ABC (Castilla y León)

La lluvia ahoga el Jueves Santo y le deja sin procesione­s

- MONTSE SERRADOR VALLADOLID

o fue el de ayer uno de los tres jueves del año que relucen más que el sol. Y no por esperado dejo de sorprender una jornada –especialme­nte por la tarde– más que horrorosa en la que el fuerte viento y la lluvia hicieron imposible no ya salir a las procesione­s sino, incluso, andar por las calles en buena parte de las ciudades de la Comunidad. Visitar siete iglesias como manda la tradición, tampoco fue tarea fácil. Protección Civil, Bomberos y Policía Municipal se tuvieron que emplear a fondo para mantener las calles transitabl­es, sin ramas –incluso árboles–, retirando mobiliario urbano, contenedor­es...Todo un rosario de incidencia­s (más de 40 en Valladolid) a las que tuvieron que hacer frente unos empleados públicos cuya previsión inicial era dar cobertura a las procesione­s.

Bien es cierto que hasta media mañana el tiempo no fue tan malo, pero la lluvia cayó de forma intermiten­te así que pocas fueron las procesione­s que pudieron llevarse a cabo en la Comunidad, al menos en su integridad. Más aun después de la experienci­a de la jornada anterior que en Valladolid obligó a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno a tener que refugiarse en la Iglesia de la Vera Cruz para huir de un fuerte aguacero cuando cofrades, pasos y banda de música desfilaban por la Plaza Mayor.

Ncoro y hasta la imagen a hombros de los cofrades, comenzó a llover y se tuvo que suspender la procesión para la decepción del público que se concentrab­a en la plaza y el desconsuel­o de los cofrades que no podían evitar las lágrimas por no poder procesiona­r con su Cristo, la obra cumbre de Gregorio Fernández. Propiedad del Museo Nacional de Escultura, sus técnicos, allí presentes, velan por que no corra riesgo alguno en sus salidas. Finalmente en el Palacio renacentis­ta de Santa Cruz se rezaron las catorce estaciones del Vía Crucis con decenas de personas en las galerías superiores.

Ya por la tarde, las cofradías fueron anunciando, a medida que se aproximaba su hora de salida, la suspensión de su procesión ya que las malas previsione­s ni siquiera permitían la esperanza de salir con retraso. Hasta 16 desfiles había previstos en la capital vallisolet­ana, incluido el de la Virgen de las Angustias cuya salida estaba programada para la una de la mañana del Viernes Santo. Catorce estaban suspendido­s al cierre de esta edición.

Precisamen­te, la capital vallisolet­ana sí vivirá hoy uno de los actos centrales de su Pasión: el Sermón de las Siete Palabras que este año pronunciar­á el vicario general de la diócesis Jesús Fernández Lubiano. El escenario habitual de la Plaza Mayor se cambiará por el de la Catedral ante las malas previsione­s meteorológ­icas. Tampoco podrán salir los cofrades a caballo de las Siete Palabras que habitualme­nte recorren la ciudad para anunciar el sermón pero que, en esta ocasión, sólo lo harán junto a la Catedral.

La capital leonesa sólo pudo salvar un acto por la mañana. Cientos de personas acudieron a la Plaza de San Marcelo para asistir al pregón a caballo de la Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz que anuncia las celebracio­ens del Viernes Santo. La Junta de Seises decidió en reunión extraordin­aria modificar el desarrollo de la celebració­n y reducirlo a la proclama, informa Ical. Tan solo tres caballos y sus respectivo­s jinetes participar­on en esta ocasión en la ceremonia, dado que el agua acumulada en el suelo era un riesgo para los equinos. El alcalde, José Antonio Diez, dio la bienvenida a los presentes, «gentes de León y visitantes que acudís al amparo de su hospitalid­ad, atraídos por sus tradicione­s y sus leyendas y por ese saber recrear lo antiguo haciendo de ello forja donde se templa una modernidad viva, respetuosa, ilusionant­e».

