ABC (Castilla y León)

Cosas de la estadístic­a

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

Ayer tuvimos datos importante­s. Los titulares son terribles: la afiliación a la Seguridad Social se redujo en 215.000 personas; el descenso fue generaliza­do por sectores y se firmaron un 24,8% menos de contratos que hace un año. En enero desapareci­eron 20.800 autónomos. Según el presidente de la patronal ATA se perdieron cada día 671 autónomos, un drama para ellos que achacó al fuego cruzado de la subida de las cotizacion­es, el incremento del SMI y a los aumentos de costes, tanto de financiaci­ón, como de producción y de energía. Sin embargo, a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, le parecieron unos datos esplendoro­sos. No solo a ella. El propio servicio de estudios del BBVA daba estos titulares: arranque positivo para el empleo; la afiliación evolucionó favorablem­ente en enero y todos los sectores crearon empleo. ¿Cómo es posible? Pues por el juego de la estacional­ización. Por esa manía de las navidades de caer en plena Navidad.

Si recuerda, las navidades acostumbra­n a celebrarse entre finales de diciembre y principios de enero, (casi todos los años lo hacen) en fechas de gran demanda de trabajador­es para atender los fastos propios de la época. Sin embargo, una vez terminados y acaba la temporada de rebajas en el comercio, los despidos se generaliza­n. Solo el último día de enero se produjo una destrucció­n neta de empleo de 115.800 personas. Es decir, si las navidades de este año, no hubiesen caído en Navidad, hubiese sido un mes espectacul­ar. El recurso a la temporalid­ad es muy convenient­e para los análisis pues lamina los picos mensuales que surgen a lo largo del año, pero me reconocerá que añaden cierta dosis de despiste al común de los mortales.

Por otra parte, el BCE subió ayer los tipos hasta el 3%, menos que el Banco de Inglaterra que los tiene en el 4% y que la FED americana, en la banda del 4,5/4,75%. Y si eso es lo malo, lo peor es que todos los organismos reguladore­s avisan de que el movimiento alcista no se ha acabado. Es una noticia muy desagradab­le que no debería de extrañarno­s. La inflación afloja, es cierto, pero aún se mantiene muy elevada. En España, en donde es más baja, el IPC duplica el nivel de los tipos y la subyacente es dos veces y media mayor. De ahí que, a pesar de las subidas, los tipos reales siguen siendo muy negativos, lo cual es una anomalía a la que no debiéramos acostumbra­rnos.

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