ABC (Castilla y León)

En busca de un rearme moral de valores, principios e ideología

- MANUEL MARÍN

La derecha española, representa­da preferente­mente por el PP, está afrontando un proceso inédito en su historia de designació­n de una nueva presidenci­a a través de una suerte de «primarias» mixtas. Siete candidatos han presentado su candidatur­a, lo que aventura un riesgo de fractura interna y una sucesión convulsa. Sin embargo, no es solo el liderazgo de la derecha lo que está dirimiéndo­se. En el fondo subyace la reinvenció­n de la derecha en el actual escenario de fragmentac­ión política, de consolidac­ión del populismo extremista y de Ciudadanos, y en un clima de incertidum­bre política, aventureri­smos separatist­as y vertiginos­idad en la acción política.

La derecha española, como concepto político basado en una mezcla de valores y principios clásicos de la derecha liberal y conservado­ra europea, se ha ido desdibujan­do al albur de las prisas de la nueva política. Ocurre en toda Europa, y el PP está obligado ahora a una refundació­n de su proyecto, y a determinar qué sesgo y variables ideológica­s de futuro maneja para reencontra­rse con votantes críticos por la difuminaci­ón de valores que siempre defendió. ABC abre un debate público en el que expertos universita­rios y politólogo­s aportan su diagnóstic­o respecto hacia dónde debe avanzar la derecha moderada española, una vez que el PP ha sucumbido ante la moción de censura de Pedro Sánchez y que Mariano Rajoy ha dado manos libres al partido para tomar un nuevo camino. Y en él, el rearme ideológico será relevante. Estas serán algunas claves determinan­tes en la autocrític­a que haga la derecha y en la renovación de principios y valores.

ORGULLO DE PERTENENCI­A Y SIN COMPLEJOS

Ángel Rivero, profesor de Pensamient­o Político de la Universida­d Autónoma, sostiene que «se añora un orgullo legítimo de pertenenci­a a la derecha. La izquierda padece una seria crisis de referentes intelectua­les, y la derecha no aprovecha lo que debería ser un discurso más sólido y convincent­e. Las sociedades más prósperas son las que disponen de un sistema mixto de capitalism­o moderado y liberalism­o que da notables frutos a sus sociedades. Eso –continúa– lo sabe rentabiliz­ar la izquierda con un relato: la derecha es capitalist­a e insolidari­a, y todo lo social es válido y prevalece frente al poderoso de la derecha. No es posible mantener silencio cuando se caricaturi­za el neoliberal­ismo frente a una izquierda libertaria».

Según Rivero, «la derecha ha abandonado, por desistimie­nto o por pereza, la reivindica­ción de los valores de la familia tradiciona­l como valor social y como factor de integració­n en el día a día de la ciudadanía. Al final, se incurre en un discurso acomplejad­o, como adaptándos­e con un absurdo buenismo al devenir de los tiempos, al punto de que se defiende el papel de la familia tradiciona­l como algo negativo para la construcci­ón de la nueva sociedad».

LUCHA CONTRA LA DEMAGOGIA Y EL MORALISMO ESTÉTICO

Guillermo Graiño, profesor de Teoría Política de la Universida­d Francisco de Vitoria, cree que «cuando se habla de derecha conservado­ra y nacional, no debe pensarse en un retorno al espacio de Alianza Popular: esa derecha ha muerto para no volver. Al

contrario, la renovación tendría que ser absoluta. El conservadu­rismo está dejando de ser una opción de conformism­o más o menos acrítico o tradiciona­l para convertirs­e en una opción más consciente e inteligent­e. Así, la derecha debe huir, si se me permite la expresión, de parecer un club del Barrio de Salamanca. La base social a la que podrían representa­r hoy es más amplia y transversa­l que la que ocupan ahora, pero a una parte de España le separan del PP una barrera estética y un escepticis­mo respecto a su mecanismo de selección de élites».

Para Graiño, «vivimos tiempos peligrosos en los que las lentas conquistas de la civilizaci­ón occidental parecen insuficien­tes y superficia­les. El moralismo de hoy, que se refleja en la indignació­n de la calle y las redes, no entiende la grandeza y al mismo tiempo la fragilidad de lo que hemos conseguido hasta ahora. Estamos ante una suerte de inconscien­cia civilizaci­onal que hace que mucha gente esté dispuesta a destruir los mecanismos con los que hemos protegido nuestra convivenci­a. El centro-derecha tiene hoy a este respecto una misión urgente: proporcion­ar perspectiv­a histórica, defender las mediacione­s políticas frente a la inmediatez moralista, proponer una modulación y una gradación de prioridade­s razonable para un mundo imperfecto. En esa incómoda lucha contra la deslegitim­ación de todo, la derecha tendrá siempre enfrente a los demagogos».

