La defensa de Trump ataca la credibilidad de Stormy Daniels
▶ La abogada del expresidente retrató a la actriz porno como una mentirosa que buscó hacer dinero
«Creo que hoy vais a ver algunas cosas muy interesantes», dijo ayer Donald Trump cuando se paró, como al inicio de cada jornada de su juicio, delante de las cámaras de la prensa en el decimoquinto piso de los juzgados de lo penal del sur de Manhattan. Era el segundo día de testimonio de Stormy Daniels, la actriz porno que alega que mantuvo un encuentro sexual con Trump que está en el centro de su causa.
Trump no se equivocó. La sala vivió un duelo formidable entre dos mujeres: desde el estrado de los testigos, la propia Daniels, una mujer de la América profunda que escapó de la pobreza como ‘stripper’ y, después, como una figura de la industria del cine adulto, que lo ha vivido todo y que ahora está en el centro de la atención mundial; desde el atril de las partes, Susan Necheles, una abogada penalista experimentada, integrada en el equipo legal de Trump.
Al expresidente no se le juzga por si se acostó o no con una actriz porno cuando estaba recién casado con su actual mujer, Melania Trump. Sus cargos son por falsificar documentos financieros para ocultar otra conducta criminal. En este caso, una trama de interferencia electoral para silenciar frente a los votantes información perjudicial antes de las elecciones de 2016. El episodio central fue el pago de 130.000 dólares a Daniels para que no revelara que tuvieron esa relación una década antes.
Pero el testimonio de Daniels, que se alargó durante ocho horas entre la sesión de ayer y la anterior, celebrada el martes, es decisivo para entender si esa relación existió y qué le llevó a Trump a pagar para ocultarla. En las preguntas de la fiscalía del pasado martes, se vio a una Daniels frenética, parlanchina, que incluso pudo ser contraproducente para la acusación por los detalles escabrosos que dio sobre su encuentro sexual con Trump.
Ayer guardó más compostura ante una jornada más difícil para ella: tenía que aguantar las embestidas de Necheles. La abogada de Trump llegó con el objetivo claro de minar la credibilidad de Daniels y de su relato. En su interrogatorio, elaboró un retrato de la actriz porno como una persona con odio personal a Trump, mentirosa, deshonesta, que ha buscado ordeñar financieramente al magnate neoyorquino e integrada en un mundo sórdido.
Daniels no se amedrentó y el resultado fue un toma y daca memorable entre ambas. Necheles –melena corta rizada, chaqueta rosa– recordó una y otra vez las formas en las que Daniels –vestido verde, abrigo negro, pelo rubio suelto– hizo dinero con su alegación de que se acostó con Trump: además del pago de los 130.000 dólares, 800.000 dólares por los derechos de un libro, otros acuerdos monetarios para entrevistas o la venta de artículos en su página web. «¿Celebró su imputación con la venta de objetos en su tienda?», inquirió Necheles. «¡Igual que Trump!», replicó Daniels, que mostró agudeza y rapidez de reflejos en muchas partes del interrogatorio, en referencia a un candidato que ha basado en sus imputaciones buena parte de su recaudación electoral y que se ha pasado la vida vendiendo cosas con su nombre, desde campos de golf a botellas de vodka.
En otra instancia, Necheles le afeó insultos que vertió contra Trump, al que llamó «mojón naranja» en redes sociales. Pero es que el expresidente, experto en verborrea insultante, la ha llamado en ocasiones «caracaballo» y antes de ese ataque de Daniels la había calificado de «váter humano». «Seguro que es un hipérbole», respondió Daniels a la abogada. «Pero si alguien me llama váter, puedo responder que voy a tirar de la cadena y que él está dentro».
La abogada buscó vincular a Daniels con la sordidez del mundo del porno. «Usted tiene mucha experiencia en hacer aparentar como reales historias sexuales que son falsas», le dijo sobre su trabajo para tratar de desacreditar que hubiera encuentro sexual con Trump. «El sexo en esas películas es real, igual que lo que ocurrió en aquella habitación», respondió en referencia a la suite de un hotel de Lake Tahoe (California) donde ocurrió el episodio.
Algunas respuestas de Daniels provocaron risas entre el público y los reporteros asistentes al juicio. Pero está por ver su impacto en quien importa, en el jurado, donde Necheles buscó imponer la idea de las inconsistencias entre los diferentes relatos que la actriz ha dado sobre lo ocurrido en ese encuentro con Trump: si cenó o no con el multimillonario esa noche en su suite, si Trump estaba viendo o no la televisión cuando ella llegó y, sobre todo, la declaración firmada en 2018 de que no era cierto que ese episodio hubiera ocurrido. Esto último ya había sido discutido antes en el juicio y Daniels insistió en que lo firmó por temor, pero después se retractó.
«¿Te inventaste todo esto, verdad?», atacó Necheles, interesada sobre todo en colocar esa idea en alguno de los jurados. «No», respondió Daniels con contundencia y con la disciplina que le faltó por momentos en su anterior visita al juzgado.
«Usted tiene mucha experiencia en hacer aparentar como reales historias sexuales que son falsas», afirmó la abogada
ATENAS
Ante la dificultad de Rusia de comercializar su crudo debido a las sanciones internacionales impuestas tras la ocupación de Ucrania, sus empresas se han visto obligadas a aprovechar vacíos jurídicos, como la transferencia de petróleo y otros productos derivados entre barcos en aguas internacionales. Se trata de una práctica que, desde hace unos meses, ha aumentado de forma considerable en el golfo de Laconia,
al sureste del Peloponeso, lo que supone un auténtico quebradero de cabeza para las autoridades griegas.
Los accidentes geográficos de esta zona la convierten en un lugar seguro, protegido de vientos y fuertes mareas, para transferir de forma fácil las cargas y sin excesivos riesgos de accidentes que pudieran causar una catástrofe medioambiental. Los petroleros ‘fantasma’, cargados del oro negro ruso, realizan las transferencias a más de seis millas náuticas de la costa, lo que les evita someterse a estrictos controles, ya que la Guardia Costera no puede vigilar los buques comerciales fuera de sus aguas territoriales si no navegan bajo bandera griega. Los barcos llevan meses de actividad sin ningún tipo de restricciones y, supuestamente, fuera del límite máximo de precios sobre el petróleo de los países del G-7.
Hasta el momento, la Comisión Europea no ha tomado medidas ante las flotas de buques ‘fantasma’, por lo que Grecia se ha visto obligada a actuar, programando unas maniobras militares en aguas internacionales al sureste del Peloponeso, a seis millas náuticas de la costa de Laconia, en la zona donde se realizan los trasvases.