ABC (Castilla y León)

«Seguiré haciendo cine hasta que pueda, es esencial en mi vida»

▶ Dirige a sus 91 años el documental ‘Las paredes hablan’, en el que recorre la historia del arte

- Carlos Saura Cineasta F. MUÑOZ / L. M. CABANELAS MADRID

«Estoy vivo, que ya es mucho», responde de primeras Carlos Saura, quien a sus 91 años tiene el arrojo para cargar de ironía las respuestas sobre su salud, esa que le ha dado demasiados sustos últimament­e. «Por suerte todo en relativo desorden», remata tras la lista de achaques que, en realidad, son propios de la edad. Lo que parece insólito es su capacidad para no cansarse de mirar el mundo a través de un objetivo. Hoy estrena su último trabajo, ‘Las paredes hablan’, un documental que coescribe, dirige y protagoniz­a y en el que recorre la historia del arte, desde las pinturas rupestres de Atapuerca o Chauvet Pont d’Arc hasta los grafitis que hoy se extienden por las paredes de medio mundo. Y, con la excusa del arte, habla del ser humano rodeado de figuras como Juan Luis Arsuaga, Miquel Barceló, Anna Dimitrova o el grafitero Suso33.

—¿La edad ha tenido que ver para que haya decidido fijarse en la evolución a través del arte?

—Es un proyecto que me trajo José Morillas, guionista del documental. Siempre me ha fascinado el arte y el hombre y su evolución. De pequeño me castigaban por ser darwinista en el colegio de monjas, la maestra me dijo un día: «A ver, Saura, ¿usted de verdad cree que el hombre viene del mono?». Y yo le dije: «Y de mucho más allá». Y me sacó de clase. No ha sido un tema de edad, ha sido un tema de azar y necesidad, ha llegado el proyecto adecuado en el momento adecuado.

—Miquel Barceló dice que la «progresión del arte es una estafa». ¿En el cine también vamos hacia atrás? ¿Eran más modernos en los años 70 que ahora?

—Son tiempos diferentes, ahora con la tecnología podemos hacer cosas que hace unos años eran inimaginab­les, y eso es fascinante. Las buenas historias sí que son algo más complicado de encontrar, quizás por la saturación de contenido, quizás porque la moda ahora es otra y ya no interesan tanto las historias que te hacen pensar, reflexiona­r. Ahora, por lo general, el cine es más básico.

—Entre algunas de esas pinturas rupestres que ha visitado hay una distancia temporal de casi 30.000 años... ¿Imagina qué será del cine dentro no ya de 30.000 sino de 300 años...? —No, ni me interesa. Creo que hay que vivir el presente y proyectars­e hacia el futuro pero tampoco preocupars­e mucho del «qué vendrá» porque si no, no vives. Lo importante es estar aquí y mantenerse activo, lo que tenga que pasar, pasará, puede venir mañana un meteorito y adiós a todo.

—En los últimos años, está más centrado en la fotografía, la pintura... ¿Se cansó Saura del cine?

—En absoluto, pero ahora es mucho más difícil hacer películas que antes, me refiero a hacer las películas que yo quiero hacer. Ahora prima el cine comercial, el cine de plataforma­s y para

“ televisión, y el cine que a mí me interesa cuesta mucho de financiar, pero tengo varios proyectos de ficción que espero poder hacer este año. Por otro lado, tengo la suerte de poder trabajar en lo que más me gusta que es en crear y estos últimos años han sido muy buenos porque he podido trabajar en proyectos muy diversos como este documental, teatro, he dirigido una ópera, he hecho exposicion­es.

—¿Es más libre el arte ‘individual’ que el cine, que es colectivo?

—Depende de cómo lo enfoques, el cine es más colectivo porque necesitas un gran equipo, pero al final la decisión y la responsabi­lidad es de uno, que es del director, por lo que no deja de ser un arte también individual, tal y como yo lo entiendo. He hecho más de 50 películas y siempre he hecho lo que he querido. Por supuesto escucho todas las opiniones, pero al final solo hago caso a los que creo que tienen la razón.

—¿‘Las paredes hablan’ o es que el mundo escucha poco?

—Hay un poco de las dos. Las paredes hablan, son reflejo de la vida, testigos del paso del tiempo, pero hay que pararse y escucharla­s, y eso en la actualidad es complicado porque parece que todos vamos con prisa, que todo es para ya, y a veces pasamos por alto cosas fascinante­s.

«He hecho más de 50 películas y siempre he hecho lo que he querido. Solo hago caso a los que tienen razón»

—¿Ha pensado alguna vez en dejar de dirigir?

—No, y seguiré haciendo cine hasta que pueda, es una parte esencial de mi vida.

—¿Ha ido a rodar todo? ¿De dónde saca la energía?

—Sí, he ido a todo menos a una de las cuevas, que por seguridad me tuve que quedar fuera. Ha sido un rodaje precioso, hemos disfrutado mucho. Tengo la suerte de hacer lo que me apasiona rodeado de un equipo extraordin­ario, eso es lo que me mantiene activo.

—¿Le ha quedado algo por decir en el cine, en el arte?

—Muchas cosas, tengo muchísimos proyectos que no se han hecho y que nunca se harán, otros muchos que por suerte sí, y otros tantos que están en el aire. El impulso de crear es infinito. —¿Cómo alimenta ese impulso?

—Haciendo lo que más me gusta, dedicándom­e a lo que me apasiona, que es el cine y el arte, la fotografía, escuchando música, viendo películas, paseando por mi jardín...

—Es un hombre pegado a una cámara, ¿cambia el mundo visto con una cámara?

—Sí cambia porque cuando aprietas el obturador ya es el pasado, ese instante ya no va a existir nunca mas que en tu fotografía, y eso es fascinante.

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