A los ingenieros de montes
El ingeniero de montes y el cazador tienen el objetivo común de aprovechar un recurso natural de una forma sostenible
Este mes me van a permitir que me pavonee un poco, porque me acaban de comunicar que me han nombrado ‘Ingeniero de Montes de Honor’.
Desde que supe que habían propuesto mi candidatura en la Escuela de Montes, he tenido tiempo de pensar qué he hecho yo para merecer esto, y espero tener motivos de más peso de los que mi modestia me permite admitir. Pero si hay algo que me haga aceptar este reconocimiento con menos rubor es que siempre he respetado y apoyado el trabajo de este colectivo.
En mis ocupaciones como editor y periodista (sin serlo), en los libros que he editado y en las publicaciones que he dirigido sobre caza y medio ambiente siempre he reconocido al ingeniero de montes como el profesional más cualificado para asesorar en estos asuntos y siempre he tenido alguno entre mis colaboradores.
El cazador y el ingeniero de montes tienen bastante en común. Para empezar, el objetivo de ambos tiene que ver con la gestión y el aprovechamiento de un recurso natural de una forma sostenible. También coinciden en que su imagen ante la sociedad no pasa por su mejor momento.
Esto seguramente sea debido al concepto que el personal, urbanita en su mayor parte, tiene de los entornos naturales, como ecosistemas que deben ser vírgenes, libres de la intervención humana y que se regeneran por sí mismos, una máxima absurda pero que ha calado, en la que no se tiene en cuenta que el ser humano ha sido siempre un factor determinante en la evolución de espacios y especies, y que sus adaptaciones han estado motivadas en gran medida por la interacción con el hombre.
Desgraciadamente, en este tiempo que nos ha tocado vivir los políticos suelen ser más permeables a los consejos de ecologistas, es decir, de otros políticos, si no a las opiniones de pseudofilósofos de la ética animal o profetas medioambientales, interesantes personajes que medran en las redes exponiendo sus desatinos al mundo, en lugar de atender a científicos y a técnicos como los ingenieros de montes, hoy casi colegas, a los que agradezco en el alma este nombramiento y animo a seguir con ese trabajo tan bonito y hoy, más que nunca, tan necesario.