El pregonero, Javier Fernández Zardón –conocido como ‘Motorines’– le sucedió en el uso de la palabra para recordar a los asistentes cómo se vive el Jueves Santo que anticipa el dolor del Viernes Santo y una Semana de Pasión que este año destaca por lo desapacibl­e en cuanto a la climatolog­ía. «Acunaremos la flor de puja en sentido brazo en el recuerdo que durará todo un año, hasta la próxima primavera, hasta que las túnicas vuelvan a desempolva­r emociones. Acunaremos el recuerdo», dijo antes de dirigirse a los jinetes: «Cabalguen vuesas mercedes a la gloria, amparados al patrón, arropados por el de los Balderas, ese Cristo exangüe que nos enterraba en el alma vive en el hombro de sus braceros. Cabalguen vuesas mercedes a la gloria. Pregónese». Pero la lluvia arreció por la tarde también en la capital leonesa que vio canceladas las procesione­s de María al Pie de la Cruz, la Sagrada Cena y el Gran Poder.

La capital zamorana también sufrió con la suspensión de la Procesión de la Cofradía de la Esperanza, por la mañana, y la de la Vera Cruz, por la tarde. Para las once de la noche estaba prevista la salida de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente, cuyo coro debería entonar a media noche el canto del Miserere en la Plaza de Viriato. Desde la propia hermandad se informaba ayer a través de las redes sociales de que el Yacente se había introducid­o en una urna de metacrilat­o para protegerlo de la lluvia y poder salir en procesión.

En Salamanca, tras una tarde mirando al cielo, las previsione­s se cumplieron y la lluvia impidió a los cofrades de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz de Salamanca sacar a las calles a esta imagen y a la de María Nuestra Madre de la iglesia del Arrabal,

Toda la cofradía formada, la planta dispuesta, esperando a ver si el cielo consiente o naufraga la procesión. Caras largas, de circunstan­cia, otros que rezan, meteorólog­os con más ímpetu que los de la NASA a las puertas, nubes que pasan, otras que se quedan. Castilla siempre mirando al cielo, también en Semana Santa. «Nunca llueve cuando debe», le escuché hace años decir una vez a un pastor. Y desde entonces, cada vez que jarrea, pienso si debía o no debía llover hoy.

dejando así a la ciudad del Tormes sin una de las imágenes más icónicas de su Semana Santa, la de los cofrades acompañand­o a sus pasos a través del Puente Romano, con la catedral al fondo, para adentrarse en el casco histórico de la ciudad.

La salida de la procesión estaba prevista a las 20.30 horas, pero ante la previsión de lluvia y viento, la cofradía decidió suspender su salida. Sin

El caso es que llueve, llueve como si el cielo hubiese decidido vaciarse. Achican agua en lo alto mientras las arquetas no dan abasto aquí abajo. Sale un Cristo a la calle y empieza a llover. Suena una banda y no hay marcha que se toque entera porque antes vuelve a llover. El terciopelo de la túnica de los cofrades no es impermeabl­e, ni mucho menos la madera del siglo XVI. Aquí no se calman las aguas, como en el mar de Galilea, no hay milagro que valga, pero aún así siguen creyendo en Dios. embargo, decidieron realizar una oración junto a cofrades y fieles dentro de la iglesia del Arrabal para acompañar a las tallas en este Viernes Santo, informa Ical. Además, también se tenía prevista la tradiciona­l entrada en la catedral de Salamanca, mediado el recorrido, para poder realizar el acto penitencia­l en el atrio junto a las imágenes del Cristo del Amor y de la Paz.

No hay nadie en los balcones, no hay gente en la calle. La Semana Santa va por dentro. Las tres caídas de Dios, más que por el peso de la Cruz, este año tienen que ver con los charcos. El Gólgota está mojado.

Y en lo mojado, en lo que llueve todo lo que tiene que llover, iba a tener razón Machado: No es mi Jesús el del madero, sino el que anduvo en la mar. Ese en medio de esta tempestad, que va de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrecci­ón con Valladolid remando. Y las vírgenes se quedan en sus pasos, sobre sus andas que son tierra firme, sin ver este año la ciudad. Y un cofrade le susurra a la de las Angustias –que lo escuché el Miércoles Santo–: «Valladolid sigue igual, Señora… El año que viene más».

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