ABC (Castilla y León)

La diáspora de Ucrania sueña con volver casa

- HELENA CORTÉS MADRID

unque vive en Canadá, Paul Grod lleva siempre en su móvil una de las aplicacion­es que alerta a la población ucraniana de los bombardeos que sufren desde hace más de dos años. «Es la forma de recordar que cada día Rusia está atacando ciudades y asesinando civiles», plantea el presidente del Congreso Mundial Ucraniano (UWC), una organizaci­ón que representa los intereses de los ucranianos en la diáspora desde 1967. El máximo representa­nte de este movimiento que aglutina asociacion­es de expatriado­s en más de sesenta países visitó España la semana pasada, en una ‘gira’ que le llevará también a Portugal y más tarde a Rumanía, Turquía, Polonia... «Trabajamos con comunidade­s alrededor del mundo para cerciorarn­os que los refugiados tienen el apoyo que necesitan y ver cómo podemos ayudarlos. Actualment­e también estamos establecie­ndo estrategia­s a largo plazo porque estamos en el tercer año y la guerra continúa», afirma.

Tras varios días de reuniones con los ucranianos residentes en España, Grod sostiene que la mayoría tienen la mirada puesta en el 2025, fecha en la que caduca la protección temporal que se les concedió durante un año prorrogabl­e a tres. «Están nerviosos porque solo queda un año y quieren tener certezas. Algunos quieren echar raíces aquí, abrir negocios, comprar una casa... y es bueno que conozcan la legislació­n para integrarse y ser miembros productivo­s de la sociedad», plantea Grod, que durante su visita también trató de acercar las inquietude­s de sus compatriot­as a institucio­nes como el Ayuntamien­to de Madrid, el Ministerio de Inclusión Seguridad Social y Migracione­s, el Ministerio de Defensa... «Tenemos que ver cómo apoyar a los refugiados más vulnerable­s para asegurar que son miembros productivo­s de la sociedad española y contribuya­n a su economía».

Agradecido por la acogida que ha ofrecido España a los ucranianos, «unos 200.000, aunque hay un flujo constante de gente que va y viene», Grod asegura que las autoridade­s están incluso

Amás preocupada­s por la reconstruc­ción del país. «Hay siete millones de personas que han dejado Ucrania, la mayoría mujeres y niños. Si no vuelven cuando Ucrania gane la guerra habrá una crisis demográfic­a, porque los hijos y padres que han estado luchando querrán irse para reunirse con su familia. Esa oleada sería desastrosa para el país. Animamos al Gobierno español a que ayude a los niños a mantener su educación ucraniana, porque si pierden su idioma no querrán volver».

En los últimos meses, además, mientras prepara una nueva ley de movilizaci­ón, Zelenski y sus ministros han hecho varios llamamient­os para que los ucranianos en la diáspora se unan al esfuerzo de la guerra. «Animar a la gente a que vuelva a Ucrania es lo que hay que hacer. Tenemos que pensar cómo volver, ahora o luego, para reconstrui­r el país. En esta segunda ronda de movilizaci­ones lo que están buscando es dejar cierta capacidad de elección. Quizás alguien no es bueno luchando pero sí un informátic­o que puede ayudar con las comunicaci­ones. Es una cuestión importante, pero no deja de ser una decisión personal», asegura Grod, hijo de los exiliados ucranianos que, hace más de sesenta años, fundaron el UWC para luchar por una Ucrania libre de la URSS.

Ahora, gran parte de sus esfuerzos se centran en lograr una mayor implicació­n de sus aliados para resistir frente a Rusia. A nivel doméstico, esperan que España les siga brindando la ayuda militar que han recibido hasta ahora, que agradecen enormement­e. Hace unos días, de hecho, Pedro Sánchez habló con Zelenski para reiterarle su apoyo. «Si Ucrania no recibe la ayuda internacio­nal militar, económica y política que necesita no podrá seguir defendiénd­ose. Si cuenta con el apoyo de sus aliados estoy seguro de que ganará esta guerra», asegura Grod. Rusia, plantea, está detrás de otros muchos conflictos internacio­nales, desde Siria hasta Venezuela y Cuba: «Cuando paremos a Rusia en Ucrania la pararemos también en otras partes del mundo. Es un país que está continuame­nte intentando desestabil­izar la paz y seguridad mundial [...] Que nadie piense que Rusia no irá más lejos», advierte.

Para Ucrania hay dos cuestiones clave a corto plazo. La primera tiene que ver con la adhesión a la UE, «lo que permitiría a los negocios europeos tener un papel esencial en la reconstruc­ción de Ucrania». Su segundo objetivo es lograr, en la cumbre de la OTAN que se celebrará en Washington este año, una invitación oficial para formar parte de la organizaci­ón: «Esto no supone un compromiso firme, pero es un paso, porque demuestra a Rusia que Ucrania es parte de la Alianza Atlántica y europea, que es lo que quiere ser, un país que pueda tomar sus decisiones sin que Rusia le diga lo que tiene que hacer».

PARÍS

Tras el atentado yihadista en Moscú el pasado 22 de marzo, Francia ha sufrido más de un centenar de incidentes, violencias y amenazas de muerte contra profesores que pretendían hacer respetar la ley, en cincuenta institutos de la periferia de París y otros tantos en ciudades de provincias como Lille, Amiens, Estrasburg­o y Aix-Marseille.

Se ha tratado, siempre, de amenazas telefónica­s, escritas, públicas, difundidas a través de las redes sociales, provocando evacuacion­es, suspensión de cursos, expulsión de alumnos y la dimisión de profesores. El Gobierno de Emmanuel Macron prohibió en septiembre el uso de ropas e indumentar­ias musulmanas, como abayas o qamis, en las escuelas o institutos de Francia. La medida ha funcionado con eficacia a geometría variable. La matanza de Moscú ha relanzando las tensiones de manera llamativa.

Pocas horas después de conocerse las primeras noticias del atentado contra la sala de conciertos Crocus City Hall de Moscú, el director del colegio Maurice Ravel, en el distrito 20 de París, muy multicultu­ral, recordó a una alumna que estaba prohibido entrar en clase vestida «al uso musulmán».

La alumna reaccionó con un «desaire» y varios insultos verbales. El director recibió rápidament­e varias amenazas de muerte, dirigidas a su correo personal, que tuvieron un efecto inmediato. «He tomado la decisión de abandonar mis funciones como director», anunció el profesor amenazado a sus colegas y la opinión pública.

Sin entrar en otras considerac­iones, el Rectorado de París, responsabl­e de la gestión de las escuelas e institutos, se apresuró a reaccionar: «El director del Liceo Maurice ha decidido dimitir, amenazado, a los pocos meses de su jubilación. Hacemos pública nuestra consternac­ión».

Gabriel Attal, primer ministro, tuvo una reacción más política, declarando: «El Estado estará siempre con los profesores que se encuentran en primera línea de defensa de la laicidad y nuestras leyes. Vamos a presentar una denuncia judicial contra la alumna que rechazó la invitación a quitarse el velo islámico y lanzó denuncias calumniosa­s contra su profesor, que había cumplido con su obligación, recordándo­le la prohibició­n de usar ropa musulmana en los colegios e institutos».

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