de sus ayudas a la traducción, manteniendo una partida de 400.000 euros anuales desde entonces», contestan fuentes ministeriales en un escueto y telegráfico correo electrónico a la pregunta sobre el diseño de una política de apoyo y difusión para las obras en el exterior.
También ese año, Acción Cultural Española (AC/E) lanzó un programa de fomento de la traducción a lenguas extranjeras, dotado con 400.000 euros y que centró sus objetivos en cinco mercados estratégicos: alemán, inglés, francés, italiano y neerlandés. «En total, desde 2019 las ayudas del MCD y AC/E suman conjuntamente un presupuesto de 3,16 millones de euros», explican, sin desglosar, fuentes de la cartera dirigida por Miquel Iceta.
Pero la realidad necesita detalles. El acceso a esas subvenciones exige de un papeleo largo y demandante. «El español no es un idioma prioritario para traducir si lo comparas con el inglés o el francés. Así que, sin duda, cuando hay un incentivo o una subvención, se nota la diferencia. Aunque a raíz de la invitación de España a la Feria de Fráncfort ha habido un cambio», explica la agente literaria Ella Sherr, que insiste,
«España ha perdido el liderazgo demográfico, pero tiene la primacía editorial», asegura Daniel Fernández
como otros actores del sector, en la naturaleza lenta y burocrática de los trámites.
«Podemos decir que la traducción mejoró puntualmente con las iniciativas de España como invitado de honor a la Feria de Fráncfort, porque aumentaron las ayudas a la traducción y, sobre todo, las ayudas de traducción de las muestras previas a las firmas del contrato, que son muy importantes para promocionar los libros», asegura la agente literaria María Lynch.
K-pop literario
La experiencia en otros países demuestra el peso que tiene la traducción como mecanismo de promoción y difusión cultural. En Francia, el departamento de literatura del Ministerio de Relaciones Exteriores lanzó en 1993 un programa que ofrecía financiación directa a editoriales para ayudar en los costes de promoción o traducción vía el Bureau du Livre. En Alemania, a través de la Foundation for the Production and Translation of Dutch Literature, se subvenciona hasta el 70% de las traducciones.
Desde el año 2006, Corea del Sur organiza el Festival Internacional de Escritores de Seúl, que durante casi más de una década ha reunido a doscientos escritores coreanos y de otros lugares del mundo, así como a investigadores, críticos y especialistas. Todos tienen en común la experiencia de la traducción del coreano a otras lenguas. Durante la última edición, celebrada en septiembre de este año, el director del Centro Nacional de Traducción, principal motor del festival, equiparó el fenómeno de ‘La vegetariana’, de Han Kang (libro ganador del Man Booker Internacional) a lo ocurrido con el ‘Gangnam style’ o el K-pop. Aspiraban a hacer de la traducción de sus libros lo que hasta ahora han conseguido con la cultura de masas o su producción audiovisual. Hoy tienen acuerdos directos con la Feria del Libro de Bogotá y la Feria del Libro de Buenos Aires.
72 millones de euros
Según las cifras de comercio exterior facilitadas por la Federación del Gremio de Editores de España, en 2021 se facturó un total de 71.58 millones de euros por venta de derechos de autor, una cantidad ligeramente inferior a la de 2020, cuando alcanzó 72,89. Las dos referencias son muy superiores a la de 2009, cuando la facturación alcanzó los 63,01 millones de euros. En el año 2021 el inglés siguió siendo el idioma mayoritario: el 27,8%, seguido del francés (16,5%) y del alemán (9%). Los otros idiomas –italiano, holandés, japonés, chino...– tienen porcentajes de traducción inferior. Según Antonio de María, que no renuncia a ser la voz de los asuntos más variados relacionados con el libro y la FGEE, estas cifras blasonan triunfo: «Cuando yo llegué no existía la compra de derechos». Dejando de lado la invención de la rueda, llama la atención el cálculo que aporta el integrante de la junta de la FGEE. «La venta media por libro oscila entre 3.000 y 1.000 euros».
El programa New Spanish Books, impulsado por el Icex España Importación e Inversiones, promueve la publicación de libros en Alemania, Brasil, EE.UU., Francia, Japón y Reino Unido a través de seis portales. En función de la prescripción de libros elegidos por un comité de expertos locales (editores, críticos literarios, hispanistas) acerca a las editoriales extranjeras la oferta de derechos editados en España. Sus cifras más recientes corresponden a 2019 en Reino Unido, donde se han traducido 72 títulos del español al inglés, de los cuales 57 son obras publicadas por primera vez en este país. Del total, 63 traducciones tienen el castellano como idioma de origen, 6 el catalán y 3 el gallego.
Divide y vencerás…
La Constitución Española, en su artículo 3.2, establece que el castellano es la lengua española oficial del Estado y que las demás lenguas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus estatutos. Al amparo de este marco constitucional, tanto el Instituto Ramón Llull, en Cataluña, como las dependencias culturales en el País Vasco, contemplan subvenciones adicionales a las que ya concede el Ministerio de Cultura.
En el caso de Cataluña existe un plan de financiación de la traducción de obras originales en lengua catalana y occitana (en su variante aranesa) en un 90%. En el País Vasco también se subvencionan obras literarias escritas y publicadas originalmente en euskera a otras lenguas, e incluso a aquellas originalmente escritas en castellano por autores empadronados en la comunidad autónoma vasca, aunque en este caso solo aplica a las primeras traducciones. Estas, junto con el gallego y las demás lenguas del Estado, viajaron a Fráncfort para ser promocionadas como objeto de traducción.