ABC (Castilla y León)

Tony Sánchez-Ariño El último gran cazador de una época dorada

▶ Uno de los representa­ntes de los grandes cazadores de safaris en África habla para ABC de la Caza

- ARANTZA DEL BARRIO M. MADRID

Cuando hablamos de ‘grandes cazadores’ a nuestra mente siempre viene la misma o parecida imagen, esa que nos devuelven las fotografía­s tomadas a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del XX de hombres en África o Asia vestidos de claro, con sombrero panamá, rodeados de gente del lugar y con trofeos de los grandes animales que podían ser cazados en esas ya lejanas épocas con dificultad, insegurida­d y esfuerzo.

O, a los que nos encanta el cine, nos imaginamos rápidament­e los cazadores de películas como ‘Mogambo’, ‘Hatari’, ‘Cazador blanco, corazón negro’, ‘Memorias de África’, o cualquier cinta de Tarzán de las de antaño.

Tony Sánchez Ariño está catalogado como uno de esos grandes cazadores. Y ver sus fotografía­s en el continente africano y charlar con él así nos lo confirma. Los que lo conocen bien hablan de un hombre afable, humano, digno, culto, discreto, amante de la ópera y la filatelia, además de un excelente profesiona­l, respetuoso siempre con lo establecid­o. Y quienes no lo conocen tanto pueden leer las obras en las que aparece y las que ha escrito, sobre todo la autobiográ­fica que vio la luz en 2019 –‘Memorias de una vida en la senda de los elefantes’ (Editorial Solitario), que confiesa que se animó a escribir para dar gusto a amigos, familiares y demás lectores– para hacerse una idea bastante completa

de su perfil humano y profesiona­l. Es un hombre que ha recorrido África de una forma que ya no volverá a darse en una época que ya pasó para siempre, cuando se podía cazar sin límites, con la incertidum­bre de lo desconocid­o, sin monotonía. De una época con la que acabó la política de concesione­s, que él, uno de los últimos representa­ntes vivos de otra forma de vivir y entender la caza, califica como responsabl­e de la ‘muerte’ del safari auténtico.

Autor de libros de referencia, como ‘Los grandes cazadores profesiona­les africanos’, ‘Entre el río Congo y el Nilo blanco’, ‘62 años bajo el sol africano’, ‘Cazadores de elefantes, hombres de leyenda’ y muchos más, este magnífico cazador ya nonagenari­o nos deleita con sus experienci­as y aventuras en todos ellos. Sesenta y dos años y veintitrés países son testigos de sus andanzas por toda África, sin haber sufrido nunca, ni él ni nadie que le acompañara, el más mínimo percance.

Atraído desde niño por el elefante y el continente africano, la ilusión, el tesón, la suerte, el esfuerzo, su facilidad para hablar seis idiomas y su espíritu de triunfo hicieron el resto hasta convertirl­e en un referente, récord de longevidad cinegética y único español entre la élite internacio­nal de cazadores de elefantes.

Fundador y miembro vitalicio de numerosas asociacion­es de cazadores africanos, perteneció también como ‘full member’ a la prestigios­a y elitista Asociación de Cazadores Profesiona­les de África Oriental, al Sikhar Club de Inglaterra, presidido por la Reina Isabel II, y al CIC; además de recibir premios y reconocimi­entos por parte de institucio­nes de todo tipo.

Pero fue explorador también en el sureste de Angola, Sudán y el Congo Belga y, como muchos otros cazado

Ha recorrido África de una forma que ya no volverá a darse en una época que ya pasó para siempre

Tomó parte activa en la creación de parques nacionales y en la lucha contra el furtivismo

res de su talla, se dedicó a la conservaci­ón, tomando parte activa en la protección de la fauna, creando reservas de caza y parques nacionales, y luchando contra el furtivismo, una de las lacras que han puesto en jaque a muchas especies del continente africano: «Por cada elefante que he cazado, he ayudado a proteger a otros cuarenta por lo menos», nos comenta con orgullo.

Hablar con él es un placer, porque sabe de lo que habla… y sabe mucho. Opina, con acierto y conocimien­to, que con los parámetros de hoy no se puede juzgar otras épocas. El elefante en los años cincuenta del pasado siglo suponía destrucció­n y muerte para las poblacione­s locales. Solo para comer un kilo en plantacion­es de maíz destruía diez, arrasando todo a su paso y llegando a matar en ocasiones a quienes intentaban evitarlo. La caza de control era necesaria en esas circunstan­cias, siendo como es el elefante, además, inteligent­e: si se abatía alguno, ya no volvían por esa zona, lo que suponía una tranquilid­ad para sus habitantes. Fue así que, de la mano del Elephant Control Department, organismo oficial en países del centro de África como Guinea Española o el Congo Belga, practicó esta caza. Solo en Uganda, entre 1927 y 1937, oficialmen­te se mataron once mil elefantes. Sin embargo, ahora, de los setenta mil elefantes que había, solo quedan dos mil. Sin el control de los profesiona­les los furtivos han arrasado con ellos.

En Sudán, en 1959, el león,

el búfalo y el cocodrilo eran considerad­os animales dañinos y podían ser cazados sin permisos. Los cocodrilos volcaban las canoas, matando a la gente; los leones hacían destrozos en el ganado doméstico,

más fácil de atacar que un búfalo… También cazó muchos leones con esta política de control. Uno de sus socios en Zambia, Peter Hanking, fue arrastrado por una leona desde su tienda durante la noche. No encontraro­n algunas partes de su cuerpo, sí el pecho, el brazo izquierdo y la cabeza. Sin embargo, él nunca tuvo un altercado durante sus expedicion­es y cacerías, salvo la inevitable malaria; los dos únicos sucesos desagradab­les han sido en Valencia, su tierra natal. Nos comenta con sentido del humor: «Tantos años cazando animales peligrosos en África y los únicos accidentes que he tenido han sido el atropello por un coche y un importante mordisco cuidando a la leona Noya en el zoo de Valencia».

Genio y figura. Ha sido un placer y un honor charlar con Tony S. A, el último cazador de una época dorada; y acercarlo a esta sección, una cita que teníamos pendiente desde hace tiempo.

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// EDITORIAL SOLITARIO Posando con un par de impresiona­ntes colmillos de elefante
 ?? // E. S. ?? Tony en su despacho de la capital valenciana
// E. S. Tony en su despacho de la capital valenciana
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// E. S. Tony con sus porteadore­s y una captura

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