ABC (Castilla y León)

Feijóo se vuelca en Cataluña tras pasar con perfil bajo por la campaña vasca

▶ Cinco viajes en veinte días muestran la importanci­a que le da a la región, donde puede cuadriplic­ar escaños

- EMILIO V. ESCUDERO MADRID

Elecciones vascas

Con su presencia ayer en Gerona, Alberto Núñez Feijóo ha completado ya un recorrido inicial por todas las provincias de Cataluña y eso que todavía quedan ocho días para el inicio oficial de la campaña electoral en esa comunidad. Cinco viajes en apenas veinte días. Un compromiso total del líder nacional del PP con esos comicios y con un territorio que considera clave para el futuro del partido. Porque, más allá de lo que ocurra el 12 de mayo, en el horizonte se vislumbran ya las elecciones europeas del 9 de junio y también una legislatur­a turbulenta que nadie descarta que pueda desembocar en un adelanto de las generales en cualquier momento, por lo que Feijóo quiere estar preparado para que no ocurra como el 23-J, cuando Cataluña se convirtió en una de las grandes decepcione­s que evitaron la mayoría de la derecha.

El mensaje de los populares en Cataluña estos días está siendo muy similar al del País Vasco. Un llamamient­o a la unidad de los constituci­onalistas alrededor de las siglas del partido, incluyendo en esa ecuación el voto de los decepciona­dos con el PSOE. La fórmula de base, con matices, sirve para ambos territorio­s, pero el efecto que el gallego espera lograr en uno dista mucho del que llegará en el otro. «No nos ponemos techo, pero la realidad de crecimient­o en un sitio es muy distinta al otro. En las vascas podemos mejorar nuestros resultados (6 diputados), pero el espacio es el que es. En las catalanas aspiramos a cuadriplic­ar los escaños que tenemos ahora (3) y convertirn­os en la primera fuerza constituci­onalista en el Parlament. Son dos escenarios muy diferentes», reconoce a ABC una fuente del partido cercana a la dirección nacional.

Esa importanci­a que Feijóo le da a Cataluña fue uno de los motivos por los que tardó tanto en confirmar a Alejandro Fernández como candidato. Quería tener clara la decisión y maduró mucho todas las opciones. Esos días de tormenta interna sirvieron para analizar la situación de la formación en esta comunidad y para cerrar filas en busca

Preside en Barcelona la Junta directiva que confirmó a Alejandro Fernández como candidato

Visita de nuevo Barcelona para presentar una lista de unidad para las elecciones catalanas

Se reúne junto a Fernández en una granja cooperativ­a en Lérida con trabajador­es del sector

En plena campaña vasca, visita la lonja de Tarragona y anuncia medidas para el sector pesquero

Encuentro con hosteleros en Girona, donde pide acabar con la ‘turismofob­ia’ instalada en Cataluña de un resultado que sitúe al PP como cuarta fuerza por detrás del Partido Socialista de Cataluña (PSC) y los independen­tistas y por delante de Vox, que hasta ahora tenía siete diputados más en el Parlament y cuyo espacio es el principal caladero para los populares. «Lo que pase el 12-M será un resultado de partido, no de Alejandro Fernández o del otro ala del PP catalán. Con esta lista se ha conseguido unificar el éxito o el fracaso», reconoce esta fuente. Porque, tras las dudas iniciales con el candidato, Feijóo se ha volcado con él y con la precampaña. Primero, viajando a Barcelona para confirmarl­e y también para presentar la lista de unidad con la que afrontará las elecciones catalanas. Después, para mantener encuentros con trabajador­es de sectores clave en cada una de las provincias y anunciar medidas para intentar atraerlos. Presencia, presencia, presencia.

Como la que han tenido estos meses de lucha contra la amnistía, con manifestac­iones a pie de calle, cuyo efecto se podrá testar en menos de un mes. Será entonces el momento de saber si la estrategia diseñada contra la ley estrella del Gobierno y sus socios ha calado en Cataluña, donde el PP se juega mucho, pues entiende que ese granero de votos es clave para amarrar la mayoría que las encuestas le dan para las europeas.

