Occidente empieza la guerra contra el petróleo ruso con la mirada puesta en los precios y en Arabia Saudí
▶Ayer entró en vigor la prohibición de importación en Europa de crudo de Rusia por vía marítima ▶También la imposición de un tope en el precio, que el G-7 y la UE han situado en 60 dólares por barril
Ayer arrancó el último episodio de la guerra económica de EE.UU. y de sus socios occidentales contra Rusia: la entrada en vigor de dos medidas punitivas para limitar los ingresos de Moscú por sus exportaciones de petróleo, su principal fuente de financiación para la guerra en Ucrania.
La primera es la prohibición de importación en Europa de crudo ruso por vía marítima, acordada hace meses por la Unión Europea y que por fin ve la luz. La medida afectará al 90% del petróleo ruso que entra en su territorio, aunque incluye excepciones para Bulgaria, muy dependiente de esta importación y al que se le da un periodo más largo para aplicarlo.
La segunda es la imposición de un tope en el precio del petróleo ruso a nivel global. Los países del G-7 –EE.UU., Canadá, Japón, Reino Unido, Alemania, Italia y Francia– y de la Unión Europea acordaron imponer un tope en septiembre y el viernes pasado acordaron un precio de 60 dólares por barril, aunque puede modificarse en función de la evolución del mercado.
Las potencias del G-7 serán las encargadas de imponer su cumplimiento, a través de la prohibición a las compañías de transporte y aseguradoras que operen con petróleo ruso si se vende por encima de ese umbral.
Ambas medidas entraron ayer en vigor entre dudas sobre su aplicación, con la incertidumbre de cómo afectarán a los mercados globales energéticos –y las consecuencias perniciosas para los países que las imponen– y ante los posibles movimientos que pueden desatar en actores decisivos en la situación, como Arabia Saudí y China.
El embargo marítimo del petróleo ruso se produce en un momento en el que la llegada del crudo a la Unión Europea ya había caído con mucha fuerza por las medidas de los países miembros. En octubre, la importación ya era 1,5 millones de barriles diarios menos, para un total de casi cuatro millones de barriles diarios. Buena parte de esa producción rusa se ha desviado hacia China e India, las dos grandes potencias económicas que no han condenado la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
La Unión Europea también planea imponer un veto a la importación de productos petrolíferos refinados –gasolina, diésel o combustible para aviones– que lleguen desde Rusia a partir del próximo 5 de febrero.
Las sanciones han sido negociadas durante meses y no contentan a todo el mundo. El tope de 60 dólares para el barril de petróleo ruso ha sido calificado por Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, como de medida «débil», ya que el crudo de Rusia ya se negocia a precios inferiores al del petróleo de otras regiones. De hecho, el crudo ruso está siendo comprado por India y China a precios similares al del tope. Zelenski exigía que el umbral máximo fuera de 30 dólares, para dañar de verdad a las arcas rusas.
Respuesta rusa al embargo
El Kremlin aseguró ayer que está preparando una respuesta al embargo a su petróleo y al tope de su precio y sostiene que la medida no parará la guerra contra Ucrania ni afectará a su financiación, informa Rafael Mañueco desde Moscú. Reiteró además que Rusia no venderá más crudo a los países que establezcan el techo al precio.
«La economía de la Federación Rusa tiene el potencial necesario para satisfacer plenamente todos los requisitos y necesidades en el marco de la operación militar especial» en Ucrania, declaró el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov. Según sus palabras, «tal medida no afectará» al curso de la contienda (...) pero sí a la estabilidad del mercado» mundial de carburantes, ya que Rusia dejará de vender petróleo a los países involucrados en la introducción del límite al precio, lo que provocará una elevación de los precios en general. «Una decisión al respecto está en preparación. Pero una cosa es obvia: no reconoceremos
ningún techo», añadió.
La entrada en vigor de las medidas ocurre un día después de la reunión de la OPEC Plus, el cartel de productores de petróleo liderado por Arabia Saudí y que incluye a Rusia. En ella, el grupo decidió no volver a tocar sus niveles de producción, después de que en octubre decretara una reducción dos millones de barriles diarios para mantener altos los precios del crudo.
El Kremlin aseguró ayer que contestará al embargo y que la medida no parará la guerra contra Ucrania ni afectará a su financiación
Aquella decisión fue un sopapo para EE.UU., que tiene en Arabia Saudí a uno de sus socios estratégicos y que contaba con la cooperación del país árabe estabilizar el mercado del petróleo a la vez que sus sanciones dañan a Rusia.
El presidente de EE.UU., Joe Biden, dio incluso el paso de visitar en persona y chocar sus puños con Mohamed bin Salman, el Príncipe heredero de Arabia Saudí y acusado por la CIA de estar detrás del asesinato del periodista saudí disidente Jamal Khashoggi, que residía en EE.UU. Biden pasó de llamar «paria» a Arabia Saudí a buscar su colaboración energética, algo que también ha hecho con la rebaja de sanciones a Venezuela.
Biden amenazó que habría «consecuencias» por esa reducción de la producción liderada por Arabia Saudí, pero, hasta el momento, no se han materializado en nada.
Al contrario, Riad ha vuelto a desafiar a Washington de nuevo. Esta semana, el presidente de China, Xi Jinping, desembarcará en el país árabe en su primera visita oficial en seis años.
Ocurre en un momento en el que EE.UU. busca mantener su presencia prioritaria en el Golfo, donde China, el gran rival estadounidense, gana poder económico a pasos agigantados. En la agenda de Xi está la participación en una cumbre con países árabes y la firma de acuerdos de cooperación en diferentes ámbitos, desde tecnología 5G a energía nuclear.