ABC (Castilla y León)

EL PELIGROSO BAILE DE LOS REPUBLICAN­OS CON KANYE WEST

Las escandalos­as diatribas antisemita­s

- Por DAVID ALANDETE

del rapero, que se hace llamar Ye, ponen en apuros a Donald Trump y sus aliados. Los demócratas tienen ahora motivos para criticar las derivas populistas y radicales de sus adversario­s, que siguen inmersos en una profunda crisis de identidad

Dos meses estuvo publicado y visible un lapidario mensaje en el perfil de la comisión de Justicia del Partido Republican­o en la Cámara de Representa­ntes que quería encumbrar un nuevo dogma trinitario en la política conservado­ra de Estados Unidos: «Kanye. Elon. Trump». Ahora, que cientos, si no miles, de estadounid­enses se han pasado el fin de semana eliminando las canciones de Kanye West de sus listas de reproducci­ón; borrándose de la piel tatuajes con su faz y su nombre, y reciclando prendas de vestir de su marca, el tuit ha sido finalmente borrado.

El Partido Republican­o, sin embargo, sigue inmerso en una crisis identitari­a, teniendo que salir a aclarar lo obvio, que el antisemiti­smo es un cáncer, y que el supremacis­mo no tiene cabida posible entre sus filas. Pero el flirteo del mismísimo Donald Trump con West y su alucinógen­o universo le ha dado a los demócratas una razón, otra más, para salir a criticar las derivas populistas y radicales asociadas al expresiden­te y su campaña para volver a la Casa Blanca en dos años.

Lo que el rapero afroameric­ano West –que se hace llamar Ye a secas– dijo el 1 de diciembre en un entrevista televisada en internet le costaría la carrera a cualquiera. En Alemania, de hecho, hasta le llevarían a prisión. Dijo entre otras perlas que admira a Adolf Hitler, que está harto de las críticas a los nazis y que es víctima de una conspiraci­ón mundial judía. Después publicó en Twitter una imagen en que fundía la estrella de David, símbolo identitari­o del judaísmo, con la cruz gamada de los nazis.

Dijo West en la entrevista en el plató, hecha mientras llevaba una máscara de color negro que le cubría toda la cara: «Cada ser humano tiene algo de valor, especialme­nte Hitler… Además Hitler nació cristiano… Este tipo [Hitler], que inventó las autopistas, inventó el mismo micrófono que yo uso como músico, ¿no puedes decir en voz alta que esta persona alguna vez hizo algo bueno?».

Amistades polémicas

En otras circunstan­cias, esta incendiari­a diatriba de West, que padece trastorno bipolar, no hubiera pasado de ser una escandalos­a nota en las revistas del corazón, un problema más para su ex, Kim Kardashian, después de que haya ido perdiendo uno a uno los contratos que le han hecho multimillo­nario. De hecho, West hizo las declaracio­nes en un programa ya de por sí extremista, dirigido y presentado por Alex Jones, un agitador condenado por mentir sobre la masacre de niños en la escuela Sandy Hook en 2012.

El problema es que West ha cultivado una duradera amistad con Trump hasta hace muy poco. El pasado 22 de noviembre, en vísperas de Acción de Gracias, el rapero fue invitado por Trump a una cena en Mar-a-Lago, su mansión en Florida. No era la primera vez que los dos se veían. Trump le había recibido como presidente electo en 2016 en su rascacielo­s de Nueva York, y le había puesto la alfombra roja en la Casa Blanca y el Despacho Oval dos años después.

A la cena en Mara-Lago, West no fue además solo: se trajo como

acompañant­es a Milo Yiannopoul­os, un activista y provocador bloqueado de las redes sociales por, entre otras cosas, fomentar la pedofilia, y Nick Fuentes, un notorio e infame antisemita, defensor de ideas supremacis­tas y teocrática­s. Este último estuvo de hecho con West como contertuli­o en la entrevista televisiva en el programa de Alex Jones, y hasta logró parecer algo más moderado y cabal que el rapero.

De aquella trinidad del tuit del Partido Republican­o, otro integrante ha tropezado con sus propios problemas relacionad­os con este escándalo. Elon Musk es dueño de Twitter desde que lo compró hace poco más de un mes por 44.000 millones de dólares. Tomó el control de esta plataforma con la idea de salvaguard­ar la libertad de expresión, en cuya defensa se definió como «absolutist­a».

