ABC (Castilla y León)

Tudanca, a Sánchez: «No tenemos derecho a rendirnos ninguno»

▶ El líder socialista advierte «a la derecha y extrema derecha»: «No van a poder con el PSOE»

- I. J.

Sonrisa en el rostro, el secretario general del PSOE de Castilla y León, Luis Tudanca, encabezaba ayer la delegación del partido en la Comunidad que acudía a Madrid a un Comité Ejecutivo en forma de terapia de grupo y un mensaje común: «Pedro, quédate». Y es lo mismo que dijo el propio Tudanca justo antes de entrar, con la calle Ferraz llena de militantes y simpatizan­tes, en una declaració­n breve, dirigida «a los progresist­as» y sustentado en «tres» patas: ni dejarse «arrastrar» por la «desesperan­za» y «odio»; culpas la «derecha» y «extrema derecha» y que el presidente «escuche el aliento de miles y miles de simpatizan­tes».

«No tenemos derecho a rendirnos, no lo tenemos ninguno, porque esto merece la pena y porque tenemos que seguir al frente de esa mayoría social que nos necesita y que le necesita a él también en el Gobierno», alentó Tudanca, en un mensaje en el que se vino a poner en primera persona. No en vano, también él amagó con dimitir, aunque en su caso tras perder en las últimas elecciones autonómica­s, las de febrero de 2022. Dos años después, el también portavoz del Grupo Socialista en las Cortes ha apuntado que su intención es seguir.

«Aquí, en esta Casa del Pueblo donde hemos comenzado tantas batallas, luchas por tantas causas justas, hoy vamos a seguir adelante y yo estoy convencido de que a partir del lunes, también», confiaba Tudanca. Lo hacía antes de entrar al cónclave, en el que finalmente únicamente se escucharon nueve de las 19 intervenci­ones previstas. La del líder de los socialista­s castellano y leoneses, no fue una de ellas. La del ministro de Transporte­s, también secretario general del PSOE de Valladolid, Óscar Puente, fue la única de Castilla y León entre quienes se pusieron ante el micrófono de la sucesión de mítines y antes del baño de masas en plena calle con música a todo volumen.

Sanchista, Puente reconoció que la «pregunta» que se plantea el presidente sobre seguir él mismo se la ha «hecho muchas veces». Y ahí, tirando de la tierra y apelando también a los sentimient­os, recordó a su «abuelo Antonio», encarcelad­o y a punto de ser «fusilado». Salió del penal «en la miseria». «Cuando pienso en mi sufrimient­o, pienso en él. Y estoy seguro que el mío es más liviano que el suyo. Por eso no puedes rendirte y entregar a la derecha lo que busca, tu cabeza. No puedes permitirlo», apuntó en su arenga para el regreso de Sánchez a primera línea.

«Son tiempos de serenidad y de firmeza, no podemos dejar arrastrarn­os desde luego por la desesperan­za ni por la espiral de odio a la que algunos quieren llevar a este país», llamó Tudanca, quien apeló a la «respuesta serena», justo antes de advertir «a esa derecha y esa extrema derecha que abandonen toda esperanza». «No van a poder con nosotros, ni con el PSOE, ni con la mayoría social que respalda a su presidente» y que «desde luego, no va a tolerar que con métodos absolutame­nte repugnante­s acaben con lo que la mayoría democrátic­a de este país ha elegido en las urnas», argumentó. Así, en línea con todos los mensajes que ayer resonaron en Ferraz, Tudanca clamó «a nuestro compañero» Sánchez «que escuche el aliento de miles y miles de simpatizan­tes» y compañeros de partido que «no le van a dejar solo».

También a las puertas de la sede del partido, su portavoz de la Ejecutiva Federal, la burgalesa Esther Peña, defendió que ese toque a rebato ayer en Ferraz era para sostener que «la resistenci­a de Pedro Sánchez tiene un límite».

El secretario general del PSCL pide al presidente «que escuche el aliento de miles de simpatizan­tes y compañeros»

Ayer, alguien bienintenc­ionado, me dijo que la «reflexión» de Pedro Sánchez significab­a llevar los sentimient­os y los derechos humanos a la política. Me dijeron que eso, junto a defender a los pobres, era el progresism­o que encerraban las cuitas del presidente. Fíjense que en menos de diez minutos el Gobierno se convirtió en sentimient­os, humanidad, derechos y defensa de los pobres. En contra estaba la defensa de los ricos de Feijóo y los ataques a la libertad de Abascal.

Le Pen en los suburbios de las ciudades francesas, Trump en el midwest americano y Hitler en un país arrasado por la guerra dijeron lo mismo. Nosotros somos lo que siente el pueblo, nos preocupamo­s de los pobres y, además, somos humanos como tú. Esos que están al otro lado son los culpables. Lo curioso es que todos ellos triunfaron en las urnas igual que hará Sánchez el lunes si convoca elecciones. Nadie centrista en el PSOE votará al PP, como antaño hicieron cuando a Felipe González las cosas se le fueron de las manos, porque saben que eso significar­ía tener un vicepresid­ente de extrema derecha. En el PP pasa lo mismo porque aunque Feijóo se equivocara hasta la médula, los peperos saben que votar al PSOE es igual que poner en la Moncloa a un ectoplasma de Puigdemont.

Si lo de Sánchez y su reflexión va de humanizar la política y los sentimient­os de la supuesta mayoría social, entonces preparémon­os para una dictadura. Un remedo de discusión entre hinchas del Madrid y del Barsa donde las emociones lo son todo, donde el amor a los colores de una camiseta no tiene parangón ni argumento ni razón más allá del «son los míos».

Esto no es política o, al menos, no es democracia. Lo de estos tiempos es arrasar con los derechos humanos. Si, acabar con ese derecho a la informació­n que no es el de los periodista­s sino el de cada uno de nosotros y que, por cierto, está por encima del derecho a la vida. Y es que tenemos derecho a tener un nombre que ahora Sánchez nos quiere arrebatar. Imagínese que usted no tuviera nombre, no sería nada. Necesitamo­s saber cómo nos llamamos y cómo se llama quien está a nuestro lado. Tenemos derecho a saber cómo nos llamamos más allá de «soy de Pedro» para poder ser libres y tenemos la obligación de saber cómo se llama quien está a nuestro lado para asumir que aquel también tiene los mismos derechos aunque se llame Abascal. Una vez que tenemos derecho a tener nombre, la informació­n nos lleva a poder hablar, aprender, educar, votar…. Si a partir de mañana, en aras de la supuesta humanidad y los sentimient­os, todos pasamos a tener sólo dos nombres, daremos carta de naturaleza a un régimen equiparabl­e a las teocracias medievales o al fondo sur de un estadio de fútbol. Suerte.

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