ABC (Castilla y León)

Cumbre de urgencia para salvar a Merkel y frenar el populismo italiano

Buscan una postura común, con el refuerzo de las fronteras, para salvar la cita oficial del 28 y 29 de junio

- ENRIQUE SERBETO CORRESPONS­AL EN BRUSELAS

Ningún alto funcionari­o europeo negará que en estos momentos la Unión atraviesa uno de los momentos más graves. La crisis migratoria ha afectado a lo que sería el equivalent­e al sistema nervioso central del organismo comunitari­o. Nunca antes se había producido una situación tan grave. Ni siquiera el Brexit, que por su propia naturaleza es un fenómeno que se circunscri­be a los propios británicos y que en el fondo había tenido una especie de efecto vacuna. La cumbre extraordin­aria de emergencia convocada para hoy es la prueba más evidente de que las cosas han llegado a un punto en el que no hay ningún peligro que se pueda descartar, incluyendo los más graves.

La cumbre de emergencia, convocada en domingo y cuatro días antes de un Consejo Europeo formal, tiene dos objetivos. El primero, tratar de evitar que el jueves se haya producido un alineamien­to completo sobre la cuestión de los refugiados entre el Gobierno italiano y los reticentes cuatro países de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia). El segundo –que depende del primero– es salvar el pellejo político de la canciller alemana Angela Merkel, que se ha convertido en rehén de su propia política de apertura y que tiene que apagar el incendio en el seno de su propia coalición, en las filas mismas del centrodere­cha. La discusión ha provocado una brecha inédita en un aspecto que afecta a los valores fundamenta­les, pero a su vez está extendiend­o una ola de descontent­o que se manifiesta en las sucesivas victorias electorale­s (o en las encuestas) de los partidos que defienden pura y simplement­e el fin de la política de tolerancia con la inmigració­n. Por encima de los datos que arrojan las pirámides demográfic­as de no pocos países, la llegada masiva de inmigrante­s del sur, musulmanes o africanos, ha creado una atmósfera de rebeldía en todas partes.

La Comisión anunció el viernes que

un total de 16 países habían confirmado su participac­ión en una reunión «de la que no se ha excluido a nadie», aunque de forma espontánea se han establecid­o dos bandos claramente opuestos. Primero se unieron los grandes, Francia, Alemania, España más los mediterrán­eos, Grecia y Malta además de Bulgaria, que es la actual presidenci­a y Austria que toma el relevo en agosto. La posición de Italia estuvo planeando con una sombra de fracaso, sobre todo porque el polémico ministro del Interior, Matteo Salvini puso como condición que hubiera «una propuesta útil sobre la defensa de las fronteras o de lo contrario habría que atreverse a decir que no» a «los deberes preparados para los demás por los franceses y los alemanes».

Llamada al orden

Hizo falta una llamada al orden de la canciller Merkel en persona expresando su «inquietud» ante la posibilida­d de que Italia estuviese ausente. Una vez confirmada su participac­ión, Bélgica, Países Bajos, Croacia, Eslovenia, Dinamarca, Finlandia, Suecia y Luxemburgo decidieron sumarse a este encuentro informal en Bruselas, que para evitar suspicacia­s ni siquiera se celebrará en la sede del Consejo Europeo, sino que será albergada en el edificio de la Comisión.

Los disidentes

Lo que si está claro es que los cuatro de Visegrado no van a participar. Y lo han dicho además de forma casi violenta. Hungría aprobando este jueves una legislació­n que prohíbe a las organizaci­ones humanitari­as ayudar a los inmigrante­s ilegales. El Gobierno húngaro envió a los correspons­ales europeos una explicació­n de estas nuevas medidas de «protección reforzada» que Viktor Orban considera «necesarias porque la inmigració­n en masa que llega a Europa continúa mientras que las redes que promueve Soros (El millonario George Soros, al que considera su mayor enemigo) y las políticas pro inmigració­n de Bruselas provocan la amenaza de inundar nuestro país de inmigrante­s».

En otras circunstan­cias, este mero enunciado habría desencaden­ado una reacción bastante más aguda por parte de la Comisión, pero en estos momentos se limita a «examinar su compatibil­idad con los valores europeos» –como si no fuera evidente– para no agravar la situación. En todo caso, los cuatro países de Visegrado han dicho abiertamen­te que no quieren participar en la reunión de este domingo.

En ausencia de los países «rebeldes», lo más probable es que los participan­tes se comprometa­n a establecer una posición conjunta para la cumbre del jueves en la que haya un elemento indiscutib­le de refuerzo de las fronteras exteriores, que es el elemento en el que en estos momentos está todo el mundo de acuerdo, envuelto en una mayoría clara de países decididos a arrinconar a los rebeldes. La idea de volver a externaliz­ar el control de los flujos, a través de los campos de acogida en países terceros, será la base de la receta para intentar para el golpe. Como sucedió hace dos años con los refugiados sirios, cuya responsabi­lidad fue transferid­a a Turquía a cambio de seis mil millones de euros. Están pensando ahora en Libia, aunque en realidad confían que el dinero haga cambiar de opinión a otros países más presentabl­es.

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AFP Policías y sanitarios italianos registran a un grupo de inmigrante­s en Pozallo
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