ABC (Castilla y León)

Iraragorri, el primer gol de España en un Mundial

El jugador del Athletic marcó de penalti contra Brasil en el torneo de Italia 1934

- JON RIVAS

Fue el hermano Víctor, del colegio de los Maristas, quien apreció las cualidades de Josetxu Iraragorri como futbolista. Muy cerca del caserío de la familia, en el campo de la dinamita, le veía jugar y chutar el balón como no lo hacía ninguno de sus compañeros, muchas veces descalzo para evitar la reprimenda de su madre viuda, por tantas alpargatas rotas. José ya había empezado a aprender el oficio de ajustador en la compañía Euskalduna, a la vera de San Mamés. El fraile se puso en contacto con el Athletic y les habló del chico y ahí comenzó la historia. Ahora, el hermano Víctor y José Iraragorri tienen, cada uno, una calle con su nombre en Galdácano. El Chato, además, fue el autor del primer gol de la historia de España en un Mundial.

«No lo sabíamos hasta hace unos pocos años», apunta María, la hija del futbolista, que jugó en el Athletic, pero también en el viejo Gasómetro, con los colores de San Lorenzo de Almagro, y en el España de México antes de regresar al viejo caserío familiar, convertido ahora en hotel y restaurant­e. «Tampoco nos atrevíamos a decirlo, porque en algunos lugares ponía que fue Langara, pero no. Fue mi ‘aita’ quien lanzó aquel penalti contra Brasil». Ocurrió el 27 de mayo de 1934, en el estadio Luigi Ferraris de Génova, en los octavos de final de la segunda Copa del Mundo.

Iraragorri tenía 22 años y ya había ganado tres ligas y tres copas con el Athletic. Había debutado como internacio­nal con 19 años, en San Mamés y contra Italia. «Fue gracias a Luis Regueiro», aclara Joseba, su hijo. «Un gesto de suprema amistad», confiesa María. «Jugaban en el mismo puesto, y Luis fingió una lesión a los 10 minutos para que mi ‘aita’ pudiera jugar en casa su primer partido con España». Sin padre, al que apenas conoció, ya que falleció en un accidente en la fábrica de la Basconia, José se apoyó en otras figuras de autoridad, primero el hermano Víctor, luego Frederick Pentland, su entrenador. «Llegó al Athletic con 17 años y el míster fue un padre para él. Incluso cuando ya retirado le gustaba llevar el traje impecable, la camisa bien planchada», al estilo del entrenador inglés.

Firmó por el Athletic y el club le adelantó el dinero de la ficha, mil pesetas, un dineral en aquella época. Llegó al caserío familiar y le entregó, orgulloso,

los billetes a su madre. «Pero mi ‘amama’ no daba crédito», asegura María Iraragorri. «No se creía que pudieran pagar dinero por jugar al fútbol», así que, «al día siguiente se presentó con mi ‘aita’ en el club, para que allí le dijeran si era verdad que le habían dado las mil pesetas». En las oficinas del Athletic le confirmaro­n que José cobraba por jugar. Empezaba una fructífera carrera, que alcanzó su cénit, después de los títulos rojiblanco­s, con su convocator­ia para el Mundial de Italia en 1934. «Todo estaba preparado para que ganaran los italianos», dice Joseba. «Mussolini había dado órdenes estrictas. Ganar no era una opción, sino una obligación», corrobora María, que dedica parte de su tiempo libre a rescatar recuerdos de la vida de su padre, que falleció cuando los dos hermanos eran muy jóvenes.

En el primer partido de España en la historia de los mundiales, el selecciona­dor, el médico vitoriano Amadeo García Salazar, alineó a Zamora y diez jugadores vascos, y cuando Gorostiza sacó una falta que desvió Zacconi con la mano, fue Iraragorri, un cañón en las piernas cuando disparaba, quien asumió la responsabi­lidad de lanzar el penalti, batir al brasileño Pedroza y pasar a la historia como el autor del primer gol español en un Mundial.

España ganó 3-1 y se enfrentaba en cuartos de final a la Italia de Vittorio Pozzo, que era selecciona­dor y a la vez escribía la crónica de ‘La Stampa de Turín’ que tituló: «Soberbio espectácul­o». Se adelantó España con un gol de Luis Regueiro, después de una falta cometida sobre Iraragorri. En el 45, en un balón sobre el área de España, Schiavio sujetó por la cintura a Zamora mientras Ferrari remataba. El árbitro Beart anuló el gol, pero después lo validó. Obvió también un patadón a Iragorri en el área y anuló dos goles. «El de Lafuente fue un escándalo», recordaba después Ricardo Zamora. «Cogió el balón en su campo, regateó a varios italianos, marcó… Y se lo anularon por ¡fuera de juego!».

Escándalo como en el partido de desempate al día siguiente, con siete jugadores españoles lesionados por el juego sucio italiano. Zamora con dos costillas rotas, Iraragorri también fuera. Bosch cayó víctima de una entrada salvaje, minuto 1; el árbitro anuló dos goles a Regueiro y Quincoces, y dio por bueno el de Giusseppe Meazza, mientras Demaría agarraba al portero Nogués. El escándalo fue de tal calibre que la federación suiza, y después la FIFA, expulsaron al árbitro René Mercet.

Los selecciona­dos regresaron a casa en medio de la indignació­n popular. El periódico ‘La Voz’ comenzó una campaña de desagravio para homenajear a los jugadores, mediante la entrega de una medalla conmemorat­iva. La iniciativa desbordó al diario madrileño, al que se unieron los demás medios, y la suscripció­n popular superó las previsione­s. Se diseñó una medalla de oro con el anverso común para todos y el reverso personaliz­ado con una imagen de cada jugador. «La teníamos guardada en el banco», señala María, «y no sabíamos bien qué significad­o tenía». Ahora está en el museo del Athletic, cedida por la familia.

Se hizo una medalla de oro y el reverso personaliz­ado de cada jugador. La de Iraragorri luce en el museo del Athletic

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 ?? // ABC ?? Alineación de España que se enfrentó a Brasil en el Mundial de Italia 1934. Iraragorri, en primer plano
// ABC Alineación de España que se enfrentó a Brasil en el Mundial de Italia 1934. Iraragorri, en primer plano

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