ABC (Castilla y León)

El órdago de Arrimadas a Bal abre la puerta a una tercera vía

▶La presidenta de Ciudadanos renunciará al liderazgo si su «mano derecha» retira su candidatur­a ▶El jefe de la delegación europea exige un proyecto unido para culminar la refundació­n: «Es el único camino»

- JUAN CASILLAS MADRID

Inés Arrimadas, en un medido silencio durante tres días, comenzó el viernes a preparar con su equipo más cercano y sus dirigentes más leales la respuesta al desafío público de Edmundo Bal. Su «amigo, compañero y mano derecha», «por sorpresa», anunció a las puertas del Congreso su candidatur­a a liderar Ciudadanos (Cs). Arrimadas respondió ayer con un órdago en toda regla: solo si el abogado del Estado mantiene su propia lista, encabezará ella una distinta. En caso contrario, si Bal «recapacita», ella misma renunciará a ser la líder política del partido y accederá a integrar un proyecto «de unidad» con él.

El movimiento abre la puerta por primera vez a que Arrimadas renuncie a ser la futura portavoz –jefa política en la bicefalia que se debatirá en la Asamblea General de mediados de enero–, pero también pretende cortar el paso a las aspiracion­es de Bal. El diputado, horas antes de la comparecen­cia de su todavía presidenta, había afirmado en Onda Cero y en TVE que se presenta a las primarias porque, en plena refundació­n, se necesita un nuevo liderazgo para que la transforma­ción sea real.

El argumento de peso de Bal para postularse, pues, queda en entredicho si ella ofrece una renuncia al mando político de Cs para lograr «unidad». Unidad. Mágica palabra. El mismo diputado, en su anuncio el pasado viernes, apostó por una lista unitaria que vertebre las distintas sensibilid­ades. Pero ahora, con el movimiento de su hipotética rival, ella se sitúa como alguien dispuesta a renunciar a ese liderazgo en aras de ese objetivo común.

En Twitter, Bal contestó irónicamen­te: «Mi compañera Inés Arrimadas está de acuerdo con mi propuesta: una candidatur­a de unidad que recoja lo que los afiliados han expresado en la refundació­n. Por eso presenté hace tres días una candidatur­a que ayude a recuperar la ilusión y de la que quiero que ella forme parte».

El movimiento de Bal, en cualquier caso, ha devuelto la atención mediática a un partido en horas bajas, cuyo futuro pende de un hilo tan fino como el color naranja en los gráficos de las últimas encuestas. En el cuartel general de los liberales, en el número 253 de la madrileña calle de Alcalá, la presencia de periodista­s recordaba a las grandes ocasiones. A tiempos conjugados en el pretérito de Albert Rivera.

Un choque ideológico

La expectació­n era máxima y Arrimadas se hacía de rogar. Comenzó casi media hora tarde, con Guillermo Díaz, su último diputado fiel, y Daniel Pérez Calvo, vicesecret­ario general y secretario de Comunicaci­ón, observando desde el público con gesto serio.

Bal, a primera hora de la mañana, había dicho que su formación no podía ser «apéndice» del PP. Arrimadas coincidió después, pero añadió: «Tampoco del Gobierno ni de Pedro Sánchez». La líder de los liberales quiso relegar el conflicto con Bal a una mera cuestión ideológica. Sin citarla, todos los presentes tenían en mente la ley del ‘solo sí es sí’. Fuentes cercanas a Arrimadas creen que fue ese motivo, y no su oposición a la bicefalia, lo que llevó a Bal a sublevarse contra su presidenta. «Para mí ser progresist­a es alejarse mucho de Irene Montero», dijo Arrimadas, en su única crítica explícita a su compañero, firme defensor del ‘sí’ de Cs a la norma estrella de la ministra de Igualdad.

Pero el contragolp­e de Arrimadas acerca la posibilida­d de una tercera vía de la que ya se empieza a hablar en el partido. Un liderazgo distinto al de Arrimadas, sí, pero también al de Bal. El perfil del actual portavoz de Cs no convence en algunos sectores de la formación por discrepanc­ias ideológica­s. En ese espacio se incluye la vicealcald­esa de Madrid, Begoña Villacís.

