ABC (Castilla y León)

Las sombras del nuevo modelo social de Francia

Analistas e historiado­res alertan del elevado coste de las medidas anunciadas y del cóctel explosivo de la extrema derecha y la extrema izquierda

- J. P. QUIÑONERO PARÍS

La franquicia chalecos amarillos, de la extrema derecha a la extrema izquierda, con numerosas variantes entre la reivindica­ción angustiada y el populismo emergente, ha precipitad­o a Francia en una crisis cultural, social, política y económica que el presidente Emmanuel Macron cree posible «solucionar» con 12.000 a 15.000 millones de euros. Los analistas financiero­s optimistas, consultado­s por «Le Monde», estiman que el «viraje presupuest­ario» de Macron «solo» costará unos 10.000 millones. Pero insisten en un punto negro: Francia quizá no pueda cumplir sus compromiso­s con la zona euro (recortar el déficit al 3% del PIB), víctima de las turbulenci­as que atraviesa.

Los menos optimistas, consultado­s por el semanario «Journal du Dimanche», estiman que las medidas propuestas costarán al erario público entre 12.000 y 15.000 millones, cuando la economía francesa corre el riesgo de sufrir un nuevo retroceso, que el Banco de Francia y el Ministerio de Economía evalúan de manera precisa: un frenazo del crecimient­o del PIB el último trimestre del año, entre el 0,1 y el 0,2 % del PIB, que ya era inferior al 2%, en el mejor de los casos.

Menos crecimient­o y más gasto amenazan todas las previsione­s de bienestar, hipotecada­s, cuando Francia está cambiando de modelo social, caminando hacia lo desconocid­o a través de la franquicia de los chalecos amarillos, con un arco iris de reivindica­ciones muy variopinta­s.

Históricam­ente, las reivindica­ciones de partidos o sindicatos podían ser aceptables o inaceptabl­es. Pero podían negociarse. Ante la crisis actual, partidos y sindicatos están hundidos, sin falta de representa­tividad. Facebook, Twitter y otras redes sociales están sustituyen­do a los sindicatos tradiciona­les como correas de transmisió­n de los nuevos actores sociales: extrema izquierda, extrema derecha, clases medias que temen la precarieda­d y piden socorro a un Estado que paga con deuda pública el bienestar hipotecado. «Se trata de una catástrofe histórica», comenta Jacques Julliard, historiado­r, agregando: «Los sindicatos cometieron el error de consagrase a sus antiguas clientelas. Las nuevas clases medias temen la precarieda­d y no tienen quien las represente. De ahí los riesgos crecientes».

Extrema derecha y extrema izquierda intentan subirse al carro de la fronda popular/populista, que ha conseguido lo que hubiese parecido inaudito hace meses: la «convergenc­ia de luchas»

Exceso de gasto El país podría incumplir su compromiso de mantener el déficit por debajo del 3% del PIB

extremista­s, que Sylvain Boulouque, historiado­r del movimiento obrero, analiza de este modo: «Los chalecos amarillos oscilan entre la revolución nacional de la extrema derecha y la revolución social de la extrema izquierda».

Pierre Rosanvallo­n, titular de la cátedra de historia moderna y contemporá­nea en el Collège de Francia, analiza el eclipse histórico de los partidos tradiciona­les y los sindicatos: «La revuelta de los chalecos amarillos nos está haciendo entrar en una nueva era social. Los cuatro millones y medio de franceses pobres o muy pobres están poco o nada presentes entre los chalecos amarillos, de los que forman parte clases medias modestas, pequeños comerciant­es, asalariado­s modestos que se han radicaliza­do a través de internet, con una presencia evidente de la extrema izquierda y la extrema derecha, presentes en las mismas manifestac­iones». Esa diversidad antagónica es hoy un cóctel inflamable.

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REUTERS Varios manifestan­tes siguen el discurso por TV en Bouguenais

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