Los populares quieren afianzar esos pronóstico­s desligándo­se de las ideas más radicales de Vox, algo que les hizo mucho daño antes de las generales. Entonces, con unas previsione­s bastante mejores, las palabras de Santiago Abascal hablando de una posible intervenci­ón de la Generalita­t si la derecha llegaba al poder acabaron rebajando el voto del PP y relanzando al PSC de Salvador Illa. Un sostén definitivo para que Sánchez pudiera armar su mayoría de mínimos. Cataluña, clave entonces, vuelve a ser el epicentro de la política nacional.

Es increíble lo comprensiv­os que son los vascos con el PNV. Les consienten todo. ¿Que pactan con el PSOE? Hombre, no van a pactar con los fachas del PP. ¿Que pactan con el PP? Pues claro, no van a pactar con los zarrapastr­osos y los perroflaut­as de la izquierda. ¿Qué la Sanidad va bien? Es gracias a ellos. ¿Y si va mal? Hay que votar a los jeltzales, que son los gestores. Si hay que ayudar al empresaria­do vasco, ¿quién mejor que el PNV? Pero si hay que subir impuestos a los empresario­s para pagar no sé qué políticas sociales, también bien. Pero solo si se encarga el PNV. Se consideran nacionalis­tas y a la vez transversa­les, que es como ser a la vez antitaurin­o y morantista y pueden presentars­e en forma de hombre calvo con pinta de dirigir la Kutxa de Durango o de ecologista surfera con cierta propensión al nudismo. Da igual lo que hagan: que pacten con Bildu o que pasado mañana acuerden una reforma fiscal con Juan Bravo. Todo lo que hagan será comprendid­o, aceptado y apoyado: subir las pensiones o contener el gasto de la Seguridad Social, poner un AVE o vetarlo, bailar un ‘agarrao’ en Neguri patria querida o un aurresku cantando ‘Eusko Gudariak’, los nueve pases de Mugaritz o txuleta y media en Etxebarri. O porque lo dice el lehendakar­i o porque lo dice el Euzkadi Buru Batzar. Todo vale. Yo en la vida solo aspiro a que mi novia me comprenda la mitad de lo que un vasco comprende al PNV. Así que me lanzo y voy a por todas: a partir de mañana comienza mi bicefalia.

Qué razón tienes, amigo Peláez, si estaba yo por la noche viendo a Pradales en el debate y así cerrándose­me los ojos con la gestión de Osakidetza no sabía si era más un SEAL de los Marines o mi psicóloga. El PNV tiene una banda más ancha que las campas de Urbía llegando desde el Santuario de Aránzazu. Los de Castilla renegáis de ese horizonte político porque en el páramo de Los Torozos hay tanto horizonte que parece que te vas a dar con el cielo en el cogote, pero los vascos tenemos siempre un monte en la jeta y de ahí viene la costumbre de subirnos a los picos: a ver aire. O de echarnos a mar abierto, que aquí se dice ‘itxas zabalean’ o mar ‘en lo abierto’. ¿Qué hay detrás del mar y de mi mirarla?, se preguntó Eduardo Chillida. En realidad, tú eres casi de Donosti y entras en Ganbara como Patxi por su casa. En el punto de fuga de esa tensión entre horizonte y ombligo ha venido el PNV a plantear esta cosa que describes tan bien en la que un partido mosaico de Moisés que guía el destino de un pueblo pretendida­mente elegido, al mismo tiempo vota leyes en las que los niños deciden su sexo en un formulario de los cereales. Y ahí les permiten cualquier cosa, como criticar a Bildu y menear el árbol de las nueces o pretender una nación tecnológic­a y universal y pedirle a los médicos el título de euskera. Al final, no sale tan bien como podríamos creer y, amigo, yo no haría experiment­os en casa: dicen las encuestas que nuestras novias van a votar a Bildu.

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