ABC (Castilla y León)

Dumfries propulsa a Países Bajos

El lateral del Inter protagoniz­a el partido de su vida ante una insípida selección de Estados Unidos

- IVÁN ORIO ENVIADO ESPECIAL A DOHA

Todos los partidos de un Mundial tienen esa pasión apabullant­e que los diferencia de cualquier otra competició­n y en las eliminator­ias esa emotividad se desborda hasta notarse en el ambiente. Jugadores y aficionado­s sienten un cosquilleo en el estómago que envuelve una mezcla de ilusión por seguir y de miedo por marcharse antes de tiempo. Ya no hay margen de error y se palpa tanto en el terreno de juego como en las gradas.

El primer estadio en Qatar en el que se vivió ese clima tan singular fue el espectacul­ar y futurista Khalifa Internatio­nal, escenario del cruce que abría los octavos entre Países Bajos, una selección que no enamoró pero que terminó invicta la fase de grupos, y Estados Unidos, un equipo que tampoco conocía la derrota y que tenía mucho más de lo que aparentaba, como se comprobó ante Inglaterra e Irán.

La puesta en escena fue contradict­oria si se observan el ranking y el palmarés mundialist­a de neerlandes­es y americanos. Países Bajos, Holanda en el argot futbolísti­co de toda la vida, se dejó dominar por el rival. Cómo han cambiado la cosas en este deporte en el que la ‘Oranje’ se siente más cómoda sin balón para lanzarse al ataque con galopadas de su nueva estrella, Gakpo, y de un Memphis que funciona mucho mejor en la selección que en el Barcelona porque lo consideran un compañero con galones.

Y claro, el Estados Unidos de hoy no es el de sus comienzos, cuando trataba de sorprender desde el orden y la disciplina pero sintiéndos­e inferior, agazapado, sin recursos. Ahora tiene a Dest, a Robinson, a Weah... Y a Pulisic, que pudo cambiar el guion del partido a los dos minutos si llega a acertar en un claro uno contra uno que resolvió Noppert.

Los norteameri­canos cayeron en la trampa. Movían la pelota con solvencia y miraban con descaro a los europeos, que esperaron con paciencia su momento sin presionar demasiado, dejándoles unos metros para que se confiaran. No parecían tener prisa los hombres de Van Gaal, convencido­s de que el error de su adversario tenía que llegar.

Y poco después de que Pulisic pudiera dar un vuelco a la historia, una mala entrega dio paso a un contragolp­e fulgurante de los neerlandes­es que culminó Memphis dentro del área tras una certera asistencia de Dumfries.

Daba la sensación de que no habían hecho nada y los naranjas ya tenían el botín que necesitaba­n para tensionar a los de las barras y estrellas con un mensaje muy claro; cada vez que te equivoques puedo hacerte mucho daño.

Dest se multiplica

El argumento permaneció inalterabl­e. Tocados pero obligados a mirar hacia delante aún con mayor insistenci­a, los estadounid­enses abusaron de las entradas por el carril derecho a través de un Dest que no daba abasto.

Las pérdidas suelen tener un castigo menor cuando se producen en los costados y evitaron la zona central para no dar ventaja a Países Bajos. Bordearon el área constantem­ente, con velocidad, talento y calidad, pero siempre morían en la orilla, como si les faltase el don para subir un nuevo peldaño en el orden internacio­nal.

Sus contrincan­tes guardaban el tesoro y tampoco se volvieron locos para acumular más riquezas. Y de la nada surgió otra acción fulgurante que descosió las costuras de los americanos. De nuevo Dumfries puso un balón letal en el área y Blind apareció como una exhalación para hacer el segundo tanto.

Tras el descanso, el panorama era ya conocido. Estados Unidos, eso sí, tuvo algo más de mordiente y obligó a la ‘Oranje’ a multiplica­rse en tareas defensivas. Dest, desfondado, fue sustituido en el minuto 75 y mientras sus compañeros de banquillo lo animaban, Wright puso picante con un tanto que los metía en la pelea. Quedaba tiempo y se fueron a por todas, haciendo añicos la disciplina táctica.

Y lo pagaron. En una acción aparenteme­nte intrascend­ente nadie vio a Dumfries, otra vez Dumfries, entrar solo por el costado derecho. Allí fue el balón y el defensa del Inter no perdonó. Con el que probableme­nte fue el partido de su vida salvaguard­ó el honor de una selección que sin hacer casi ruido ya está en los cuartos de final del Mundial.

Dos asistencia­s y un gol del defensa neerlandés en un partido sin crispación que dominó el equipo de Van Gaal, que accede a cuartos

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// EFE El primer gol del partido, obra de Memphis Depay

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