Una de sus primeras decisiones fue reinstaura­r la cuenta de Trump, que no ha dicho ni pío en ella. Y una de las siguientes fue no vetar a West después de que este dijera en un mensaje publicado a principios de octubre que iba a ponerse en modo «’death con 3’ contra el pueblo judío».

Una nueva trinidad

West se equivocó por partida doble, en realidad es ‘defcon’, acrónimo en inglés de ‘defense condition’, un término utilizado para medir el nivel de disponibil­idad de las fuerzas armadas de EE.UU., y su nivel máximo es 1, y no el 3, que es solo ligerament­e superior al de una situación de paz.

West quedó libre en Twitter a pesar de su patente antisemiti­smo, hasta que a Musk no le quedó más remedio que admitir que sus nuevos filtros habían fracasado, y clausuró su perfil por el reciente mensaje con la esvástica y la estrella de David.

Críticas de los demócratas

Para los demócratas, que ya se van preparando para las elecciones presidenci­ales cuya campaña de primarias empieza en poco más de un año, lo más relevante de esta historia es la asociación del Partido Republican­o, el de Lincoln y Reagan, con West y Musk, sobre todo después de que Trump se haya negado a criticar públicamen­te el antisemiti­smo del rapero o de aquellos que este llevó a una cena en su propia residencia.

Hakeem Jeffries, el nuevo líder demócrata en la Cámara, sucesor de Nancy Pelosi, afirmó este fin de semana que «los demócratas han rechazado y rechazarán siempre la intoleranc­ia en cualquiera de sus formas. Las palabras, acciones y teorías conspirati­vas infundadas vomitadas por el individuo antes conocido como Kanye West son detestable­s, históricam­ente inexactas y repugnante­s».

La cena de marras, y la debacle de la entrevista de West, le ha permitido también a la Casa Blanca marcar distancias, y sentar el tono de lo que puede acabar siendo la reedición del duelo entre Biden y Trump en las elecciones de 2024. Según Karine Jean-Pierre, portavoz de la presidenci­a, «cuando se dicen cosas como estas, cuando no se habla en contra de este tipo de comentario­s venenosos y peligrosos o de representa­ción, si se quiere, eso es también increíblem­ente peligroso en sí mismo».

El voto afroameric­ano

West, que se presentó a la presidenci­a de una forma ilógica e incoherent­e en 2020 y lo volverá a intentar en 2024, parecía más una solución que un problema para los republican­os hace apenas unos años. El voto afroameric­ano era principalm­ente demócrata, como el grueso de las estrellas del cine y la música. Y ahí estaba uno de los raperos más brillantes y exitosos de la historia, con una veintena de premios Grammy en su haber, un provocador nato con millones de seguidores en todo el mundo, abrazando si no el republican­ismo, al menos sí el trumpismo. Según proclamó el propio Trump en un mitin en abril de 2018: «Kanye West lo entiende. Cuando ve que con nosotros el desempleo afroameric­ano es el más bajo de la historia, se da cuenta. Eso es algo muy importante que ha hecho por su legado, es algo muy importante».

Con esta bendición presidenci­al, una buena parte del nuevo Partido Republican­o se sintió con libertad para abrazar al rapero, aunque sus proclamas fueran cada vez más extemporán­eas. Una activista ligada a Trump, que organizó varios eventos con jóvenes afroameric­anos en la Casa Blanca, Candace Owens, se ha dejado ver con él en las pasarelas, insertando mensajes políticos en los desfiles montados por West, que también es diseñador de moda.

El presentado­r de Fox News Tucker Carlson, la voz más influyente en círculos conservado­res en la actualidad, se sentó con él a una larguísima entrevista laudatoria. Después se supo que la tuvo que editar para quitar varias soflamas antisemita­s. Y finalmente llegó el mensaje en Twitter de los republican­os en la Cámara, que dada la deriva de West ya se ha convertido en munición de unas primarias presidenci­ales en las que, de momento, y a pesar de todo, Trump sigue como favorito indiscutid­o.

LAS POLÉMICAS DECLARACIO­NES DE WEST, TRUMP Y MUSK DAN AÚN MÁS MUNICIÓN A LOS DEMÓCRATAS DE CARA A LAS PRIMARIAS PRESIDENCI­ALES

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West (izquierda) quiere volver a presentars­e a las elecciones en 2024. Arriba, el rapero en una visita a la Casa Blanca en 2018, durante la era Trump. //
AFP/DPA EN POLÍTICA West (izquierda) quiere volver a presentars­e a las elecciones en 2024. Arriba, el rapero en una visita a la Casa Blanca en 2018, durante la era Trump. //

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