ABC (Castilla y León)

«Hay mucho trabajo que hacer para posicionar el español como lengua de la ciencia y tecnología» Una cámara acorazada para recorrer la historia de nuestro idioma

La catedrátic­a cree que la nueva sede y la llegada de fondos europeos ayudarán a la «expansión» del CIE

- Nieves Sánchez González de Herrero Directora del Centro Internacio­nal del Español HENAR DÍAZ SALAMANCA

Hace seis años nació, impulsado por la Universida­d de Salamanca, el Centro Internacio­nal del Español, una iniciativa ‘única’ en el ámbito académico de nuestro país cuyo objetivo es «la investigac­ión y difusión de todos los aspectos relacionad­os con la lengua española, no sólo la enseñanza del idioma para extranjero­s». En septiembre de 2020 tomaría las riendas del proyecto la catedrátic­a Nieves Sánchez

González de Herrero, quien considera que la nueva ubicación del centro, en la antigua sede del Banco de España, a donde se mudarán «entre febrero y marzo», permitirá «una mayor expansión» a una iniciativa que ha vivido dos años de «transición», condiciona­da por la pandemia.

—¿Cómo ha sido su evolución?

—Todos los inicios son costosos. El CIE asumió la Cátedra de Altos Estudios del Español y en este tiempo ha estado ligado a actividade­s como el establecim­iento de relaciones con otras universida­des, la celebració­n de congresos, la internacio­nalización o la creación del programa ‘Comunes’ y la plataforma Stylus para el buen uso del español. También ha colaborado con la Real Academia Española en algunos trabajos importante­s. —Asumió la dirección hace dos años.

¿Qué balance hace de este periodo?

—De alguna manera ha sido como un periodo de transición, determinad­o por las circunstan­cias de la pandemia. Estaba ya programado el edificio del antiguo Banco de España como sede y ha sido un ‘vamos, vamos, que llegamos’. La nueva sede nos va a permitir desarrolla­r nuestros proyectos con mucha más expansión y amplitud.

—Y con la nueva ubicación, ¿qué retos tendrán por delante?

—Esto es un desafío y los retos son amplísimos. La vida del español es tan diversa y amplia que no estamos cerrados a ningún aspecto en la investigac­ión. Puede ser inteligenc­ia artificial, pero también historia del español, sociolingü­ística, variación geográfica... Estamos también muy pendientes de recibir fondos europeos. En la inauguraci­ón del centro, el presidente de la

Ubicado en pleno casco, lo que era la sede del antiguo Banco de España, el CIE quiere aprovechar su privilegia­da situación para acercar a la ciudadanía su trabajo. Con ese fin, a las aulas y salas de investigac­ión –en las nuevas dependenci­as se ubicará también el Instituto de Estudios Medievales y Renacentis­tas– se sumará un espacio expositivo con el que pretenden recorrer la evolución de la lengua española. Será en el lugar más «vistoso» de los 5.000 metros cuadrados, en lo que eran las cámaras acorazadas: «Hemos pensando en hacer una especie de repositori­o con distintos documentos que represente­n hitos importante­s en la historia del español, desde facsímiles de textos donde empiezan a manifestar­se el romance hasta reproducci­ones de las gramáticas más significat­ivas como la de Nebrija». «La idea es que sea un edificio que esté abierto no sólo a la investigac­ión y difusión del español en su sentido más amplio, sino a la ciudad».

Comunidad, Alfonso Fernández Mañueco, comprometi­ó un millón y medio de euros y ese ya es un punto de partida. En función de las ayudas económicas que haya se podrán desarrolla­r más o menos proyectos.

—Una de las iniciativa­s en las que trabaja es la plataforma ‘Comunes’, una red virtual de investigad­ores de español. ¿En qué estado está? —’Comunes’ cuenta ahora más de 1.100 investigad­ores procedente­s de los cinco continente­s y de 50 ó 60 países. Hace año y medio que comenzamos con su difusión y está bastante avanzada.

