San Amancio nos asista

La toma de control del TC es esencial en la «crisis constituyente» que Campo anunció en el Congreso

«Atravesamos una crisis sanitaria con enormes brotes económicos, pero que realmente lo que determina es una crisis constituyente. No es fácil porque junto a la crisis constituyente tenemos también un debate constituyente, no podemos dejar a nadie fuera». Corría el 10 de junio de 2020, festividad de san Amancio mártir, cuando al entonces ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, se le escaparon en el Congreso las verdades del barquero, quizá lo que ronda la cabeza del sanchismo una vez que parece haber tomado en herencia la idea de Pablo Iglesias de acabar con el ‘régimen del 78’, una pamplina doctrinal que la ultraizquierda anda siempre mascullando y con la que a su juicio terminará por ‘ganarle’ la Guerra Civil a Franco.

Viene al caso aquella cita del día de san Amancio porque hoy es la festividad de la Constitución y porque Sánchez quiere colocar a Campo de magistrado del TC, máximo intérprete de la Carta Magna, como paso siguiente a las exequias y posterior sepelio de un tal Montesquieu y su división de poderes, que para el sanchismo en vez de un principio básico del Estado de derecho son zarandajas o pamplinas, un latazo que él despacha con displicencia como quien espanta un molesto moscardón de la mesa del comedor. «¿De quién depende la Fiscalía; pues eso...».

La toma de control del TC es esencial en ese proceso y debate «constituyente» que anunció Campo pues al final casi todas las leyes fundamentales del ‘nuevo régimen’ van a terminar allí y, por tanto, es necesario atarle para que todo el descalzaperros perpetrado tenga una apariencia de legalidad. Para esta misión, quién mejor que el firmante de los indultos a los sediciosos del ‘Procés’ o quien aquilató las primeras monsergas leguleyas para eliminar el delito de sedición y que ya no sea delito cuando surja la siguiente intentona prometida por los ‘indepes’. ¿Quién mejor que Campo para esta tarea de zapa? De refuerzo, Sánchez quiere llevar también al TC a Laura Díez, cuya principal obra jurídica, su mayor mérito, ha sido asesorar a Zapatero y a Mas en la redacción de un nuevo Estatut que luego fue declarado... ¡inconstitucional! ¿Quién mejor que ella para este trágala, para que todo encaje en el nuevo proceso constituyente?

Lo que más llama la atención de esta operación de okupación de todos los poderes del Estado, de voladura de los contrapesos que sostienen el funcionamiento de cualquier democracia, es el desahogo y aparente normalidad con que el Gobierno anuncia estas barrabasadas como si tal cosa, como si fuera absolutamente normal que un exministro de Sánchez fuese el encargado de avalar o no las leyes promovidas por un Sánchez que cada vez recuerda más a ese Chávez recorriendo Caracas, señalando edificios al grito de «exprópiese». ¿Se imaginan a Piqué, que ahora se ha retirado, en la sala VAR de los partidos del Barça? Pues esto es más o menos lo mismo que ocurrirá en el TC cuando Campo y Díaz se arremanguen las puñetas para estudiar los recursos de amparo que ponen en cuestión la doctrina del nuevo régimen. Hoy es el Día de la Constitución, san Amancio mártir nos asista...