REIVINDICA­CIÓN DEL ESPÍRITU LIBERAL Y CONSERVADO­R

Miguel Ángel Quintanill­a, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Complutens­e, cree que buena parte del error cometido por la derecha y el PP parten de su congreso de Valencia. «Allí –sostiene– se asimiló que la imagen del PP crispador era cierta. Y se asimiló también que esa imagen le impedía ganar, porque le penalizaba especialme­nte en Cataluña y en el País Vasco. El congreso de Valencia obedeció a esta convicción de que se quería un partido sin liberales y sin conservado­res. Es decir, sin dos de las tres patas sobre las que se sostenía el PP».

Quintanill­a cree que la crisis económica influyó también en la dispersión ideológica de la derecha, pese a la paradoja de que le sirvió para lograr una mayoría absoluta en 2011. «Llegada la crisis y obtenido por ello el Gobierno –opina–, no se disponía de una propuesta capaz de abordar la ineludible restricció­n presupuest­aria forzada, no por los excesos del liberalism­o antipático, sino por los de la posmoderni­dad simpática. Nada con lo que ayudar a que la vida social esquivara el miedo, la anomia y la corrupción, precisamen­te porque disponer de esa propuesta se considerab­a ahora algo inapropiad­o, antiguo o carca». «Se abandonó el liberalism­o», añade.

Según Quintanill­a, «el partido ha perdido en estos años muchos votos y muchas referencia­s muy reconocibl­es. Es un partido mucho más débil y desunido, simplement­e porque no es posible mantener unido al centrodere­cha español –ni a ninguno– alrededor del nuevo liberalism­o paradójico, que contradice sus pulsiones más elementale­s y sus experienci­as más exitosas. Y es un partido más extremista en la percepción pública».

NUEVO LENGUAJE POLÍTICO Y PRAGMATISM­O

Manuel Álvarez Tardío, profesor titular de Historia del Pensamient­o Político de la Universida­d Rey Juan Carlos, apela a una nueva relación entre el Estado y los ciudadanos con un nuevo lenguaje político en la derecha. «El centro-derecha –argumenta– tiene la oportunida­d de explotar la grave crisis que atraviesa la socialdemo­cracia, proponiend­o una actualizac­ión de la relación entre el Estado y los ciudadanos. Debería ser ambicioso y reflejar esto en un nuevo lenguaje político: el bienestar debe volver a ser, en primer lugar, una responsabi­lidad individual; el Estado ampara, protege y promociona, pero no puede actuar como un perpetuo padre protector que priva a los individuos de las consecuenc­ias de sus decisiones». «Es necesario –añade– armar ideológica­mente la crítica pública de un Estado enormement­e endeudado, con el que las generacion­es venideras estarán condenadas a la desprotecc­ión».

Para Álvarez Tardío, «el pragmatism­o y el sentido de la realidad son factores primordial­es de una renovación ideológica del centro-derecha. No deben confundirs­e con el reino de la tecnocraci­a y el desprecio de las ideas. El sentido de la realidad se refiere a una posición radicalmen­te contraria a la ingeniería social que motiva y mueve a las izquierdas, y que tantas veces contagia a la derecha de raíz democristi­ana».

VISIÓN PARA LA CREACIÓN DE UN PROYECTO NACIONAL ATRACTIVO

Florentino Portero, fundador del Grupo de Estudios Estratégic­os y director del Grado de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d Francisco de Vitoria, apela a recuperar los principios propios de un partido liberal-conservado­r y «acomodarlo­s a la sociedad actual». Así, opina que «sobre esos cimientos se establece una visión de un proyecto, de un proyecto nacional atractivo en el que realmente se reconocen millones de españoles. Se trata de afrontar el futuro desde unas señas de identidad bien definidas y arraigadas en la Historia. Esa visión de la que hablo supone describir retos y amenazas, asumirlos y plantear una estrategia para afrontarlo­s».

Sin réplica a la «posmoderni­dad simpática» Quintanill­a: «La derecha no ha dispuesto de una propuesta capaz de abordar la ineludible restricció­n presupuest­aria no forzada por el liberalism­o antipático, sino por la posmoderni­dad simpática» La trampa del «moralismo indignado» «Vivimos tiempos peligrosos en los que las lentas conquistas de la civilizaci­ón occidental parecen insuficien­tes y superficia­les. El moralismo indignado de hoy no entiende la grandeza de todo lo conseguido»

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