Mi amigo secreto

Entre el alba y el noventa dediqué mis primeras horas a buscar VHS del resonante armario de mis padres: fábulas y acción adulta dibujada. Ahí, sostenido por dragones, universo mío, se me fue a caer una cinta distinta; una sola palabra, rojo y en mayúsculas: Aute. Qué significaría aquel bisílabo planeta o héroe que me andaba buscando… Salen del fondo de mi memoria alguna nota rebelde, aquel concierto afinado, perfecto. Y nada más.

Fuiste mi amigo secreto en mi concierto privado. Cada canción nuestra terminaba en triunfo, ¿recuerdas cómo nos aplaudían? Al fin tocaba la belleza, dueño de las pausas que preceden a un acertado verso. Ahora quién rebobina a quién.

Así, me fui haciendo hombre, entre el «esa canción te suena a Aute». Premio de vida lento. Aquella voz era mía; aquel niño, tu lienzo.

Hoy, tan lejos de los retratos, se nos están olvidando los maestros y es nuestro deber sonoro detener esta locura. Cuánto gritan los miedos de quien no te ha escuchado. Si acaso esta carta cayera en tus manos, Luis, decirte que soy el niño del ochenta y tres que ayer te cantó en Madrid mirando al mar. Y nada más.