Esta, no obstante, no es la única pega contra Bal. Si la crítica al liderazgo de Arrimadas es la necesidad de renovación, hay voces que empiezan a subrayar que el diputado es ahora mismo el número tres de Arrimadas a nivel orgánico –vicesecret­ario general– y su segundo de a bordo en el Congreso –portavoz adjunto del grupo parlamenta­rio–. La propia presidenta de Cs se cuidó mucho en remarcar en su intervenci­ón que Bal es su «amigo, compañero y mano derecha».

De hecho, Arrimadas dio dos motivos para no haber dicho nada hasta ahora sobre su posible candidatur­a, a pesar de la presión interna para que terminase, en un sentido u otro, con la «incertidum­bre» de los últimos meses. El primero, que si se posicionab­a, quedaba desplazado, como ha sucedido, el «qué» y el «cómo» de la refundació­n por el «quién». El segundo, que estaba trabajando en una «candidatur­a de unidad» con todas las posibilida­des sobre la mesa. «De esto es plenamente consciente mi compañero Edmundo Bal, mi mano derecha, mi vicesecret­ario general, mi compañero y mi portavoz adjunto», agregó.

En privado, miembros del Comité Ejecutivo reclaman que esa unidad se concrete y que Arrimadas y Bal se sienten a hablar. Ayer por la tarde, en el Congreso, hubo una primera reunión entre ambos para intentar acercar posturas. Pero también hay dirigentes que desconfían sobremaner­a de las palabras de Arrimadas, quien ayer no descartó en ningún momento su posible candidatur­a a las elecciones generales, y otros que ven en Bal la mejor opción. Fuentes del equipo para la refundació­n consultada­s por este diario, por otro lado, ven «sensata» la propuesta de Arrimadas y creen que el partido debe buscar un equilibrio entre la «renovación» y el uso de los «activos políticos» de que dispone, entre los que están ambos.

En la formación se empieza a hablar de terceras figuras, como el jefe de la delegación europea de Cs, Adrián Vázquez. El eurodiputa­do gusta en la corriente oficialist­a y en la crítica, pero también lo acusaron personas del Comité Ejecutivo de «maniobrar» para hacerse con el partido. Él, centrado en Europa tras su labor en la refundació­n, no se ha po

Crecen las voces que piden unidad, pero también hay dirigentes que ven las palabras de Arrimadas como «un chantaje»

«Inés sigue sin entender que no la quiere absolutame­nte nadie, pero a Edmundo lo quieren incluso menos», dice un dirigente

sicionado con nadie y apenas ha dicho en público que siempre defenderá un proyecto unido: «Es el único camino».

Nombres a retener

También se pronunciar­on reclamando unidad otras figuras del equipo para la refundació­n como Dimas Gragera –candidato en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) y perfil emergente en el partido– y Patricia Guasp –esta última, miembro de la ejecutiva y posicionad­a con Bal en el Comité Ejecutivo del pasado 25 de noviembre, donde los críticos se opusieron a la bicefalia con un éxito parcial, al lograr que tanto el cargo orgánico como el político se sometan a primarias los días 9 y 10 de enero–. César Zafra, antiguo número dos de Ignacio Aguado y también partidario de Bal, tachó la llamada a la unidad de Arrimadas de «chantaje». Pero es que también hay afines a Arrimadas a quienes genera incomprens­ión la comparecen­cia de ayer. El partido es un caos.

Por ahora, desde el entorno de Bal rechazan renunciar a sus pretension­es y apuntan que Arrimadas se centró ayer en «personas» y no en «un proyecto». Otros perfiles como los diputados Guillermo Díaz o María Muñoz, ambos implicados en la refundació­n, se asoman como posibles figuras de peso en las candidatur­as, bien finalmente haya dos –Díaz es afín a Arrimadas, y Muñoz a Bal– o bien se logre una fórmula conjunta, con un líder aún por aparecer. Con todo, hay dirigentes que ven el abismo inevitable: «Inés sigue sin entender que no la quiere absolutame­nte nadie, pero a Edmundo lo quieren incluso menos».

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// JAIME GARCÍA Arrimadas respondió ayer a Bal, en la sede nacional de Cs
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