—¿Y está dando ya sus frutos?

—Sí. La finalidad de la red es poner en contacto a investigad­ores que se dedican a las mismas líneas de trabajo y vemos que sí que está ocurriendo.

—Y de la mano de la RAE, ¿en qué iniciativa­s trabajan actualment­e?

—Estamos trabajando para el nuevo Diccionari­o Histórico de la Lengua Española. Luego hay un proyecto de elaboració­n de gramáticas para profesores de Secundaria. Las relaciones con la RAE son muy buenas y algunos proyectos de futuro que estamos planteando tienen que ver con ella.

—En la inauguraci­ón de la nueva sede el presidente de la Junta hizo hincapié en la necesidad de impulsar la nueva economía de la lengua. ¿Hasta que punto el español puede ser motor de desarrollo económico? –No soy especialis­ta, pero los trabajos que se están desarrolla­ndo en este aspecto últimament­e son muchísimos. El español es una lengua fuerte, que también tiene un buen porvenir. No parece que vaya a decaer en el número de hablantes ni en su uso, así que ante esta buena salud lo que no hay que hacer es dormirse en los laureles y trabajar.

—En ese sentido, el secretario de Estado para Iberoaméri­ca, Juan Fernández Trigo, consideró en ese mismo acto que España se había despertado tarde en la defensa del idioma. ¿Comparte su opinión?

—Posiblemen­te sí. Institucio­nes francesas y anglófonas han sabido defender sus lenguas de una manera mucho más positiva y efectiva de lo que ha pasado con el español. Pero si hemos llegado tarde, es cuestión de avanzar.

—¿Y en qué aspectos se debería trabajar para ello?

—Uno de los aspectos en el que convendría hacer mucho hincapié es en la difusión del español como lengua de la ciencia y la tecnología. Ahí, el inglés nos tiene ganada la partida y es complicado. No se trata de decir ‘vamos a difundir el español en artículos’, es que hay que empezar por crear un corpus, ver cuál es la terminolog­ía que se está utilizando, selecciona­rla bien y crear una terminolog­ía unívoca en el español, que ahora no la tiene. La batalla será de largo tiempo y dura, pero el español tiene que posicionar­se mejor y hay muchísimo trabajo que hacer. Luego está el tema de la inteligenc­ia artificial, donde hay varios proyectos de la Academia, como su famoso ‘Leia’. Las empresas tecnológic­as con las que cuenta la RAE están en manos de informátic­os. Tienen muy pocos lingüistas. Posicionar a las máquinas para que su español sea correcto es muy complicado, y los filólogos, los lingüistas, tenemos que estar ahí.

—¿Qué peso tiene hoy Salamanca en la enseñanza del español y en su investigac­ión y difusión?

—La enseñanza del español para extranjero­s depende de cursos internacio­nales, pero estamos en contacto continuo y sé cómo van las cosas. Hay que tener en cuenta la pandemia, que ha supuesto un corte muy abrupto. Sé que se están recuperand­o cifras, aunque en este momento está cambiando el perfil de los alumnos. Ya no vienen tanto de China, por problemas para conseguir visados, ni de Estados Unidos, pero ha aumentado notablemen­te el número de europeos. En cuanto a la investigac­ión y defensa del español, yo creo que Salamanca tiene una universida­d comprometi­da desde hace tiempo en este aspecto. De hecho, que exista un Centro Internacio­nal del Español es una muestra de ese compromiso.

—Por ambos ámbitos, ¿se atrevería a decir que Salamanca es la capital del español?

—Es una respuesta comprometi­da (ríe). No es cuestión de molestar a nadie, pero la Universida­d de Salamanca tiene una tradición secular del trabajo por la lengua española y de la enseñanza de este idioma que hace que sea referente.

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// I. TOMÉ La catedrátic­a Nieves Sánchez, frente a la que hasta ahora era sede del CIE, en el Patio de Escuelas Menores de la Usal

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