El proceso para elegir al nuevo director del Reina Sofía se retrasa
▶ La demora en la convocatoria del concurso se debe a «trámites administrativos»
El pasado 28 de noviembre de 2022, en la reunión plenaria del Patronato del Museo Reina Sofía, su presidenta, Ángeles González-Sinde, presentó un informe sobre el proceso selectivo para el nombramiento del nuevo director de la institución (el contrato de Manuel Borja-Villel expiraba el 19 de enero de 2023), a tenor de lo dispuesto en el artículo 10 del Estatuto del Museo Reina Sofía: «Se acudirá a un sistema de preselección que garantice la publicidad y concurrencia, que asegure la participación del Real Patronato, con el asesoramiento de un comité de expertos y profesionales del mundo de la cultura y de su gestión. Su designación atenderá a los principios de mérito y capacidad y a criterios de idoneidad».
En un comunicado posterior se anunciaba que dicho proceso de selección se convocaría el 1 de febrero de 2023, incluyendo «plazos sucesivos para las distintas fases o composición del grupo de trabajo responsable del proceso». El miércoles, 1 de febrero, la convocatoria del concurso seguía sin publicarse, debido a un retraso por «trámites administrativos». Ese es al menos el argumento esgrimido. El Ministerio de Cultura desviaba cualquier información sobre este asunto al museo. Fuentes del mismo advertían a ABC de que las bases del concurso deben recibir el visto bueno de la Abogacía del Estado y pasar a la secretaría general técnica del Ministerio de Cultura antes de su publicación en el Boletín Oficial del Estado.
Código de Buenas Prácticas
Esta fórmula para el nombramiento del director de un museo nacional en España fue fruto del Código de Buenas Prácticas, puesto en marcha en 2007. Era una de las reclamaciones en las que más insistían las asociaciones del mundo del arte. Ya con Carmen Calvo al frente del Ministerio de Cultura se iniciaron las conversaciones con el sector. Pero fue con César Antonio Molina al frente del Ministerio cuando finalmente se puso en práctica. El Museo Reina Sofía fue el conejillo de Indias con el que se ponía a prueba el Plan de Modernización de Instituciones Culturales, aprobado por el Gobierno en septiembre de 2007. Una fórmula que no afecta al nombramiento del director del Prado, puesto que es un cargo con rango de director general en la Administración General del Estado. No tiene contrato.
El 21 de diciembre de ese año se ponía fin a la grave crisis en la que sumió al museo su entonces directora, Ana Martínez de Aguilar, que acabó dimitiendo el 6 de septiembre. El comité internacional de expertos designado por Cultura para seleccionar al nuevo director del centro –presidido por el entonces director general de Bellas Artes, José Jiménez, e integrado por Bruno Corà, director de los Museos de Lugano (Suiza); Marta Gili, directora del Jeu de Paume de París; Simón Marchán, catedrático de Estética y Teoría de las Artes; Hans Ulrich Obrist, director de Proyectos Internacionales en la Serpentine Gallery de Londres; Rosa Olivares, crítica de arte y editora, y Alfred Pacquement, director del Centro Pompidou de París– acordaba su elección en una reunión celebrada ese día por la tarde en La Granja de San Ildefonso. La discreción con la que se quiso llevar el proceso decidió a los responsables a llevar fuera de Madrid las últimas reuniones. Tres meses después de hacer pública la convocatoria en el BOE, la decisión fue comunicada el 22 de diciembre al Patronato del museo, reunido por el ministro de Cultura en sesión extraordinaria, donde se sometió a votación.
Se presentaron al concurso 29 candidaturas (22 de España, 3 de países de la Unión Europea, 2 de Estados Unidos, una de Iberoamérica y otra de Asia). Se fueron eliminando nombres en sucesivas reuniones, hasta quedar unos finalistas, con los que los miembros del comité de expertos mantuvieron entrevistas personales. Como publicó ABC, el proceso se llevó a cabo en los últimos días en el Parador de La Granja de San Ildefonso. Tras quedar descartados nombres como Javier González Durana (director del Artium de Vitoria) o Gloria Moure (exdirectora del CGAC), los dos finalistas fueron Manuel Borja-Villel, director del Macba, y Enrique Juncosa, director del Museo Irlandés de Arte Moderno de Dublín. Ganó el primero.
El resto ya es historia. Manuel Borja-Villel ha estado quince años como director del museo: un mandato de cinco años, más dos prórrogas de cinco años cada una. Tras jugar al despiste sobre si se presentaría o no al nuevo concurso, el 17 de enero anunció que no optaría a la reelección. Borja-Villel sí pudo presentar y ejecutar libremente, sin presiones, su personal proyecto de museo. Lejos de ser continuista, era radicalmente opuesto al llevado a cabo por su antecesora. Y, como parece lógico, nadie lo discutió. A todos les pareció bien.
Sin embargo, la aparición estos días de un manifiesto, del que nadie se ha atribuido su autoría hasta la fecha, y firmado ya por más de 1.700 personas del mundo de la cultura, pervierte claramente el proceso del concurso. Dicho manifiesto concluye así: «Es tarea de la comunidad hacer frente a los ataques que se han producido, con contundencia, para asegurar la continuidad de la labor realizada y su desarrollo en el futuro». Habrá posibles candidatos que se lo piensen dos veces ante tal injerencia.
Borja-Villel pudo presentar y ejecutar libremente, sin presiones, su proyecto de museo. Su sustituto no tendrá esa opción