La estrella que salió del mercadillo de Majadahonda
▶El madrileño pudo jugar con España, pero eligió el país de sus padres, humildes trabajadores inmigrantes que llegaron al país en los noventa
En la década de los noventa, Hassan y Saída llegaron a España en busca de una mejor vida, como hacen tantos otros inmigrantes marroquíes que salen de su país con destino al nuestro. Se establecieron en Getafe, poco después del nacimiento de su hijo mayor, Achraf. Después vinieron Nabil y Widad. Una familia de cinco que se alimentaba de las casas que limpiaba la madre y de lo que vendía el padre en el mercadillo de Majadahonda, donde a veces el propio Achraf prestaba su ayuda, aunque su padre no quisiera y le ordenara no estar allí.
Leído así, en frío, suena a infancia complicada, pero no fue tal. Hakimi siente orgullo infinito por sus progenitores. Se sacrificaron y le dieron la mejor vida que pudieron en un país y una cultura que no es la suya, y esa fue la mejor lección. Familia humilde y trabajadora que peleó para que nunca faltara un plato caliente en casa, una prenda de ropa para sus hijos ni tampoco un balón, el mejor amigo de la niñez de Achraf.
Las paredes pintadas de su barrio de Getafe ejercían de porterías de aquellas tardes inacabables de fútbol en las que era inmensamente feliz con su Mikasa, su primera pelota. A pesar de su corta edad (24), Hakimi es uno de esos futbolistas de la calle, hoy en clara extinción. Su primer equipo fue el Club Deportivo Colonia Ofigevi de Getafe, donde entró con siete años y apenas duró doce meses, el tiempo que necesitó un ojeador del Madrid para llevárselo a La Fábrica. Su primer día, llegó a Valdebebas en el Renault 21 de su padre, con cartones en el lugar de las ventanas. Allí jugaba de extremo antes de consolidar su posición actual de lateral. Era rápido, fuerte, tenía un interesante golpeo de balón y olfato de gol. Virtudes cimentadas en cualidades innatas, pero también en un generoso trabajo extra. Achraf practicaba atletismo y cross, dos disciplinas que potenciaron su punta de velocidad y su capacidad de resistencia. Y le encantaba fijarse en Marcelo, a quien idolatra personal y profesionalmente.
Llegó al primer equipo blanco en la temporada 2017-18, subido por Zidane, y acabado aquel ejercicio, en el que ganó la Decimotercera, el Madrid decidió seguir el ‘plan Carvajal’. Dos años cedido a Alemania (Borussia Dortmund) para regresar como futbolista consolidado. Pero la pandemia destrozó este guión. En el verano de 2020, con el confinamiento aún en la retina, el Madrid priorizó sus magulladas cuentas por el covid a cualquier coyuntura deportiva, y Achraf era una jugosa fuente de ingresos. El Inter se lanzó a por él y pagó 40 millones, y el club italiano también hizo caja y lo vendió en 2021 al PSG, por 60 kilos. En Milán, con Conte , pulió sus conceptos defensivos y en París se ha hecho adulto convirtiéndose en uno de los mejores ‘2’ de Europa. Allí también ha encontrado su alma gemela en Mbappé, con quien comparte gustos y costumbres. De hecho, fue al único al que le confesó, horas antes de ser oficial, que renovaba con el PSG y no se iba a Madrid. Una fiel amistad que también tiene con Luca, el segundo hijo de Zidane. Su amor es Hiba Abouk, actriz que saltó al estrellato en la serie ‘El Príncipe’, y con la que ya tiene dos hijos.
En clave internacional, Achraf estuvo en el radar de España, pero no tuvo dudas. Su estilo de vida es marroquí, es musulmán practicante, veía los partidos de Marruecos por la televisión junto a su padre e iba la ciudad deportiva del Getafe a ver a Barrada, entonces jugador azulón (2010-2013) e internacional por su país. De hecho, tiene una foto con él de la que le encanta presumir. En octubre de 2016, con 17 años, debutó con la selección norteafricana, llamado por Hervé Renard. En 2018 jugó su primer Mundial y en este 2022 el segundo, con el premio de haber metido a Marruecos en octavos por segunda vez en su historia y el reto de acceder a cuartos por primera vez, dejando en el camino al país que un día pudo ser su selección.